Estados Unidos siempre se ha caracterizado por tener una estrecha relación con las armas. En periodos de crisis la compra crece exponencialmente, y la pandemia global del coronavirus no ha sido una excepción. El FBI llevó a cabo en marzo 3,7 millones de revisiones de antecedentes, el proceso previo necesario para poder adquirir un arma en muchos estados, lo que supone el récord histórico desde que se implantó este sistema en 1998. Estas cifras superan las ventas de diciembre de 2015, cuando se realizaron 3,3 millones de verificaciones después de que Obama planteara limitar el comercio de armas como respuesta al tiroteo de San Bernardino (California).
El desabatecimiento de productos básicos que se ha producido en el inicio de la epidemia en Estados Unidos —algo que ha ocurrido en la mayoría de países afectados por la Covid-19— ha llevado a la gente a temer posibles saqueos y la reacción de muchos ha sido armarse y acumular municiones de todo tipo. Además, según NBCNews, "muchas de las ventas de marzo fueron hechas a compradores que nunca habían poseído un arma".
Otros momentos en los que el consumo de armas creció de manera significativa ocurrieron tras los atentados del 11-S de 2001 y el tiroteo de Sandy Hook en 2013, un colegio de Connecticut donde fallecieron 20 niños menores de 10 años. En Estados Unidos hay 393 millones de armas de fuego, según el portal especializado Small Arms Survey.