Un discurso que aísla a la ultraderecha en España

El presidente del PP, Pablo Casado, pasó de ser víctima a verdugo y dejó "descolocado"a Santiago Abascal y al propio Gobierno. "Ha hecho un discurso brillante", le reconoció Pablo Iglesias.
Miguel P. Montes
España
23.10.2020
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El presidente del PP, Pablo Casado, se desmarcó el pasado jueves de la ultraderecha de Vox durante el debate de la moción de censura al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Durante media hora, el líder de Génova 13 voló los puentes que hubiera entre Santiago Abascal y él ante la euforia efervescente de la bancada popular y la estupefacción de Vox y del propio Gobierno. 

Este es el discurso íntegro de Pablo Casado: 

"Sr. Abascal, 'en política, lo que no es posible es falso'. Antonio Cánovas, seguro que le suena. 

Hoy quiero recordarlo porque lo que nos convoca aquí es una “moción de impostura” que nada tiene que ver con el debate sobre el interés general que exige la política con mayúscula. 

Nos hace venir a perder el tiempo en plena 2ª oleada de una pandemia que ha contagiado a 1 millón y se ha cobrado la vida de otros 60, ayer en plena jornada negra con más de 200 fallecidos. Nuestro corazón hoy está con todos ellos. 

Y todo ello mientras el Gobierno aprovecha esta moción para ocultar su fracaso de gestión, su arbitrariedad con las administraciones gobernadas por su oposición y la amenaza de imponer la excepcionalidad constitucional de nuevo.  

Pero Vox, para estas cosas tan prosaicas, ni está ni se le espera. 

Mientras nosotros llevamos 6 meses pidiendo una reforma legal y un pacto sanitario para luchar contra el coronavirus con eficacia, su única aportación ha sido Vista Alegre y un autobús descapotable.

Para este viaje no hacía falta alforjas. Tres meses creando expectación y atacando al Partido Popular para nada. Mucho ruido y pocas nueces. Como todo lo que hacen ustedes.

Planteó esta sesión como un acto de la precampaña catalana, y emprendió una huida hacia delante cuando el retraso electoral le dejó colgado de la brocha. 

Se ha pasado todo el verano arrastrando los pies y después de no encontrar un candidato de postín, no le ha quedado más remedio que registrar la moción, eso sí, con un pasillo de aplausos estilo Sánchez. 

Ya por fin han lanzado esta bengala para iluminar fugazmente a su candidato autonómico, pero sabiendo que no solucionaría la tiniebla en la que este Gobierno nos ha sumido, y que además señalaría su posición para que sus socios acudan al rescate, como ha ocurrido 

En 43 años de democracia ha habido cinco mociones de censura y tres de ellas han sido en los últimos tres años, esa es la inestabilidad que ha traído la nueva política.

Históricamente, las únicas mociones con sentido han sido las presentadas por el partido que lidera la oposición. Y le recuerdo que eso no es una atribución subjetiva, sino aritmética, o mejor dicho democrática: el PP duplica en diputados a Vox y multiplica por 30 sus senadores.

Sabe que la moción de censura es un mecanismo constructivo, así que lo que aquí se vota es si usted está capacitado para ser presidente de la cuarta economía del euro, y si su partido tiene la experiencia y la solvencia para liderar la Nación más vieja de Europa. La respuesta ya era evidente y ha quedado aún más clara: No.

Y por eso hoy le hablaré a usted como candidato. A Sánchez llevo hablándole a diario desde hace dos años, y en este hemiciclo lo hago todas las semanas. 

Se lo digo porque usted solo viene aquí una vez al mes cuando tiene pregunta, sobre todo este trimestre que se ha enclaustrado velando armas para esta justa medieval a la que nos ha retado.

No engañe a los españoles. Las mociones censura no son para censurar a un gobierno sino para nombrar uno nuevo. Ni siquiera son para convocar elecciones. Este señuelo ya lo usaron aquí hace dos años y todavía siguen en el banco azul.

