La crisis del coronavirus se ha llevado por delante miles de puestos de trabajo. Pero, nadie se habría imaginado que el mayor burdel de todo el continente europeo, por primera vez en su historia, se declarase en quiebra por culpa de la pandemia. El club nocturno ha confirmado que se ha quedado sin reservas por culpa de la pandemia y no sabe cómo va a hacer frente a los gastos fijos del edificio y de todos los empleados.
[Sumario]
El “Pascha”, situado en la ciudad germana de Colonia, conocido por ser el mayor burdel de todo el continente europeo, se ha visto obligado a declararse en quiebra ya que lleva cinco meses con las puertas cerradas, sin ningún tipo de actividad, por culpa de la prohibición de la prostitución, una de las medidas restrictivas y de prevención para luchar contra la pandemia del coronavirus.
Armin Lobscheid, gerente del establecimiento, ha declarado en el diario local “Express”, que este paso era algo inimaginable, pero este mismo martes ha tenido que solicitar la suspensión de pagos ante el Tribunal Administrativo. Su negocio está completamente acabado.
El establecimiento, en el que trabajan un total de 120 mujeres, no tiene más reservas para poder hacer frente a todos los gastos del edificio, de nada más y nada menos diez plantas, y poder pagar a la totalidad de los setenta empleados entre los que se encuentran masajistas, cocineros, operarios, peluqueros, personal de seguridad y de limpieza…
Lobscheid ha criticado duramente a las autoridades por no ser lo suficientemente claras a la hora de confirmar una posible reactivación del edificio y el hecho de que siempre hayan dado largas a este sector, lo que hace que la planificación sea muy complicada. También podrían haber evitado la insolvencia si los bancos hubieran ayudado más y si nos hubieran confirmado que a principios del 2021 retomarían la actividad. Además, todo el mundo sabe que el negocio del sexo continúa, aunque no de la manera que les gustaría: sin pagar impuestos y en el anonimato.
Según el empresario, las más afectadas por esta situación son las propias prostitutas ya que sigue existiendo demanda, aunque se encuentran con los clientes en caravanas, hoteles, vehículos y apartamentos. Esto hace que no tengan ningún tipo de protección y están completamente expuestas, ya que si ocurre algo es muy difícil que acudan a la policía. Los clientes son conscientes y, por ejemplo, les obligan a tener sexo sin preservativo.
Ahora hay muchas preguntas sobre qué hará el propietario con el gran edificio. No parece viable que se utilice como hotel o como centro de acogida para personas refugiadas, pues necesitaría una reforma total con el gasto que eso implica.