Los talibanes tomaron el control de Kabul, la capital de Afganistán, después de décadas de conflicto y guerra. Además del conflicto, los afganos han estado luchando contra la pandemia de COVID-19, que ha dejado a muchos residentes en un estado de inestabilidad económica. Ahora se estima que 14 millones de personas en Afganistán, incluidos dos millones de niños, padecen inseguridad alimentaria, un total de aproximadamente una de cada tres personas en el país.
Desde que las fuerzas militares tomaran el control de Afganistán, representantes del nuevo Gobierno instaurado en esta nación prohibieron a las mujeres continuar en sus puestos de trabajo y la gran mayoría se mantienen encerradas en sus casas por temor al asecho de los militares talibanes. Una situación que también la están viviendo las niñas y adolescentes a quienes se les prohibió el regreso a clases. Los talibanes solamente están permitiendo que los niños y jóvenes varones asistan a la escuela. Los maestros que sí pueden trabajar son los hombres, porque a las maestras también les impidieron dar clases en los centros educativos.
Pobreza en Afganistán crece, tras invasión talibán
Afganistán es parte de una nación que enfrenta un posible colapso económico y, antes de la toma de posesión de los talibanes, casi la mitad del país vivía en la pobreza, un número que probablemente haya aumentado desde agosto. Es probable que la ayuda monetaria que solía ser proporcionada por otras naciones, la fuente de aproximadamente el 75 por ciento de los fondos gubernamentales del país, se agote bajo el control de los talibanes.
Es probable que esta falta de ayuda, junto con el aumento exponencial de los precios de los alimentos, deje a millones de personas hambrientas. Los precios de la comida comenzaron a subir a principios de 2021, ya que el fortalecimiento de los precios del petróleo aumentó los costos de transporte de alimentos hasta en un 50 por ciento en algunas áreas.
El costo de los bienes esenciales se duplicó en el breve lapso de la campaña militar de los talibanes y se espera que continúe aumentando con la inflación. Según Reuters, el agua que se vende en el aeropuerto de Kabul ahora cuesta hasta 40 dólares la botella. Tras las decisiones de Western Union y Moneygram de suspender el servicio al país, muchos afganos se enfrentan a este aumento de precios sin el apoyo crucial de los fondos enviados por familiares en el extranjero.
Si bien la ayuda para Afganistán ha venido históricamente de muchas fuentes diferentes, incluido Estados Unidos, incluso esta ayuda no siempre ha sido suficiente o incluso útil. Después de los ataques del 11 de septiembre, el ejército de Estados Unidos arrojó 37 paquetes de alimentos desde aviones de carga a las regiones más pobres de Afganistán. Los envíos de paquetes plantearon peligros para los lugareños, aterrizando en hogares, así como en, al menos, un santuario de importancia cultural y en medio de minas terrestres que costaron la vida a varios niños que intentaban recolectar la comida. En última instancia, esta ayuda no se acercó lo suficiente para ayudar a los 7,5 millones de personas que se estima que experimentaban inseguridad alimentaria en ese momento.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas ha estado proporcionando ayuda alimentaria en Afganistán durante más de 60 años, incluida la asistencia a más de 5,5 millones de personas en el primer semestre de 2021. Su asistencia ha adoptado la forma de sistemas alimentarios locales, incluido el apoyo a las explotaciones agrícolas y las empresas locales y la mejora de la infraestructura comunitaria. Prestan especial atención a las mujeres y los niños, para quienes la desnutrición es especialmente preocupante.