La diferencia es que ellos tenían una mayoría alternativa y usted no. Por eso, no la hemos presentado nosotros, porque necesitaríamos los votos de independentistas y batasunos, y no los queremos.

Hoy Sánchez saldrá de este coso a hombros de los diputados de Vox y con su tendido ovacionándole. ¡Vaya capote le ha echado y vaya bajonazo con el que remata la faena, Sr. Abascal! 

Querían cortar dos orejas del PP y ha acabado de monosabio de Iglesias.

El dislate que hemos presenciado no es una moción de censura contra Sánchez, sino contra China, Soros, Botín, la Unión Europea, las autonomías y hasta la vestimenta de los políticos. Si hasta ha citado a Hitler y a la Unión Soviética. 

Y no será por falta de tiempo. Mientras usted preparaba concienzudamente su particular puesta de largo, apareciendo solo siete veces en público en tres meses, la política adulta ha seguido trabajando. 

Un humilde servidor ha hecho solo 50 actos, pero desde el PP hemos liderado la rebelión de los alcaldes, hemos derrotado al Gobierno en los Tribunales por su indolencia con la pandemia y hemos doblado el pulso a Sánchez en Europa por el golpe a la independencia judicial, como ayer se vio en la carta del Consejo. 

También hemos presentado una alternativa a la contrarreforma educativa, una ley contra la ocupación, un plan de choque económico, un pacto de Estado sanitario y la renovación del de pensiones.

Y, sobre todo, nuestros compañeros al frente de seis autonomías, 2.860 municipios y 13 diputaciones, cabildos y conseils, han estado gobernando para todos sus vecinos, justo lo que usted no sabe hacer, ni su partido ha hecho nunca. 

Así se debe liderar la oposición y una alternativa creíble, no recitando hazañas bélicas y cabalgando un ejército de trolls en las redes.

Sr. Abascal,

Le voy a confesar algo: en estos dos años como presidente del PP no he contestado a sus provocaciones, sobre todo por respeto a sus votantes, que en su mayoría han confiado siempre en nosotros, y también porque me resistía a creer su estrategia irresponsable y corrosiva para España. 

Pero hoy por fin ha quedado al descubierto: esta moción no la dispara contra el Gobierno, sino contra el partido que le ha dado trabajo 15 años. Y lamento decirle que el tiro le ha salido por la culata.           

Pero acepto el órdago: es hora de poner las cartas sobre la mesa. Hasta aquí hemos llegado.

Usted ha ejercido de Víctor Frankenstein para suturar las cicatrices que se estaban abriendo en el gobierno de Sánchez en los últimos meses. 

Ha llegado en auxilio de la criatura en su peor momento para revivirla una temporada más.

Debería plantearse por qué Sánchez acoge esta “función” de censura con tanto entusiasmo. Solo por eso, no debería haberla presentado. 

Pero lo que ocultan los dos es que se necesitan para sobrevivir: cuando se trata de polarizar, el acuerdo tácito es muy fácil entre los que sacan rédito.

Por esa razón, puede estar tranquilo: la izquierda le cuidará como hasta ahora, le dará toda la proyección que pueda, le usará para que siga su ofensiva contra el PP. Porque saben que somos el único proyecto que amenaza la posición del Gobierno y representa una alternativa real para España. 

Vox es el seguro de vida de Sánchez para seguir de inquilino en Moncloa. Ya se sabe que la política hace extraños compañeros… de colchón, en este caso.

Sin embargo, Señor Abascal, aunque dirija contra mí esta moción de censura, en realidad va contra usted mismo y las consecuencias de sus actos. Es una cortina de humo para encubrir su responsabilidad en la dramática situación que vive España. 

Lo que queda retratado hoy aquí es la destrucción que produce la política de división de Vox, jaleada por la política de enfrentamiento de Sánchez y patrocinada por sus respectivas terminales propagandísticas. 

Y si no, ¿diga qué festejaba usted con fuegos artificiales la noche de la victoria electoral de Sánchez, si menos de un año después, está presentando una moción contra lo que celebraba? 

