Lukashenko ha tomado posesión en una ceremonia simbólica organizada en el Palacio de la Independencia de Minsk y ante cientos de personas, entre ellas las principales autoridades del país, según la Agencia de Noticias oficial BELTA. El mandatario ha leído sobre la Constitución un formalismo que le compromete a "respetar los derechos y libertades" de la ciudadanía.
"El día de la inauguración presidencial es un día de victoria común", ha proclamado, en un discurso donde se ha mostrado "orgulloso" de los ciudadanos. "No solo hemos elegido al Presidente del país. Hemos defendido nuestros valores, nuestra vida pacífica, nuestra soberanía e independencia", ha declarado. En este sentido, ha avisado de que Bielorrusia "dio por sentada" la independencia durante "mucho tiempo", y en ocasiones, "no la ha apreciado". "Bielorrusia puede ser un país joven a escala mundial, pero los bielorrusos ya no somos niños, somos una nación", ha añadido.
El Presidente considera que "queda mucho camino por recorrer" y ha apelado a la estabilización, dejando claro que él será quien siga llevando las riendas: "no tengo derecho a abandonar a los bielorrusos". No obstante, ya ha dado por "fracasada" la "revolución", considerando que "ha sido por decisión de los bielorrusos que no quieren perder el país".
Lukashenko, que ha agradecido la "lealtad" de las Fierzas Armadas en este periodo, ha destacado que "pese a la sofisticada y maligna presión desde el exterior", los ciudadanos "aún se respetan los unos a los otros". "La presión externa sin precedentes solo nos ha hecho más fuertes, más decididos a luchar por lo que nos pertenece", ha insistido.
Elecciones en duda
La Presidenta de la Comisión Electoral, Lidia Yermoshina, le ha entregado el miércoles a Lukashenko el certificado que le acredita de nuevo como Jefe del Estado, en virtud de unos comicios en los que, según los resultados oficiales, obtuvo más del 80% de los votos. La oposición ha puesto en duda este margen y ha denunciado fraude.
Lukashenko ha rechazado cualquier medida de concesión a los manifestantes, a los que ha acusado de servir a intereses externos y de buscar un cambio de régimen. Tan solo se ha abierto a una reforma constitucional, con su homólogo ruso, Vladimir Putin, como principal defensor en la escena internacional. Otros gobiernos y organizaciones, entre ellas la Unión Europea, han afirmado que no reconcocen las elecciones del 9 de agosto y han dado pasos de acercamiento a dirigentes opositores como la excandidata presidencial Svetlana Tijanovskaya, que esta misma semana se reunió con Ministros de Exteriores europeos. El equipo de Tijanovskaya ha cuestionado la legalidad del nuevo mandato de Lukashenko, ironizando con que la ceremonia demuestra que cualquiera puede ser presidente: "tomas la Constitución, pones una mano en ella, dices varias veces "juro", firmas un papel que diga "soy presidente" y te los metes en el bolsillo".
Tijanovskaya versus Lukashenko
Siguiendo en esta postura, la dirigente opositora bielorrusa, Svetlana Tijanovskaya, ha asegurado que el "secreto" inicio del sexto mandato de Lukashenko, solo evidencia su deseo de seguir en el poder a toda costa y ha afirmado que, con los "hechos" que ya se conocen, "no es el Jefe de Estado ni legal ni legítimo" de la antigua república soviética.
Según Tijanovskaya, respecto a la ceremonia de toma de posesión de Lukashenko, ésta se ha organizado con la zona central de Minsk "bloqueada" por el despliegue de las fuerzas de seguridad y del Ejército.
Tijanovskaya, la candidata opositora más votada en las elecciones del 9 de agosto, ha hablado de forma telemática ante la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), para volver a poner en duda los resultados de dichos comicios. Según la Comisión Electoral bielorrusa, Lukahsneko obtuvo más del 80% de los votos. Pese a las manifestaciones en las calles y a las críticas de la comunidad internacional, el Presidente ha organizado su "propia inauguración", haciendo caso omiso de cualquier crítica. "Lukashenko perdió su legitimidad hace mucho tiempo", ha sentenciado la líder opositora, que abandonó Bielorrusia tras las elecciones.
Según Tijanovskaya, se trata de una "retención ilegal del poder" por parte del veterano mandatario, que hasta ahora ha evitado hacer concesiones a una oposición que pide "diálogo" y un nuevo proceso electoral. La excandidata presidencial ha lamentado que, en lugar de favorecer un acercamiento, las autoridades bielorrusas hayan optado por la represión.
Así, ha recordado que la mayoría de los representantes de la oposición están fuera del país o detenidos y ha reclamado una amnistía para poder tender puentes y avanzar en la resolución de esta crisis. "Tenemos derecho a que haya elecciones libres y justas y lo lograremos", ha enfatizado.
Falta de legitimidad
Por su parte, los gobiernos de varios países europeos han avisado de que no reconocen la legitimidad del Presidente de Bielorrusia, Lukashenko, para seguir en el poder, unas horas después de una inesperada toma de posesión.
El Portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, ha afirmado que las elecciones del 9 de agosto no se celebraron de forma justa ni libre, por lo que "de ninguna manera cumplen los requisitos mínimos para unas elecciones democráticas", según la Agencia de Noticias DPA. Al no poderse invocar la legitimidad democrática en estas circunstancias, Lukashenko no podría ser reconocido como Presidente legítimo de Bielorrusia, ha explicado el Portavoz del Ejecutivo de Angela Merkel.
Los países bálticos, que han liderado las críticas contra las autoridades bielorrusas en el seno de la UE, también han cuestionado la "farsa" de este miércoles, como ha descrito el Ministro de Exteriores lituano, Linas Linkevicius, la toma de posesión. "Elecciones amañadas. Inauguración amañada. El expresidente de Bielorrusia no es ahora menos ex. Al contrario. Su legitimidad es un hecho con todas las consecuencias que ello conlleva", ha señalado Linkevicius en su cuenta de Twitter.
Su homólogo letón, Edgars Rinkevics, se ha pronunciado en la misma red social para poner en cuestión la ceremonia "secreta", que "no legitima el fraude electoral y su estatus como Jefe de Estado". En este sentido, ha aseverado que "solo un proceso político genuino" puede resolver la crisis y ha lamentado "que las voces del pueblo bielorruso y de la comunidad internacional no importen".
Para el estonio Urmas Reinsalu, la ceremonia "ilegítima" va "contra todos los principios de la democracia". "Lukashenko", ha añadido, "claramente ha perdido su mandato", por lo que el Jefe de la Diplomacia de Estonia ha reclamado que haya elecciones "libres y justas" para que "los bielorrusos tengan al presidente que merecen".
La Ministra de Exteriores de Suecia, Ann Linde, ha considerado que la "imprevista" toma de posesión no hace sino reafirmar la "falta de legitimidad" del mandato bielorruso y ha prometido que su Gobierno seguirá trabajando para que Lukashenko "rinda cuentas por la violencia y la represión contra la oposición y manifestantes pacíficos".
Los 27 Estados miembros de la UE reiteraron el lunes su respaldo a las protestas pacíficas en Bielorrusia contra la reelección de Lukashenko, pero no lograron el consenso necesario para adoptar sanciones por falta de unanimidad, pese a que ya había un pacto político previo.