El huracán Harvey bombardeó un tramo de la costa del Golfo de Texas ayer sábado con vientos que arrancaron casas y lluvias de proporciones épicas. Mientras los servicios de emergencia se esforzaban por evaluar la magnitud del daño, cientos de miles de personas estaban sin electricidad después de que los postes de servicios públicos fueran arrojados al suelo como si fueran pequeñas ramas.
La tormenta llegó desgarrando los techos de las casas, tumbando palmeras y señales de tráfico, y convirtiendo la tierra de los ranchos en lagos. El alcalde Charles J. Wax dijo que las condiciones eran demasiado peligrosas para enviar a los servicios de emergencia, pero que una revisión inicial había encontrado “daños generalizados”. “Tenemos una tormenta de categoría 4 justo delante de la nariz”, dijo el alcalde.
Aquellos que sufrieron la tormenta estaban impresionados por el poder de Harvey. Jamie Ellis, de 48 años, dijo que había estado viendo una película alrededor de la 1 de la mañana del sábado cuando un remolino se escuchó “como si llegara un tren de carga”. Las luces se apagaron, las puertas
del piso de arriba se abrieron y los objetos empezaron a dar vueltas dentro de su casa. Él, su esposa, Stacie, y su hijo, Zach, se refugiaron en un armario del dormitorio.
Harvey ha sido el primer gran huracán en llegar a Estados Unidos desde 2005, y se esperaba que sobrevuele Texas hasta por lo menos laa mitad de semana. Cuando golpeó tierra el viernes por la noche era un feroz huracán de categoría 4 para dar paso el sábado a una tormenta tropical. Sin embargo, los meteorólogos advirtieron que puede llover de manera muy contundente hasta Houston, la cuarta ciudad más grande del país.
“El torrente de agua de la tormenta es el elemento más peligroso de los huracanes”, dijo a CNN Brock Long, el administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. “Es lo que puede matar a la mayor cantidad de personas”.
A medianoche, las autoridades habían reportado dos muertes que parecían estar relacionadas con la tormenta, una en Rockport y la otra en Houston. Pero los meteorólogos advirtieron que el ataque de Harvey apenas había comenzando. En un aviso el sábado, el Centro Nacional de Huracanes de Miami dijo que la tormenta ya estaba produciendo “lluvias torrenciales”, y advirtió que “inundaciones catastróficas” probablemente llegarán en los próximos días.
En una conferencia de prensa en Austin, el gobernador Greg Abbott dijo el sábado por la tarde que los funcionarios permanecieron activos en los esfuerzos de búsqueda y rescate. “No tenemos ninguna información en este momento que podamos confirmar” sobre las muertes, explicó.
La tormenta siguió siendo un huracán mucho después de llegar a tierra cerca de las 10 de la noche del viernes, y la lluvia hizo difícil para las autoridades llevar a cabo incluso evaluaciones de daños preliminares. Más de 250 tejanos estaban sin electricidad el sábado, cifra que probablemente aumentará.
Las autoridades ordenaron evacuaciones en una amplia zona del estado.
A unas pocas millas de Rockport, un vehículo estaba en medio de una carretera de dos carriles con el techo arrancado y una X naranja pintada con spray en su parachoques, una señal de que los trabajadores de emergencia habían revisado el vehículo y no había nadie en el interior. Un pequeño rebaño de ganado andaba por un campo inundado, buscando tierra seca.
“Fue muy aterrador”, dijo Gene Coxsey, de 84 años, a la sombra de un hotel gravemente dañado. “No estoy seguro de por qué no se me pasó por la cabeza que debería haber salido de Dodge”.
Preocupado por el aumento de las inundaciones, el Departamento de Justicia Criminal de Texas evacuó a unos 4.500 presos el sábado de prisiones cerca del río Brazos a lugares en el este de Texas.
En Houston, las luces comenzaron a parpadear y, en algunos lugares, se apagaron. Aunque Houston, una ciudad de alrededor de 2,3 millones de habitantes, está entre las ciudades más propensas a las inundaciones de todo el país, las autoridades locales no ordenaron una evacuación.
Juan Cruz, de 52 años, compró una lona de un Walmart para ayudar a cubrir su techo con goteras. Vivió el huracán Mitch en Honduras en 1998 y recordó cómo había matado a sus vecinos, inundado caminos y desgarrado puentes. “Tal vez no sea tan malo”, dijo de Harvey. Depende de Dios.
Cerca, un hombre sin hogar, Roy Joe Cox, de 63 años, tiraba de una maleta con ruedas. “El huracán está llegando, y no tengo a dónde ir”, decía. Las lágrimas se formaron en sus ojos azules. Normalmente vive bajo un puente cercano, y esperaba conseguir una manta para protegerse de la inminente tormenta. “No soy un ladrón, pero iba a robarla porque no tengo dinero”.
El presidente Trump, ante el primer desastre natural significativo de su administración, emitió una declaración federal de desastre el viernes. La orden, solicitada por Abbott, cubre seis condados de Texas y abre la puerta para la ayuda federal.
La tormenta canceló cientos de vuelos, en parte porque Southwest Airlines y United Airlines tienen importantes presencias en Houston, según FlightAware, que monitorea el tráfico aéreo. Dos buques de crucero que estaban programados para regresar a Galveston, Texas, el sábado fueron desviados a Nueva Orleans.
Puede costar aún días antes de que se conozca el impacto total de la tormenta. Aproximadamente un millón de barriles diarios de capacidad de refinación se han dejado de producir en la costa del Golfo, y casi una cuarta parte de la producción de la costa se ha cerrado. Las terminales navieras de Corpus Christi responsables de importar y exportar petróleo y productos refinados también están cerradas. Y si el canal entre Port Aransas y Aransas Pass está gravemente dañado, se podría tardar semanas hasta conseguir dar salida a los productos de las refinerías del sur de Texas, incluso si las plantas no resultan dañadas.
La escasez de gasolina ya se está notando en Houston, donde los conductores han estado esperando en largas filas para llenar sus depósitos. Decenas de estaciones de gasolina se han quedado sin combustible en el área metropolitana, y los precios han aumentado.
Pocos lugares en el mundo tienen tanta infraestructura energética en peligro como la costa del Golfo de México. Houston, Corpus Christi, la ciudad de Texas y otras ciudades tienen grandes refinerías y terminales de gas natural, que fabrican y almacenan productos químicos peligrosos. El golfo mismo está atravesado por oleoductos y gasoductos que conectan las plataformas de producción a las tuberías en tierra. El potencial de una catástrofe ambiental, o al menos un golpe demoledor para la economía nacional, siempre está ahí cuando un huracán llega.
El complejo energético de la región ha evitado muchas balas a lo largo de los años, pero las evaluaciones de daños después de un huracán pueden llevar semanas.