¿Por qué prefirió conceder escaños a Sánchez en circunscripciones donde Vox no tenía ninguna opción, pero el Partido Popular sí? 

¿Por qué me pide hoy a mí un España Suma parlamentario imposible, después de haber rechazado hace apenas unos meses un España Suma electoral generoso, necesario y ganador? 

Usted eligió dar a Sánchez diputados para que pudiera ser presidente, y ahora viene a pedirme a mí los que no quiso que yo tuviera.

Señor Abascal, igual que S. Agustín antes de ser santo, usted quiere la virtud, pero no ahora. Mejor otro día. 

Ahora lo que quiere no es cambiar el Gobierno, que bien sabe que no lo va a conseguir, sino suplantar al PP. Pero abandone toda esperanza. No es el primero que lo intenta, pero sí le aseguro que será el último. 

Permítame que rebaje un poco sus expectativas y le ponga los pies en el suelo: usted acaba de tener cero diputados en Galicia y un solo diputado en el País Vasco, por cierto, al coste de hacer perder tres al constitucionalismo, como pasó en las elecciones generales en las que los amigos de los asesinos de Miguel Ángel Blanco consiguieron el escaño de su hermana porque los restos de votos de Vox no sirvieron para nada.

Vox es lo que es, pero respeto mucho a sus votantes y por eso voy a aprovechar la oportunidad para dirigirme a ellos. Primero, porque no merecen pasar por radicales o extremistas, porque no lo son. Segundo, porque no merecen ser utilizados para una agenda que aleja la gran alternativa centrada y ganadora que España necesita. Estoy seguro que no era eso lo que querían. 

Conozco muy bien el desencanto que llevó a muchos de ellos a alejarse del Partido Popular. Les entiendo. Tanto que esa fue la razón por la que me presenté a liderar mi partido. Lo que querían expresar con su voto era un mensaje que no ignoramos. Yo, personalmente, lo tengo muy presente.

Pero también les quiero decir a quienes le votaron lo que usted les ocultó. Ha llegado el momento de pasar del enfado a algo que pueda ser más constructivo y que no regale nunca más una victoria a Sánchez, con menos votos, debido a la división de sus adversarios.

Porque los españoles de hoy y de mañana nos van a juzgar por la capacidad que demostremos de reunir fuerzas para ganar, para detener y revertir este verdadero trienio negro en el que el gobierno ha sumido a España, desperdiciando los sacrificios que los españoles han hecho y usando otra crisis para dilapidar nuestra trayectoria de reconciliación, libertad y progreso. 

En democracia, reunir fuerzas es reunir votos, recuperar voluntades, renovar esfuerzos y buscar los grandes objetivos nacionales que queremos para España y sus ciudadanos. Lo demás es perder. Y perder significa que gobiernan otros. Los peores. Así de simple. 

Usted, Señor Abascal, solo ofrece a España fracturas, derrotas y enfados. Pero lo que es aún peor: usted ofrece a la izquierda una garantía de victoria perpetua. 

Su moción habla de fraude al electorado por parte de Sánchez. Lo hay, por supuesto. Pero esa es su coartada para no reconocer su propio fraude a su electorado. 

Usted sabía muy bien lo que ocurriría si Sánchez ganaba y formaba la mayoría radical e independentista otra vez. Sánchez mentía a todos, pero no engañaba a nadie. Y pese a eso, usted le dio una vez más la oportunidad de ganar y gobernar.  Y él la aprovechó, como usted deseaba.

Usted no dijo la verdad de los efectos de la división del voto, sobre sus planes y sobre sus propósitos reales. La ocultó. Confundió deliberadamente al electorado. Lo engañó.

Se sirvió de la buena fe de muchos españoles preocupados sinceramente por su país, utilizó su voto para debilitar a España y subastársela a Sánchez diciéndoles que no había riesgo de que eso ocurriera. 

Aun sabiendo que era falso el 1+1+1, las encuestas supuestamente clandestinas, 

las vallas anónimas en carreteras, los piquetes en nuestros mítines, los bulos en WhatsApp al grito del pásalo. En eso también se parecen al Partido Socialista.

