El origen del 1 de mayo como fiesta del trabajador se remonta a finales del siglo XIX durante la Revolución Industrial. La reivindicación de “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso” resurgía con inusitada fuerza en el incipiente movimiento obrero. Un lema que trataba de acabar con las maratonianas jornadas de trabajo que se prolongaban hasta las dieciséis horas diarias.
Y todo ello se materializó el 1 de mayo de 1886 en la ciudad norteamericana de Chicago en una marcha pacífica en la que se pedía la reducción de la jornada laboral a las ocho horas diarias. La protesta acabó violentamente con la muerte de varios trabajadores a disparos de la policía. Y a continuación, tres días después estos sucesos, en otra manifestación, se recrudecieron con la muerte de un policía y 38 trabajadores.
Tras estos hechos fueron detenidas numerosas personas y dos meses después el proceso judicial iniciado contra ocho de los trabajadores detenidos acabó con penas de prisión para tres de ellos y la horca para los cinco restantes, conocidos desde ese momento como los “mártires de Chicago”.
Día Internacional del trabajador
Tres años después de aquello, en 1889 la II Internacional decidió que en honor a los obreros condenados a muerte se conmemorase en todo el mundo el 1 de mayo como el Día internacional del trabajador. Desde ese momento, serían los movimientos anarquistas y comunistas los que cogieron el relevo de las reivindicaciones sociales y laborales en todo el mundo.
La reivindicación de “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”, un enunciado repetido con insistencia durante el último tercio del siglo XIX, fue la espoleta que supuso la consecución a finales de siglo de la limitación de la jornada laboral en ocho horas en los Estados Unidos.
Mientras, en Europa sería durante las dos primeras décadas del siglo XX cuando progresivamente los gobiernos y parlamentos de España, Francia, Inglaterra, Alemania… fueron promulgando leyes que implantarían las ocho horas en la jornada laboral.
Acabada la II Guerra Mundial el movimiento obrero se relanza convirtiendo el Primero de Mayo en una fecha reivindicativa de manifestaciones y celebraciones populares. Y ya en el presente siglo se ha intentado popularizar la denominación de Día del Trabajo en sustitución del Día Internacional del trabajador, en un intento fallido por parte de ciertos “lobbies” de descafeinar tal jornada reivindicativa.
Aun así sindicatos y organizaciones obreristas continúan afirmando que las conquistas sociales y laborales se consiguen en las calles y no en las urnas. De ahí que el 1 de mayo siga considerándose el mejor escaparate reivindicativo.
El 1 de mayo en España
El 1 de mayo de 1890 se celebró por primera vez en Barcelona una manifestación en homenaje a los “mártires de Chicago”. Pero tal fecha conmemorativa sufrió diversas interrupciones al ser consideradas proscritas durante las dictaduras de Primo de Rivera (de 1923 a 1930) o la de Francisco Franco (de 1937 a 1976).
A finales de marzo de 1919 se aprobó un decreto en toda España que establecía que la duración de la jornada laboral fuese de ocho horas diarias, tras la sonada huelga en Cataluña durante 44 días promovida en todos los sectores productivos por el sindicato de corte anarquista CNT (Confederación Nacional del Trabajo). De hecho, sería el país pionero en Europa en promulgarlo.
Tras 40 años de prohibición, en 1977, dos años después de la muerte de Franco, con la llegada de la democracia se volvieron a celebrar en varias ciudades españoles manifestaciones el 1 de mayo, tal y como venía sucediendo en el resto de países del viejo continente.