La reunión entre representantes del Ministerio del Interior y el nuevo enlace de Nigeria en España, para luchar contra la trata de seres humanos, ofrece la posibilidad de mirar hacia los avances que se producen contra la mafia nigeriana de compra-venta, secuestro y arrastre a la esclavitud sexual de miles de niñas.
Si en enero, Rafael Ríos, jefe del proyecto A-TIPSOM (gestionado por la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas), contra la trata de personas y la migración irregular en Nigeria, subrayaba que este país es uno de los más importantes del mundo en tráfico de seres humanos; las cifras del informe del índice de esclavitud mundial víctimas del tráfico y trata, no dejan lugar a dudas. En julio (2018) se dijo que existen 40,3 millones de víctimas de trata en el mundo, de las que el 71% son mujeres destinadas a la explotación sexual y el 25% menores de 18 años.
Cada número es un ser humano
Detrás de esta escandalosa cifra, de cada uno de los números que la conforman, hay un ser humano esclavizado por las mafias y condenado al pago de deudas imposibles de afrontar. La situación en Nigeria, con la entrada de las nuevas generaciones de mafiosos, ha llegado generado la alarma nacional e internacional, que llevó al Gobierno del país africano a promulgar una ley dirigida a los tratantes, en 2003 (cuando nace la Agencia Nacional para la Prohibición de Trata [NAPTIP]), que fue endurecida en 2015, dado los pocos resultados que obtenía en la caza de mafiosos.
Desde la llegada a la dirección de la NAPTIP de Julie Okah-Donli algo ha cambiado, porque a esta abogada nigeriana no le dan miedo ni los cabecillas ni sus esbirros, que tratan con bebés, niños y mujeres, a las que convierten en esclavas sexuales en cualquier parte del planeta, con especial predilección por Europa, a la que Okah-Donli clama sin descanso, por una mayor colaboración y transmisión de información entre los agentes implicados en esta lucha; agentes que, por cierto, los adscritos a la NAPTIP han sido instruidos en Alemania.
La agencia, desde 2003 a 2018, ha recibido 4.755 casos, ha investigado 3.407, ha rescatado a 10.685 víctimas y condenado a prisión a 321 sujetos, por trata de seres humanos, con casos tan aberrantes como el de dos individuos que robaron un bebé que vendieron a una tratante; o la nigeriana que estaba al frente de la trata entre Libia y Gran Bretaña, con decenas de niñas traficadas y llevadas a los burdeles británicos, o el arresto de un policía jefe del aeropuerto, cuando trataba de embarcar hacia Rusia, vía Turquía, a una decena de menores.
En España no estamos escasos de liberaciones de esclavas sexuales y arrestos a traficantes. La mafia nigeriana, extendida hasta el último confín de la tierra, poderosa como pocas y que toca todos los palos del delito, ha generado una infinita sangría en su país, entre los menores, hacia quienes se proyectan planes de mejora social y personal, para reducir las posibilidades de ser atrapados por los esclavistas, con especial profusión sobre niñas discapacitadas, que son compradas a precio de saldo y entregadas a desalmados para usarlas a su antojo.
Rumbo a Europa
El largo viaje, que parte de distintas ciudades nigerianas lideradas por Benin City (Estado de Edo), cruza las fronteras de Níger hacia Libia, donde los rehenes esperan una embarcación hacia las costas de Italia. Una vez consiguen el objetivo, las distintas células mafiosas hacen el resto del trabajo, con el traslado de las víctimas a los lupanares europeos, donde van a ser confinadas hasta su liberación. El caladero son los barrios pobres de una sociedad donde, de los 170 millones de ciudadanos, muchos tratan de sobrellevar la pobreza.
Los programas de actuación en Italia y Libia, han llevado a Julie Okah-Donli a enviar aviones desde Nigeria al país norteafricano, para rescatar a compatriotas confinados en suelo libio, en lo que, en 2018, fue una evacuación masiva. La directora de la NAPTIP insiste en la urgente necesidad de colaboración internacional, para acabar con los tratantes en prisión y sus bienes incautados.