Señor Abascal, usted juega al mismo juego que Sánchez, aunque lo juegue al otro lado del campo. Los dos quieren vaciar la España centrada para convertirla en su campo de batalla particular, y para eso el obstáculo es el Partido Popular. 

Son ustedes la derecha que más le gusta a la izquierda, y eso es ya todo lo que ya son.

Hoy se censura usted a sí mismo y me parece que, en esa censura, y no en la de Sánchez, va a tener más éxito del que le gustaría. 

Ha hecho la misma trampa que él. Ha cometido el mismo fraude que él. Usted ha puesto a los españoles en manos de Sánchez porque piensa que será desde esas manos desde las que se van a arrojar a las suyas.  

Y eso lo convierte a usted en colaborador necesario de todo ese catálogo de acusaciones que le han hecho estos dos días. 

¿Qué ha hecho usted para evitar lo que hace Sánchez? Sí, es el peor presidente de los últimos 40 años, 40. 

Sí, su Gobierno es el más negligente del mundo en la pandemia, con el récord de contagios y muertes por población relativa. Por eso, no parece sensato que ustedes pidan que las autonomías den sus competencias sanitarias a Simón, Illa y Sánchez.

Sí, es el que peor está gestionando la economía con 5millones de desempleados y 100000 empresas quebradas. Por eso, no entiendo que ustedes se opongan a bajar impuestos en Madrid, que pidan subir el salario mínimo ahora y que monten un sindicato.

Sí, la coalición ha atacado la separación de poderes y la independencia judicial, hasta que nosotros hemos movilizado a nuestros compañeros del PPE para frenarles. Por eso, no es responsable que ustedes pidan el Spexit para salir de la Unión Europea y tirar por la borda los fondos de reconstrucción y la PAC.

Sí, ellos pactan con independentistas que hemos tenido que echar de la Generalitat y del Parlamento Europeo acudiendo a la Junta Electoral Central. Por eso, es inexplicable que ustedes compartan grupo parlamentario en Bruselas con cinco partidos que apoyan la sedición de Puigdemont.

Sí, tienen al partido del vicepresidente imputado por financiación irregular atacando al Rey y ocupando las instituciones del estado. Por eso, no parece muy oportuno que ustedes pidan la supresión del Tribunal Constitucional y digan que comprenden el republicanismo confederal.

Sí, señor Abascal, todo esto es cierto y también lo es que usted no ha hecho nada para evitarlo.                              

Una de dos, o usted no se enteraba de nada cuando toda España sabía lo que nos esperaba si Sánchez ganaba las elecciones, o usted se enteraba como todos, pero le dio igual. O por ignorancia o embuste, debería dar explicaciones.

Creo que han tejido una simbiosis perfecta. Sánchez le regaló la campaña electoral con la exhumación televisada de Franco, que hizo que duplicaran en una semana su expectativa de voto, y usted le regaló a Sánchez la fragmentación electoral porque lo quería a él de presidente, y no a mí. 

Y hoy viene a hacerle otro regalo más: su victoria en su particular cuestión de confianza. Viene a fortalecer el bloque de investidura justo cuando más débil estaba, a rellenar con argamasa sus grietas cada vez más profundas ¿Por qué lo hace?

Pues porque en esta coalición que dice querer censurar está también Vox, en una pinza que ya han visto todos. Como los mangos de una tenaza, están unidos para apretar por ambos extremos a la España moderada, y ahí es donde les estorba el PP, en el centro.

Usted piensa que la pervivencia de este gobierno radical es su camino para sobrevivir, y piensa que ese camino tiene que pasar por el paisaje de ruina económica y tensión social que otros le dictan y usted ejecuta. 

Puro populismo: cuanto peor para España, mejor para usted. Es decir, prefiere sepultar el interés nacional bajo su propio interés. 

Todo esto lleva a una reflexión: si este Gobierno amenaza a España y si Vox garantiza la continuidad de este Gobierno, entonces la conclusión es clara: o Vox o España.

