Aunque muchas naciones luchan desde hace décadas para evitar que los pequeños estén malnutridos, este flagelo aún persiste en América Latina y, muy particularmente, en Guatemala. Un elevado porcentaje de los niños y niñas guatemaltecos que habitan en las zonas rurales, campesinas e indígenas de esta nación centroamericana presentan deficiencias en su crecimiento, generalmente no alcanzan la talla, ni el peso adecuado para sus edades, tienen limitaciones intelectuales y psicomotrices. Los padres no pueden proveerles de alimentos.
La insuficiencia alimentaria en el país centroamericano provoca que 1 de cada 2 niños padezca de desnutrición crónica. Guatemala ocupa en primer lugar en Latinoamérica con el mayor índice de desnutrición infantil y el sexto a nivel mundial.
Los efectos devastadores de la pandemia de coronavirus que azota al mundo han impactado drásticamente en la población infantil guatemalteca, tras elevarse en 80% en índice de desnutrición en el 2020, en comparación al 2019. Unas estadísticas que no tienden a descender este año 2021, al menos, mientras el SARS-CoV-2 continúe haciendo estragos.
El Sistema de Información Gerencial de Salud, Sigsa, institución del Gobierno de Guatemala, reveló el alza de la malnutrición en el país, una situación que provocó la aplicación de un plan de emergencia nacional para socorrer a los niños y niñas, el cual se ejecutó por medio de la creación de un tablero interactivo de búsqueda de niños con desnutrición severa a nivel nacional.
El mayor porcentaje de casos de malnutrición se registró en niñas y niños con edades comprendidas entre 12 a 24 meses. Se calcula que aproximadamente el 61% de los niños indígenas que habitan en las regiones rurales del país padecen algún tipo de desnutrición.
Casi el 60% de la población de Guatemala es pobre
Estadísticas oficiales del Gobierno de Guatemala revelan que, al menos, el 59% de la población total del país, estimada en 16,3 millones de habitantes vive en condiciones de pobreza extrema, debido a la falta de empleos gubernamentales con salarios dignos, la debilidad del poder adquisitivo de los sueldos del sector privado, la pérdida de los cultivos y los efectos perjudiciales que ha provocado la pandemia en esta región.
Entre otros los factores que ocasionan la existencia de elevados índices de desnutrición infantil en Guatemala se encuentran: la caída de producción agrícola y ganadera y el alza del precio de los combustibles, este último factor, impide la llegada de alimentos suficientes a las zonas distantes de las áreas urbanas, donde habitan mujeres con niños pequeños o lactantes. Las madres y sus pequeños hijos viven en condiciones de hambruna.
Frente a esta tragedia, el Gobierno de Guatemala ha considerado declarar el “Estado de Calamidad” en el país, como resultado de la inseguridad alimentaria y nutricional que reina a nivel nacional.
En la provincia de Jalapa, ubicada a 100 km de Ciudad de Guatemala se incrementaron los casos de desnutrición severa el año pasado. Según cifras de la Unicef, la malnutrición la padece el 18,7% de la población total de Guatemala.
Los efectos devastadores del cambio climático se encuentran entre los principales factores que ponen el riesgo la salud nutricional de los niños guatemaltecos. Las enormes caídas de agua, tras las intensas lluvias ocasionan con mucha frecuencia severas inundaciones, deslaves y desbordamientos de ríos y lagunas, con la consecuente pérdida de las cosechas. En algunos casos, se ha dañado el 50% de los sembradíos de frijoles y maíz.
Según datos del Ministerio de Salud de Guatemala, hasta mediados de septiembre el Covid-19 ha dejado casi 13 mil muertos en todo el país desde el comienzo de la pandemia y actualmente hay más de 46 mil pacientes infectados de SARS-CoV-2. El mortal virus ha exacerbado los niveles de pobreza en la población total de Guatemala, y muy especialmente en los sectores más vulnerables, donde habitan comunidades indígenas y rurales bajo el umbral de la pobreza y en precarias condiciones de subsistencia.