El 70% de los jubilados franceses votaron a Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Sin embargo, la subida de un 1,7 % de los impuestos a este colectivo ha generado un amplio descontento entre muchos de los 16 millones de jubilados que hay en Francia.
Nueve sindicatos y varias asociaciones han convocado protestas en todo el país en contra de esta medida, que Macron considera de “solidaridad intergeneracional”.
“Os pido un pequeño esfuerzo para relanzar a los trabajadores activos”, afirmó el presidente francés en un coloquio con un grupo de jubilados en las calles de Tours. Para Macron, quitar un poco a los mayores para dárselo a los jóvenes ayudará a reactivar la economía del páis.
Desde el 1 de enero, los pensionistas sufrieron un aumento de un 1,7% del llamado CSG (Contribución Social Generalizada). Este impuesto, que está destinado a financiar la seguridad social, incrementó no solo a los pesionistas, sino que también a asalariados y contribuyentes que ganan más de 1.280 euros al mes, que suponen una cifra de cerca del 40%.
El resultado de esta medida se traduce en una pérdida de poder adquisitivo de las personas mayores, al mismo tiempo que los trabajadores tienen más dinero en el bolsillo para gastar.
Descontento general con Macron
Los pensionistas no son el único colectivo con un creciente malestar con Macron. El personal de las residencias de tercera edad también ha convocado protestas por la degradación de sus condiciones laborales y los recortes sufridos.
Otro sector que también está en pie de guerra es el de los maquinistas. Los ferroviarios de la SNCF (Sociedad Nacional de Ferrocarriles) han convocado una huelga de dos días por semana a partir del 3 de abril y hasta el 28 de junio. Se trata de una medida que protesta contra la nueva reforma aprobada por el Gobierno, en la que los nuevos contratados no dispondrán de los actuales ventajas laborales de esta empresa pública.
Macron es, junto a Chirac, el presidente francés que ha presentado una caída tan rápida de popularidad en sus primeros cien días de mandato. En julio de 2017, el 54% de los franceses apoyaba su gestión, frente a un 64% que aprobaba sus medidas el mes anterior, según datos del instituto demoscópico Ifop. Asimismo, los descontentos aumentaban del 35% al 43% en el mismo periodo de tiempo.
Esta caída de popularidad también afecta al primer ministro y mano derecha de Macron, Édouard Philippe.