Los vecinos de la localidad californiana de Perris están consternados, después de descubrir que compartían sus calles con dos auténticos torturadores. David Allen Turpin y su mujer Louise Anna eran un matrimonio aparentemente normal, pero con un oscuro secreto: mantenían a sus 13 hijos encadenados, desnutridos y a oscuras en el interior de su casa.
Esta estremecedora situación se ha descubierto gracias a que una de las hijas del matrimonio logró escapar y llamar a la policía. La niña cogió un teléfono móvil de su casa, salió de la vivienda y avisó a las autoridades. Cuando los agentes se personaron en el lugar, se encontraron con el matrimonio Turpin y con 12 de sus hijos dentro de la casa. Los niños estaban en un ambiente oscuro y malonliente y algunos de ellos se encontraban encadenados a las camas.
Al comenzar a investigar, los agentes descubrieron que, además, siete de los hijos no eran menores de edad. De hecho, uno de los supuestos niños tiene ya 29 años. Tanto los ya adultos como los menores se encontraron en un estado lamentable, con una severa desnutrición, por lo que han sido hospitalizados.
El matrimonio Turpin se encuentra detenido y se enfrenta a nueve cargos de tortura y diez cargos por poner en peligro a menores. El juez ha fijado para ellos una fianza que, en total, alcanza los 18 millones de dólares.
Por si todo eso fuera poco, se han ido conociendo más detalles de la familia Turpin, que hacen aún más escabrosa la historia. Según se puede ver en su página de Facebook, los Turpin hacían que todos sus hijos llevasen el pelo igual, cortado a tazón, como el padre. Mientras, las hijas vestían y se peinaban de forma idéntica.
Otro dato, si cabe, más llamativo, es que los Turpin vivían en una parcela en la que hay un colegio, fundado en 2011. Aún así, David Turpin aparece en los registros como director de un centro escolar que lleva su mismo nombre. Un centro en el que, según se ha sabido, hay inscritos seis alumnos.