Desde el PP hemos pasado dos años intentando reagrupar el espacio electoral con propuestas concretas para que Sánchez no fuera presidente, usted lo sabe muy bien, como lo saben otros partidos. 

Advertí con lealtad y transparencia de lo que pasaría. Su patriotismo terminó cuando se reclamaban sacrificios. 

Y usted acabó debilitando a España solo para aparentar que ahora lamenta esa debilidad. 

Sr. Abascal, le diré claramente lo que es esta moción: una mentira más de Vox para que Sánchez siga en Moncloa. 

El problema de España no es sólo que la izquierda y los nacionalistas pretendan destruir la convivencia. El problema completo es que usted contribuye a ello. A la estrategia de ruptura horizontal de ellos, se suma la estrategia de ruptura vertical de Vox. 

Lo preocupante es que el proyecto reformista que ha hecho posible los mejores años de nuestra historia y que sigue siendo mayoritario en la sociedad española, lo encarna ya en solitario el Partido Popular.

La verdadera disputa que hay en España hoy no es entre la izquierda y la derecha, es entre rupturistas y reformistas, entre populistas y demócratas, entre radicales y centristas. Y usted y yo estamos en los lados opuestos de esa disputa. Vox es parte del bloque de la ruptura con Sánchez e Iglesias.

No somos equiparables, son muchas nuestras diferencias. Tantas como la distancia que media entre el liberalismo reformista y el populismo antiliberal. Entre el patriotismo integrador y el antipluralismo. Entre la economía abierta y el proteccionismo autárquico. Entre la vocación europea y atlantista y el aislacionismo. Entre el interés general y el oportunismo demagógico.

Por todo ello, Sr. Abascal, votaremos no a su candidatura a la presidencia del gobierno de España. 

Y votaremos no porque decimos no a la ruptura que usted busca; no a la polarización que usted necesita, como Sánchez; no a esa España a garrotazos en blanco y negro, de trincheras, ira y miedo; no a ese engendro antiespañol que también patrocinan ustedes, esa antipolítica cainita, de izquierda o de derecha destinada a hacer que los españoles se odien y se teman. 

Decimos no a su moción porque decimos no a Sánchez y a sus socios, los visibles y el que está en la sombra, que es usted. 

Pero ese no, es más que nunca un sí. 

Sí a la España de convivencia y tolerancia. 

Sí a la globalización y al libre mercado. 

Sí a la Unión Europea de derechos y libertades. 

Sí a la unidad nacional y a la Constitución entera, no por fascículos como pretenden ustedes. 

Sí al Estado de derecho, a la ley, a la seguridad, pero sin atajos ni demagogias. 

Sí al Estado autonómico, a la libertad de elección educativa, sanitaria y de servicios sociales. 

Sí a la familia, al futuro de los jóvenes, a la igualdad real entre hombres y mujeres. 

Sí a la bajada de impuestos, a la flexibilidad laboral, al apoyo a autónomos y pymes para crear empleo y garantizar las pensiones. 

Sí al medioambiente y a la digitalización que son banderas del PP desde hace 25 años y no las vamos a arriar aunque otros las copien y otros las critiquen.

Sr. Abascal, usted no da ninguna batalla por las ideas, usted tiene como única idea la de arrastrar a los españoles a una batalla. Igual que Sánchez e igual que sus socios. Forma parte de ese desgarro nacional, actúa y vive para eso: para enfrentar a la sociedad, para hacer imposible la convivencia. 

Usted expresa mejor que nadie el éxito que la izquierda está teniendo en su colonización cultural de una parte de la derecha.  

Su “consenso progre” de verdad consiste en que Sánchez siga en la Moncloa gracias a su imprescindible aportación.

Nosotros no apelamos a la identidad como vacuna contra la falsa superioridad moral de la izquierda. Porque es parte del mismo virus.

Política sin complejos, sí, pero con cabeza.

