Casi se ha convertido en algo común en Francia: Un ataque terrorista rompe los ritmos de la vida cotidiana, derramando sangre y angustia. En este último caso, el asaltante resulta ser alguien conocido por las autoridades.
Lo que es diferente ahora es el momento, ya que París está de nuevo en alerta máxima, menos de 24 horas antes de que el país acuda a las urnas el domingo en una de las carreras presidenciales más tumultuosas e impredecibles que se recuerdan.
El catastrófico asalto del jueves por parte de Karim Cheurfi, de 39 años, con nacionalidad francesa y antecedentes de violencia, dejó a un oficial de policía muerto en la acera de los Campos Elíseos.
También ha proporcionado una potente oportunidad para que los conservadores, principalmente Marine Le Pen, líder del Frente Nacional de extrema derecha, utilicen la violencia para tratar de hostilizar a los inmigrantes y los musulmanes, así avivar el temor de si los ciudadanos pueden ser protegidos del terrorismo.
Apenas hace una semana, con las cifras de las encuestas cayendo, Le Pen trató motivas a sus votantes con un fuerte recurso contra los musulmanes y los inmigrantes. Ahora ella se posiciona como la mano dura contra el terror, mientras se conoce que Cheurfi, junto a varios atacantes antes que él, había estado siendo vigilado por las autoridades.
La oficina del fiscal de París reconoció el viernes haber abierto una investigación preliminar sobre terrorismo contra Cheurfi el pasado 9 de marzo. Fue arrestado en febrero, pero lo pusieron en libertad por falta de pruebas. Después del ataque del jueves, la policía encontró cuchillos de cocina, un arma de fuego y un Corán en el maletero del coche que conducía, y también trozos de papel con garabatos de lealtad al Estado Islámico, a quien se atribuyó el ataque.
Le Pen se echó inmediatamente encima, burlándose del presidente saliente, François Hollande, y prometiendo ser un líder que no pestañearía al usar mano dura.
“Durante 10 años, bajo los gobiernos de izquierda y derecha, todo se ha hecho para que seamos perdedores”, dijo, hablando desde su sede del partido a las afueras de París. “Debe haber un presidente que actúe y que proteja”.
Sin ir más lejos, hace unas horas Le Pen tuiteaba:
Este domingo, la única verdadera pregunta vale la pena preguntar: ¿Quién tiene la voluntad y el coraje para proteger a Francia y los franceses?
Ce dimanche, la seule vraie question qui vaille : Qui aura la volonté et le courage de protéger la France et les Français ? pic.twitter.com/ziA2JyYZ4j
— Marion Le Pen (@Marion_M_Le_Pen) 21 de abril de 2017
Pero la señora Le Pen no fue la única que ganó. Algunos analistas pronosticaron que el principal beneficiario electoral podría ser el candidato de centroderecha Xavier Fillon, que escribió un libro el año pasado llamado “Derrotar al totalitarismo islámico”, y que también usa una retórica dura para describir la lucha antiterrorista como una guerra de civilizaciones.
Fillon, ex primer ministro, y una vez líder presidencial, había languidecido en las encuestas después de enredarse en un escándalo de nepotismo que acabó con cargos de malversación en su contra. Pero ha estado ganando terreno en las últimas semanas, y el ataque podría darle el empujón final.
También en su cuenta de Twitter Fillon afirmaba “Voy a poner todas mis fuerzas para servir a la finalidad protectora y la unidad nacional.”
Les Français doivent être rassemblés, faire bloc. Je mettrai toutes mes forces au service de l'objectif de protection et d’unité nationale. pic.twitter.com/5LAcA2ciCd
— François Fillon (@FrancoisFillon) 21 de abril de 2017
“Puedes imaginar un movimiento hacia alguien que ha sustentado poder”, dijo Dominique Reynié, un experto de la extrema derecha que enseña en Sciences Po. “Él ha escrito sobre terrorismo. Ha sido primer ministro”.
“Para Marine Le Pen, no tendrá ningún efecto”, dijo Reynié. “Ella ya está en el nivel que ha alcanzado, en parte debido al terrorismo”.
Durante el viernes, las autoridades de París continuaron su investigación a medida que se conocían más detalles sobre Cheurfi, que fue asesinado por la policía durante los incidentes. Había sido condenado por crímenes cuatro veces y pasó más de 10 años en prisión, la mayor parte del tiempo por disparar contra agentes de policía durante un robo de 2001, reconoció el fiscal de París, François Molins, durante una conferencia de prensa el viernes por la tarde.
