Defensa ignora a las víctimas de Gabaráin y "La muerte no es el final" suena otro 12-O

En el acto central de la Fiesta Nacional se ha vuelto a escuchar la pieza en homenaje a los caídos, compuesta por el cura vasco acusado de pederastia
J. C. RUBIO
España
12.10.2021
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Los Reyes de España, acompañados de la infanta Sofía, han presidido este martes el acto solemne de homenaje a la Bandera Nacional y el desfile militar que se ha celebrado en la Plaza de Lima de Madrid. Tras el salto de un grupo de la Patrulla Acrobática del Ejército del Aire (PAPEA) portando la enseña española, tres guardias reales, representantes de cada uno de los Ejércitos, un guardia civil y un policía nacional trasladaron la bandera a su lugar de honor, donde fue izada a los acordes del Himno Nacional

Después, tuvo lugar el memorial a los que dieron su vida por España. Un años más, la Unidad de Música de la Guardia Real ha sido la encargada de interpretar "La muerte no es el final", tema que incluso Felipe VI tarareó bajo la mascarilla antes de realizar la tradicional ofrenda floral. De este modo, el Ministerio de Defensa, comandado por la socialista Margarita Robles, ha ignorado a las víctimas del cura Cesáreo Gabaráin, que pidieron que la pieza de homenaje a los caídos, creada por el sacerdote vasco acusado de abusos a menores, no sonara este 12-O.

"Es un insulto". Así define en el diario El País Pedro Tena, uno de los agredidos por Gabaráin, el hecho de que la canción "La muerte no es el final", compuesta por quien abusó de él en el colegio de los maristas del madrileño barrio de Chamberí, haya sido interpretada de nuevo en un acto oficial para honrar a los fallecidos en acto de servicio de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad españoles. 

Cesáreo Gabaráin, fallecido en 1991, es muy popular en la Iglesia católica, ya que buena parte de los temas más icónicos que se entonan hoy en día en misa salieron de sus manos, como "Pescador de hombres" o "Juntos como hermanos". Desde agosto, el sacerdote está acusado de abusar en los años 60 y 70 de al menos 17 niños, según reveló una investigación del periódico de Prisa. A la mayoría los forzó en la citada escuela de la capital española, pero también se sobrepasó con varios pequeños de un centro educativo de Antzuola (Gipuzkoa)

Además de Tena, otras víctimas de Gabaráin exigen que "La muerte no es el final" se deje de interpretar oficialmente en eventos públicos. La obra fue elegida como himno para homenajear a los que dieron su vida por España en 1981. Desde entonces, se entona multitudinariamente en el acto central del Día de la Fiesta Nacional en presencia del monarca, que suele cantarla también.

Al parecer, ni el Ministerio de Defensa ni el de Interior se plantean retirar la canción, como solicitan los afectados del cura pederasta. La Casa Real, guarda silencio. En 2014, el PSOE cuestionó que se usara un tema religioso en actos oficiales del Ejército, la Guardia Civil y la Policía y pidió que se retirara. El Gobierno dijo entonces que consideraba el himno "una forma tradicional, solemne y digna de honrar a los fallecidos en acto de servicio". Ahora, ni la ministra Robles ni Fernando Grande-Marlaska han hecho nada al respecto.

Eduardo Mendoza fue el primer alumno de los maristas de Chamberí que denunció a Cesáreo Gabaráin. Corría el año 1978. Tras varias denuncias más, el entonces arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, el cadernal Tarancón, lo trasladó al barrio de Mirasierra. A los tres meses del escándalo, fue nombrado prelado de Su Santidad por Juan Pablo II.

Tras las primeras informaciones publicadas por El País en agosto, la Oregon Catholic Press (OCP), entidad estadounidense que dispone de las licencias de sus composiciones, eliminó temporalmente de su sitio web la información sobre el sacerdote y anunció que destinaba los beneficios de los derechos a una organización de apoyo a víctimas de pederastia. Pero en España no ha habido ninguna consecuencia. La Conferencia Episcopal, omitiendo el respeto a los abusados, asegura que sus canciones no dejarán de cantarse en las celebraciones litúrgicas. 

Existen varias historias sobre el origen de "La muerte no es el final". Hay quien dice que Gabaráin la compuso como homenaje a un ex alumno de los maristas que murió en un accidente de tráfico. En círculos religiosos se asegura que la escribió tras el fallecimiento del organista de su parroquia, llamado Juan Pedro, a los 17 años de edad. El teniente general José María Sáenz de Tejada la escuchó en un funeral y propuso que se adaptase para ser usada como himno oficial a los caídos por España. El músico Tomás Asiain fue el encargado de la versión castrense, en la que se cambió la palabra "hermano" por "compañero".

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