El colectivismo y el intervencionismo no se combaten con demagogia y populismo sino con libertad y tolerancia con cada persona, tenga el color de piel que tenga, rece al dios que rece, ame a la persona que ame, sueñe en la lengua que sueñe. 

A mí ustedes no me dan lecciones de principios y valores. Yo siempre he defendido la vida, también en las situaciones límite y en mi propia casa.

Como he defendido la reconciliación y la concordia también con mis antecedentes familiares represaliados.

Y la regeneración en mi propio partido, presentándome a unas primarias imposibles en vez de abandonar el barco.

Desde el PP seguiremos activos en la guerra cultural, sí, pero sobre todo en la de aquí y la de ahora. 

No contra conspiraciones judeomasónicas ni con el cantoral castrense.

Frente al revisionismo histórico, defendamos la Transición y la Monarquía constitucional. 

Frente al feminismo dogmático, ocupémonos de crear empleo para 2 millones de mujeres desempleadas.

Para defender la propiedad privada, actuemos contra la ocupación ilegal y los impuestos confiscatorios.

Por la libertad individual, defendamos la educación concertada y la especial.

Por la seguridad personal mantengamos la prisión permanente y la lucha contra la inmigración ilegal.

Por el estado de derecho defendamos la legalidad, ya sea en Cataluña, en Polonia, en Malta o Venezuela.

Sr. Abascal, la política real es hacer cosas por la gente. “A las cosas”, decía Ortega. Ortega y Gasset, no vaya usted a equivocarse con otro.

Déjeme explicarle con claridad qué es y qué no es el PP. Pensaba que no sería necesario hacer esta aclaración dada su trayectoria laboral, pero llegados a este punto me temo que es indispensable.  

El Partido Popular no somos ni furia ni ruido. No alimentamos fracturas, sino que queremos cerrarlas. Queremos unir a los españoles de nuevo. 

Queremos una España en red, sin colectivos aislados en búnker sin personas solas. 

Creemos en una sociedad abierta y libre, que no espera que los políticos la obliguen a hacer lo que ellos quieren, sino que la ayuden a hacer lo que ella quiere. 

¿Por qué la política tiene que crear bloques cerrados en lugar de lazos y conexiones? ¿Para qué sociedad hacen ustedes política, señores del bloque y de la ruptura? ¿Para qué país, señor Sánchez, señor Abascal; señor Abascal, señor Sánchez?

Nosotros defendemos una España unida y diversa. Uno de ustedes no la quiere unida. El otro no la quiere diversa.

Defendemos una España cohesionada y abierta. Uno de ustedes que no la quiere cohesionada. El otro no la quiere abierta.

Para nosotros, una idea política tiene que crear un vínculo entre españoles, no una fractura. 

No vivimos aislados, no queremos vivir enfrentados unos contra otros. No nos separen, no nos confronten. 

Somos un país demasiado importante como para vivir sin proyectos ambiciosos que tengan el apoyo estable de mayorías amplias. 

Esa agenda necesaria, que no nos la impone nadie, que es la que nos conviene y para la que podemos contar con ayuda si hacemos las cosas bien, debería ocuparnos a todos. 

Hay que unir esfuerzos y votos alrededor de ella. Era necesaria antes de las crisis sanitaria y económica y ahora lo es todavía mucho más, es sencillamente imprescindible. 

Pero mientras tanto, en lugar de esto, ustedes siguen barrenando cada día un poco más la convivencia, dinamitando la historia y el futuro comunes.  

Nosotros no queremos eso. Y por esta razón, señor Abascal, usted se permite llamarnos cobardes. 

Lea a Shakespeare, la discreción es la mayor parte del valor.

Usted nunca ha medido sus palabras al hablar del Partido Popular, al que usted y los suyos han dedicado insultos cada vez que han querido. 

Parece que usted es el único español valiente, el más sincero del mundo. Pero ahora me toca a mí decirle alguna cosa sobre el Partido Popular. 

