Cuando Corea del Norte lanzó misiles de largo alcance este verano, y de nuevo el viernes, demostrando su capacidad de atacar Guam y tal vez de llegar a Estados Unidos, los propulsó con un combustible para cohetes raro y potente que las agencias de inteligencia norteamericanas creen que provenía inicialmente de China y Rusia.
El gobierno de Estados Unidos se está apresurando para determinar si esos dos países siguen suministrando los ingredientes para ese combustible altamente volátil y, de ser así, si el suministro de Corea del Norte puede ser interrumpido, ya sea a través de sanciones o de sabotaje. Entre los que estudian el tema, existe una creencia creciente de que Estados Unidos debería concentrarse en el combustible, ya sea para detenerlo, si es posible, o para aprovechar sus propiedades volátiles para ralentizar el programa de Corea del Norte.
Pero puede que sea demasiado tarde. Los funcionarios de inteligencia creen que el programa de Corea del Norte ha avanzado hasta el punto en que ya no depende tanto de proveedores externos, y que puede estar produciendo este potente combustible, conocido como UDMH. A pesar de un largo historial de advertencias de inteligencia de que Corea del Norte estaba adquiriendo tanto motores de misiles poderosos como el combustible para alimentarlos, no hay evidencia de que Washington haya actuado con urgencia para cortar el acceso de Pyongyang al raro propulsor.
Informes clasificados de las administraciones de George W. Bush y Obama exponían, con lo que resultó ser una claridad predecible, cómo la búsqueda del combustible altamente potente por parte de Corea del Norte le permitiría desarrollar misiles que podrían atacar casi en cualquier parte de Estados Unidos.
En respuesta a las preguntas del diario The New York Times, Timothy Barrett, portavoz del director de inteligencia nacional, dijo que “basado en las capacidades científicas y tecnológicas demostradas por Corea del Norte (junto con la prioridad que da Pyongyang a los programas de misiles), Corea del Norte probablemente sea capaz de producir UDMH a nivel nacional”.
Algunos expertos son escépticos de que hayan tenido éxito en la producción nacional, dada la gran dificultad de producir y utilizar el combustible altamente venenoso, que en naciones técnicamente mucho más avanzadas ha llegado a producir explosiones gigantescas de misiles y fábricas.
En público, por lo menos, la administración de Trump ha estado mucho más enfocada en los combustibles ordinarios (el petróleo y el gas usado para calentar casas y vehículos eléctricos). Estados Unidos se ha visto obligado a cortar esos suministros a los norcoreanos, pero la semana pasada se saldaron con recortes modestos en virtud de una resolución de Naciones Unidas.
No obstante, el domingo, el presidente argumentó que esas sanciones estaban surtiendo efecto. Escribió en Twitter que había hablado con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y le puso un nuevo apodo al líder del Norte, Kim Jong-un.
“Le pregunté cómo le iba a Rocket Man”, escribió el presidente Trump. “Se están formando largas colas para repostar en Corea del Norte. ¡Qué pena!”.
Pero entre las agencias de inteligencia y unos pocas personas en el Capitolio que han estudiado el asunto, Estados Unidos debe hacer un esfuerzo para controlar el UDMH en el programa de misiles de Kim Jong-un.
“Si Corea del Norte no tiene UDMH, no puede amenazar a Estados Unidos, es tan simple como eso”, dijo el senador Edward J. Markey, demócrata de Massachusetts, que forma parte de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. “Estos son los temas que la comunidad de inteligencia estadounidense tiene que responder: de qué países reciben el combustible (probablemente China) y si Corea del Norte tiene un arsenal y, en ese caso, cómo de grande es”.
Hoy en día, este producto químico es producido principalmente por China, unas pocas naciones europeas y Rusia, que lo llama el veneno del diablo. Rusia recientemente reanudó la producción del combustible, después de que se cortaran los suministros occidentales por su anexión de Crimea.
Pero los rusos son desconfiados en el asunto: desencadenó el peor desastre de la era espacial, en 1960, cuando decenas de obreros y espectadores soviéticos murieron durante una prueba de lanzamiento de uno de los primeros misiles balísticos intercontinentales de Moscú.
Estados Unidos ya no produce el combustible (la NASA advirtió de sus peligros tóxicos y explosivos ya en 1966, en un video que comienza con una explosión espectacular). Hace mucho tiempo, la flota nuclear estadounidense se convirtió a combustibles sólidos más estables, un movimiento que los norcoreanos están tratando de replicar. Pero podría llevarles una década, dicen los expertos, antes de dominar esa tecnología para propulsar misiles intercontinentales.
La Casa Blanca y las agencias de inteligencia norteamericanas se negaron a responder preguntas sobre lo que se estaba haciendo para cortar los suministros de Corea del Norte, citando la naturaleza altamente clasificada de sus esfuerzos por interrumpir el programa de misiles norcoreano. Esos esfuerzos han incluido ciberataques autorizados por el presidente Barack Obama en 2014.