El arresto de Cheurfi en febrero fue por amenazar a la policía, pero las autoridades carecían de suficientes pruebas para detenerlo. Al ser consultado sobre su liberación, Christophe Rouget, portavoz de uno de los principales sindicatos de la policía, dijo: “Vivimos en un estado de leyes, después de todo”, citando la falta de pruebas incriminatorias en su contra.
Aun así, la policía hizo que Cheurfi fuera objeto de una investigación preliminar de terrorismo, dijo Molins. “El historial criminal de Cheurfi, su trayectoria, justificó la búsqueda de datos por parte de la oficina antiterrorista de mi oficina, dentro del contexto de terrorismo”, agregó.
Un hombre identificado por BFM-TV como el abogado de Cheurfi lo describió como “extremadamente aislado, una persona solitaria”, que pasaba gran parte de su tiempo jugando con videojuegos. “Su desarrollo se había interrumpido”, dijo el abogado, Jean-Laurent Panier. “Su padre y su hermano estaban preocupados por él”.
El Estado islámico ha reclamado la responsabilidad del ataque, pero los vecinos de Cheurfi en el barrio parisino de Chelles lo describieron como tranquilo, sin mostrar signos evidentes de radicalización. “No era muy amable. Parecía bastante orgulloso”, dijo Augusto Rodríguez, un vecino.
Cheurfi no estaba entre los famosos “S-Files” de Francia, los miles de sospechosos de extremismo que el estado vigila oficialmente, pero no tiene suficientes pruebas formales para arrestarlos. Los S-Files han adquirido un estatus de “Bogeyman” casi mítico en la imaginación francesa (Bogeyman es un aterrador ser legendario caracterizado como un asustador de niños). El viernes, Le Pen pidió su expulsión del país. En una manifestación en Marsella a principios de semana, los calificó como “un inmenso ejército de sombras que quiere que vivamos con terror”.
Envalentonada tras el ataque de los Campos Elíseos, Le Pen buscó, como suele hacerlo, situar la lucha antiterrorista como una lucha por el alma francesa. La idea es el centro de su campaña nacionalista, y aunque su ímpetu se ha desacelerado, todavía sigue en primer lugar en muchas encuestas. “Francia no es el objetivo por lo que hace, sino por lo que es, y por los franceses, por la sencilla razón de que son franceses”, dijo Le Pen.
El gobierno francés reaccionó de inmediato a las exigencias de Le Pen. “Buscaba, como después de cada tragedia, aprovecharla para sembrar la división”, dijo el primer ministro, Bernard Cazeneuve. “Ella está tratando de aprovecharse descaradamente del miedo y la emoción con fines exclusivamente políticos”.
En el barrio donde ocurrió el ataque, visitado diariamente por miles de turistas, las propuestas de Le Pen fueron bien recibidas. “Acaba de ganar un punto en las encuestas. Por lo menos”, dijo Christophe Pohls, un barman en un café en la Rue de Ponthieu.
“Cuando ves lo que está pasando estos días, seguro, seguro, esto le ayuda. Quiere cerrar las fronteras. Prestar más atención a lo que está pasando en Francia”, afirmaba Pohls, quien aprobó la idea de Le Pen de expulsar a los llamados S-Files.
Su amigo Henri Martins, a cargo de la seguridad en una discoteca local, estuvo de acuerdo. “Definitivamente es una feliz coincidencia para ella”, dijo, mientras expresaba lo que describió como la porosidad del sistema de justicia penal.
“Ellos arrestan a estos chicos 10 veces, ¿y los dejan salir?”, preguntó Martins, un ex policía. “Venga hombre. Por supuesto, esto va a mejorar su puntuación”.
El ataque ocurrió el jueves por la noche, y el viernes por la mañana la gente del vecindario todavía seguía recuperandose. “Alucinante. Primero, tres disparos, luego cuatro. Estábamos cocinando y tuvimos que parar”, dijo Jean-François Desloovere, cocinero en La Casita, en la calle Washington, a la vuelta de la esquina. “En el momento en que veías a la gente corriendo, sabías lo que pasaba”, recordó al mirar hacia abajo los Campos Elíseos, que estaban normalmente llenos, “y estaban totalmente vacíos”, con personas tratando de esconderse en los escaparates “como moscas pegadas al cristal”.
En Le Carpaccio, en la calle de Berri, los clientes oyeron las ráfagas de disparos, vieron a la gente corriendo por la concurrida calle y cayendo al suelo. “Se caían al suelo y rompieron todos los vasos”, dijo Jamila Maachaoui, que estaba barriendo los cristales el viernes por la mañana.