Señor Abascal, no es que no nos atrevamos. No es que nos hayamos rendido. No es que seamos cobardes. Lo que ocurre es que no queremos ser como usted. No somos como usted porque no queremos ser como usted. Así de sencillo.

El Partido Popular no quiere ser otro partido del miedo, de la ira, del rencor y la revancha, del insulto y de la bronca, ni de la manipulación, la mentira y la involución frentista. 

El Partido Popular es el partido de la libertad, de las leyes, de la convivencia, del progreso, de Europa, de las autonomías y del municipalismo.

El PP es nuestro partido, pero no nuestra patria. Nuestra patria es España. Y por nuestra patria, este partido que usted conoce bien, y que a usted lo conoce muy bien, ha pagado un tributo de sangre que ahora pisotean personas como ustedes. 

No sé cuál es su idea de patriotismo, pero yo no lo concibo como el insulto a los que dan su vida por la libertad de todos. Especialmente cuando han sido tus compañeros. 

¿De verdad no tiene nada bueno que decir del partido en el que ha militado durante casi toda su vida? 

¿De verdad se va a dedicar ahora a repartir carnés de buen y mal ciudadano, como ha hecho Torra, como hace Otegui, y como le hacían a usted? 

Eso se llama ingratitud y deslealtad, aquí y en Covadonga.

Podrá medirse con nosotros cuando haya acreditado tanto coraje y servicio a España como ha hecho el partido que derrotó a ETA, con la ley, con toda la ley, pero sólo con la ley, que creó 7 millones de empleos, que metió a España en el Euro y que paró el plan Ibarreche y el plan Puigdemont. 

Hasta entonces debería tener más respeto, aunque haya cambiado de chaqueta.

Van ustedes de nueva política, pero usted ya tenía cargo público cuando yo estaba en el colegio, y alguno de sus diputados ya tenía escaño aquí el año que yo nací. 

Su supuesta nueva política ha traído poder a sus partidos, pero no a los españoles, a los que sólo trae problemas, inestabilidad, fracturas y debilidad.

Déjeme decirle algo: los insultos, los suyos y los de cualquiera, los aguantaremos como aguantamos el terrorismo, los escraches y el cordón sanitario, por la libertad y por España. Y en mi caso, créame, lo hago con una profunda decepción personal. 

Señor Abascal, no le gustamos. Perfecto, entendido. Usted a nosotros, tampoco. Usted ya es parte del problema de España, y no puede ser parte de la solución que mi partido representa. 

Su deriva es ya irreversible y no le va a llevar donde espera. Usted es parte del bloque de la ruptura, y nosotros somos parte de la red de afectos y proyectos que une y protege a los españoles. 

Ustedes alardean de ser populistas con demagogia de ofrecer soluciones fáciles, y generalmente falsas, a problemas complejos.

No veo mucha diferencia entre prometer bajo los adoquines la playa o arengar a los tercios de Flandes en vez de ocuparse de la industria que se va fuera de España.

Parece igual de ridículo pedir asaltar los cielos que debatir sobre el día de la toma de Granada en vez de resolver el problema del turismo.

Entre la nación de naciones y la España grande y libre hay un espacio intermedio donde estamos 47 millones de españoles hartos de esa polarización en la que ustedes echan esporas.

Sánchez y usted son el imán y el metal, no solo se atraen y se complementan, sino que expulsan todo lo que se resista a entrar en la política perversa de su campo magnético.

Pero la tarea del PP es impedir que, una vez más, minorías radicales como la suya y la de Sánchez arrastren a todo un país a un enfrentamiento. 

Ustedes separan y nosotros unimos. Nosotros sí guardamos la memoria y la enseñanza de los errores y de los aciertos históricos de España.  

Y sabemos que cuando se está dispuesto a imponer una idea a cualquier precio sobre una sociedad, esa sociedad acaba pagando siempre el precio más alto posible. 

El camino de ceniza y ruina por el que pretenden medrar solo nos conduce a un país de bandos y rencores. Ya hemos estado ahí, y no queremos volver. 

Tanto Sánchez como usted son igualmente nostálgicos del pasado, de las guerras de nuestros antepasados, como diría Delibes. 

