Con una redada y la incautación de 1.300 kilos de cocaína, en una nave industrial de Marín (Pontevedra), los policías nacionales que llevaban detrás de esta banda gallega tiempo, cerraron 2019. Solo se trata de una operación más contra el narcotráfico, que arroja un saldo de 10 detenidos en Madrid y Galicia, 550 euros incautados y 10 vehículos de lujo; el dinero era parte del pago de la coca que algunos de los arrestados habían llevado desde Alicante a un hotel de Madrid, donde se iba a realizar la transacción abortada por los agentes; la droga estaba en poder de los gallegos. Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol del narcotráfico. Las históricas familias gallegas que han transitado del contrabando de cigarrillos, al hachís y la cocaína, han pasado el negocio a las nuevas generaciones, tan ambiciosa como poco cautas.
Mafias españolas
¿Quién resiste la tentación de hacerse cargo del negocio del oro blanco?, ese mondongo libre de impuestos, que enriquece hasta por encima de las posibilidades de los avariciosos y llega con los mimbres consolidados: contactos en Colombia y países afines a la producción, enlaces, compinches, vías de transporte, canales de distribución, colegas del menudeo y clientes, que nunca faltan. Lo de siempre en las mafias españolas de narcos. Lo llamativo de esta redada es leer en la nota informativa: “Sus miembros, (los 10) de origen español, contaban con numerosos antecedentes policiales, incluyendo homicidios, robos con fuerza, hurto, blanqueo de capitales, delitos contra la seguridad del tráfico, falsedad documental y atentado a la autoridad, llegando a contar alguno de ellos con más de 50 antecedentes policiales”.
Por tierra, mar y aire
Para los ciudadanos que cumplimos con la Ley nos resulta harto complejo entender que con tal currículo delictivo estén en la calle, libres, ricos, al socaire; tal que la impunidad mantenga sus vidas a salvo de cualquiera de sus acciones ilegales y les perpetúe en el lujo del que disfrutan en barra libre. Quizás es que, ¿hay algo que no funciona? La realidad es tozuda. Sabemos que los narcos han hecho del tráfico su empresa millonaria y que los agentes que van tras ellos, les conocen con nombre, apellido y catálogo de arrestos. Sabemos que comparecen ante los jueces de turno y que, en ocasiones entran y salen del talego. También sabemos que el negocio continúa, en un serpentín inagotable. Porque, mientras los uniformados controlan las costas gallegas, incluida la llegada de los narcosubmarinos, uno de ellos localizado en el puerto de Aldán, en Cangas (Pontevedra), con 3 kilos de cocaína y manejado por 2 ecuatorianos apresados y un tercero huido, que habían zarpado de costas de América del Sur; pues bien, mientras el Atlántico es el coladero del polvo blanco, en Madrid se ha creado una central de compra venta de narcóticos.
Los macedonios, también
Una de las últimas pesquisas ha dado con 3 macedonios, en un centro comercial de Alcalá de Henares (Madrid), cuando manejaban 700 kilos de cocaína, que había llegado a bordo de una furgoneta (en ese momento sin conductor), estacionada en el aparcamiento, y a la que se dirigieron los oriundos de Macedonia del Norte con bolsas deportivas, para recoger la mercancía con destino a distribuidores españoles y otros de países europeos. Bueno, los macedonios también están en el ajo y parece que quieren alzar el vuelo, sin depender de sus vecinos albaneses, que sí tienen costa por la que navegar, lo que facilita mucho la llegada de alijos.
El mercado capitalino
Cualquier puerta es buena, si cuela. Sin salir de Madrid, uno de los grandes mercados de los narcos, en los últimos días de diciembre (2019), cayó La Negra. La colombiana T.P.M, histórica jefa, “a la que se le atribuye la traída de toneladas de cocaína a nuestro país durante años, quién contaba con la colaboración de un clan familiar, ubicado en Seseña (Toledo), compuesto por 6 miembros de una familia, todos colombianos”. La banda de La Negra, ante su deuda con sus proveedores y compatriotas de más de 3 de euros, asumió el riesgo que la llevó a lucir grilletes. Desde su almacén de estupefacientes en la capital, distribuía, a través de correos humanos, a distintas provincias y a Canarias; algo insólito, a tenor de los miles de kilómetros de costa atlántica que tiene el Archipiélago. Detenidos 13 de los muleros con 21 kilos de coca, la mujer recurre a sus homólogos gallegos, para no interrumpir los envíos a las islas que, ahora, hace a través de empresas de paquetería. La operación Parce-Cristal se salda con 39 detenidos; de ellos, 31 colombianos, 5 españoles, 2 venezolanos y 1 brasileño, además de la intervención de 73 kilos de cocaína y 1 de MDMA, 150 euros, 5 armas, el embargo de 4 inmuebles, 41 vehículos y 70 productos bancarios. Así es que, además de vigilar los mares, las carreteras, los contenedores, los aeropuertos, los centros comerciales, los aparcamientos…, los envíos puerta a puerta, están en el ojo de huracán.