Pero en las entrevistas con cuatro altos funcionarios estadounidenses que actuaron como impulsores del programa de Corea del Norte, ninguno de ellos pudo recordar una discusión específica sobre cómo interrumpir el acceso de Corea del Norte al combustible que ahora alimenta sus misiles de largo alcance. Los cuatro decían que, si bien había amplias discusiones sobre cómo penalizarles, no podían recordar ninguna que se centrara específicamente en el combustible propulsor.
Dos veces (en 2012 y 2014) el combustible se incluyó en las listas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de artículos de exportación prohibidos. Los expertos dicen que pocos prestaron atención a esa letra pequeña.
“Todo tipo de cosas prohibidas para exportar a Corea del Norte encuentran su camino”, dijo Vann H. Van Diepen, ex funcionario del Departamento de Estado que estuvo en el centro de muchos esfuerzos estadounidenses para controlar la propagación de las armas de destrucción masiva.
Un poco de historia
El registro de los esfuerzos estadounidenses por rastrear el progreso de Corea del Norte muestra una creciente preocupación que se remonta a una década atrás, cuando estaba obteniendo motores diseñados por los rusos para alimentar sus misiles, y el combustible necesario para ellos. Un memorándum designado como “secreto” y firmado en octubre de 2008 por Condoleezza Rice, entonces secretaria de Estado, advirtió a los aliados que Corea del Norte había obtenido un motor propulsado por UDMH que “representa un avance sustancial en la tecnología de propulsores líquidos de Corea del Norte”, añadiendo que “permite a Corea del Norte construir incluso misiles de mayor alcance”.
El informe, que se incluyó en documentos publicados posteriormente por WikiLeaks, fue una prueba de los primeros esfuerzos realizados para conseguir que los países que habían firmado el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles mantuvieran esas tecnologías fuera de las manos de Corea del Norte, Irán y otras naciones.
Cuando Hillary Clinton sucedió a la señora Rice en 2009, ella emitió una advertencia similar. “El próximo objetivo de Corea del Norte podría ser desarrollar un ICBM móvil capaz de amenazar objetivos en todo el mundo”, escribió a los Estados miembros del grupo de control de misiles.
El lanzamiento de misiles que tuvo lugar el viernes, en el que el proyectil se desplomó sobre el norte de Japón, fue de uno de esos lanzamisiles móviles, alimentado por UDMH, según mostraron los satélites espías.
La creciente dependencia de Corea del Norte del combustible se reforzó tras un desfile militar a finales de 2010, cuando Pyongyang desveló un misil de alcance intermedio conocido como Musudan. La mayoría de sus pruebas de vuelo fallaron, algunas causando grandes explosiones.
Funcionarios federales, ayudantes del Congreso y científicos de cohetes dicen que las pistas emergentes sugieren que, a lo largo de los años, Pyongyang obtuvo el combustible, su fórmula secreta y su equipo de fabricación de China, su principal socio comercial. Beijing sigue utilizando el UDMH para lanzar satélites y ojivas nucleares y desde hace mucho tiempo exporta la sustancia tóxica a todo el mundo.
China siempre ha negado haber ayudado al programa de misiles de Corea del Norte, y el combustible está incluido en una lista con 15 años de antigüedad de materiales relacionados con misiles en los que Pekín controlaba las exportaciones. Pero un informe secreto de 2008 que se incluyó en las revelaciones de WikiLeaks encontró evidencia de un “historial desigual en la aplicación de sus controles de exportación relacionados con misiles”.
Un alto funcionario de la administración reconoció que, como cuestión de política, no debería ser difícil conseguir una prohibición específica para el combustible. Si bien cortar el acceso al petróleo haría temer que se produzca un desastre humanitario, ya que 25 millones de norcoreanos se congelan durante el invierno, el combustible para misiles no es un producto derivado del petróleo, sino que se fabrica a partir de una familia de productos químicos utilizados en explosivos de gran potencia.
La cuestión ahora es si los norcoreanos han desarrollado sus propias capacidades para producir el combustible. Dada la determinación y el éxito del país en probar que podría lanzar un ataque nuclear contra Estados Unidos, los expertos creen que es sólo otro obstáculo a superar.
Eckhart W. Schmidt, que ha escrito un libro de texto de dos volúmenes sobre combustibles como el UDMH y ha visitado plantas de combustible en todo el mundo, dijo que su opinión era que Corea del Norte podría aprender cómo lograr la producción industrial “si se cortaba el suministro de China o Rusia”.
Van Diepen, ex funcionario del Departamento de Estado, dijo que en el cuarto de siglo en que los norcoreanos han trabajado en misiles cada vez más sofisticados, han pasado por muchas etapas de asistencia extranjera para obtener el combustible, los elementos, la fórmula y el equipo de fabricación. Dijo que Corea del Norte probablemente habría logrado cierta habilidad para producir el combustible volátil, aunque eso resultara en tragedias ocasionales.