Parece que no recuerdan las causas de esa tragedia, ni aprenden del fracaso al que condujeron.

Señor Abascal, Vox es el sueño del nacionalismo y el salvavidas de Sánchez.  La izquierda llevaba treinta años queriendo que hubiera un partido como Vox y ustedes se lo ha regalado. 

El suyo es un triste ejemplo de profecía autocumplida. Ha acabado facilitando lo que decía que venía a evitar. 

De verdad es que no le arriendo las ganancias: uno puede volver de todos los sitios salvo de la condición de muleta de este Gobierno.

Usted pasará, y solo habrá dejado escombros, igual que Sánchez; pero el Partido Popular seguirá aquí, construyendo día a día un país mejor y para todos. Y ya va para cuarenta años. 

Con aciertos y errores, por los que ya hemos pagado y que nunca se repetirán, trabajando para todos, nos voten o no, nos aplaudan o no.

El PP ha recibido las dos últimas mayorías absolutas que los españoles han otorgado en España y creo que recibiremos la próxima que quieran conceder.  

Estoy seguro de que los españoles no van a entregarse al enfrentamiento y a la ruptura que ustedes promueven. Volverán a elegir reformar y volverán a elegir convivir. Y para eso volverán a encontrar al Partido Popular. 

La responsabilidad fundacional del partido que presido fue unir a todo lo que estuviera a la derecha del PSOE, pero ahora tenemos que conseguir el reagrupamiento de todos los constitucionalistas, también de aquellos socialdemócratas avergonzados por lo que está haciendo Sánchez, y aquellos regionalistas que quieren seguir viviendo en la España unida y diversa que nos dimos en 1978 en la que todos cabemos.

Los populistas de todos los partidos reciben hoy una mala noticia: el Partido Popular no va a poner los coros ni la segunda voz al proyecto de ruptura de España, ni por la izquierda ni por la derecha. Ni al de Sánchez, ni al de Vox. 

Señor Abascal, usted ha debilitado gravemente la línea de defensa de la Nación española, que no estaba en episodios remotos de nuestra historia sino en las puertas de los colegios electorales hace apenas unos meses. 

Usted llamó a romper filas, pero nosotros seguiremos reclutando sueños y esperanzas para los españoles. Sin ustedes.

Ninguno de las epopeyas a los que ha recurrido en su propaganda se habría producido nunca si sus protagonistas hubieran actuado como usted.  

La distancia entre su ambición y su patriotismo es demasiado grande como para recorrerla con esta moción trampa. 

Esto se parece más bien al patético final en Escalona del ciego del Lazarillo de Tormes. Alguien le ha dicho que salte los más lejos posible y se ha dado de bruces con el muro de la realidad.

Y la realidad es que toda España ha visto que usted es el socio en la sombra de este Gobierno, al que hoy ha regalado el fracaso de su moción.  

España vive la peor crisis de su democracia por culpa de la arrogancia e incompetencia de Sánchez. Pero también por culpa de sus cómplices a ambos lados del hemiciclo. 

Nuestro país no volverá a encontrar la estabilidad y el camino del futuro mientras en esta Cámara los extremistas ocupen más de 200 escaños. 

Y por ello, haremos todo lo posible para que la sensatez y la solvencia se abran paso entre los dos polos, y con ello recuperaremos la libertad y la prosperidad que ha degenerado este gobierno. 

Yo no quiero a España porque sea perfecta, la quiero para que lo sea. 

La España constitucional es un tesoro de generosidad y de responsabilidad al que tenemos que hacer nuestra propia contribución. 

Para eso debemos poner en el centro lo que todos creamos necesario, y evitar lo que a cada uno puede resultarle inaceptable. 

Eso es la concordia. Así es como se crean los grandes consensos políticos y así es como se crean las grandes mayorías que cambian los malos Gobiernos y lideran a las grandes naciones.

Esa es la España en la que creo, esa es la España que merecen nuestros hijos.

Muchas gracias.

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