columnacero.com

Los partidos políticos inician los preparativos de la nueva convocatoria electoral

El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados.

El reloj de la democracia no deja de avanzar, y parece que se va a parar antes de que los líderes actuales del panorama político español lleguen a un acuerdo sobre la configuración del próximo Gobierno de España. Ni los dos partidos de la izquierda, ni mucho menos el partido referente de la oposición ni el que fuera la "nueva formación del centro político", están dispuestos a cambiar su postura respecto a la viabilidad de un ejecutivo socialista. Las negociaciones, los encuentros entre líderes… Solo han servido para enrocar unas posiciones que no han cedido ni lo más mínimo por el interés general de los ciudadanos. 

"Con Rivera no", "Con Rivera no", gritaba la militancia del PSOE a Pedro Sánchez a las puertas de la sede de Madrid, en la calle Ferraz, en la noche del 28 de abril. Ni con el líder de Ciudadanos ni con el que fuera su socio prioritario durante la XII legislatura, Pablo Iglesias, tras las discrepancias en la forma y en el fondo del que podría haber sido un gobierno progresista más estable que el que provocó el adelanto electoral del pasado 28 de abril. Los miembros del partido que obtuvo una mayor representación parlamentaria en las urnas, si bien se abrió a formar un gobierno en coalición días después de votar, fue enfriando esta posibilidad por "diferencias en temas de Estado" y por las peticiones, para los del PSOE superiorres a su fuerza parlamentarias, que les hacían desde Podemos para permitir que Sánchez revalidara su cargo al frente del Ejecutivo. Con las encuestas a favor, con un secretario general como el político mejor valorado -aunque no aprueba-, con una gestión al frente del Gobierno aparentemente respaldada por la sociedad y con el discurso del único partido que puede dar estabilidad al país, se podrían enfrentar a unas elecciones a pecho descubierto con la derecha, como no puede ser de otra manera, pero también con los de Iglesias. A ellos les acusarán de la nueva convocatoria con las urnas.

Pablo Casado ha reiterado en varias ocasiones que ir de nuevo a elecciones es "una irresponsabilidad". Ayer mismo aseguró que no quiere que se repitan las elecciones -a pesar de que, según las encuestas, sería el partido que más aventajado saldría-. El PP ha acudido a todas las reuniones que ha convocado Sánchez y en todas han mantenido la misma postura: tienden la mano al presidente del Gobierno -ahora en funciones- para alcanzar Pactos de Estado, pero no pueden apoyar un gobierno progresista. "Que se apoyen en sus socios naturales", apuntan desde la bancada popular del Congreso. Dentro de la formación de Casado saben que ahora mismo no pueden llegar a La Moncloa, pero ansían que eche a andar un nuevo gobierno de Sánchez para que la propia labor gubernamental erosione la imagen del líder del Gobierno y del propio partido.  

El escoramiento de Ciudadanos hacia la derecha ha rozado en algunos momentos la irresponsabilidad política. Que su presidente, Albert Rivera, no haya acudido a los encuentros con Sánchez porque "no hay nada de que hablar" ha dañado la imagen de un partido que se alzó contra el bipartidismo natural de España y que intentó aglutinar a todo ese voto descontento con la gestión de los dos partidos que, durante más de 35 años, hicieron de las instituciones su cortijo. Ahora es su posición, la del partido naranja, la que vuelve a polarizar ese voto de izquierda y derecha reunida en torno a la mesa de Rivera la que vuelve a los partidos que, quizá, piensan que nunca debieron de abandonar. 

Pablo Iglesias no tiene miedo de unas nuevas elecciones. Al menos eso es lo que quiere o pretende transmitir con este camino continuo hacia el precipicio político que significa una nueva convocatoria electoral. Su intención de copar poder en las instituciones, de hacerse con ministerios sociales que les permitan hacer políticas que lelvan defendiendo desde sus orígenes, en la Puerta del Sol de Madrid. Sin embargo, esta ambición puede salirles cara: las encuestas apiuntan a una pérdida del apoyo popular en favor de los socialistas. Pero esta hipotésis no les resquebraja el discurso: Iglesias le advirtió a Sánchez en la última llamada que le hizo el pasado jueves que, si después del 10-N tienen que volver a negociar, volverán a pedir un gobierno en coalición y, en este caso, él no se retirará en la carrera por hacerse con una cartera dentro del Consejo de Ministros. Todo esto podría pasar si la derecha, que aboga por la unidad para intentar hacerse con la mayoría de los escaños del Congreso, no alcanza este sueño. 

El rey Felipe VI comenzará mañana la segunda ronda de contactos de la XIII legislatura para tantear los apoyos con los que cuenta el único político que puede desbloquear la situación política del país, Pedro Sánchez. Se reunirá con él el último lugar, a las 18.00 horas del martes. Esa misma tarde, el Rey podría designar a Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno y que la Mesa del Congreso, Meritxell Batet, organice entre el jueves 19 y el domingo 22 -o el viernes 20 y el lunes 23, si se quisieran agotar los plazos para que el PSOE y Unidas Podemos negociaran in extremis- una segunda sesión de investidura. Sin embargo, el propio secretario general del PSOE o el mismo monarca, al ver que no cuenta con los apoyos, podría rechazar o no designar -respectivamente- un nombre que afrontara una investidura. En este caso, la legislatura estaría sentenciada: solo habría que esperar a la madrugada del 23 al 24 de septiembre para que las Cortes queden disueltas y los partidos políticos inicien, ya con garantías, los preparativos de una nueva convocatoria electoral..

Exit mobile version