Laboristas y algunos conservadores se han unido en el Parlamento de Reino Unido para respaldar una enmienda que bloquea la capacidad económica del gobierno británico para encarar la salida de la Unión Europea de forma unilateral. 303 diputados frente a 296 es el resultado de la votación, que propina un duro golpe a Theresa May en la recta final de la negociación del Brexit.
El miedo a las consecuencias de abandonar la UE ha cundido entre los parlamentarios y eso ha permitido aprobar la enmienda número 7 a la ley de presupuestos. Esta prerrogativa veta el control de la economía por parte del gobierno en caso de necesitar ingresos adicionales una vez consumado el Brexit, salvo tres supuestos: que se apruebe un acuerdo que permita la salida de la UE de forma gradual, que el propio Parlamento británico de visto bueno a la salida unilateral, o que se alargue el plazo de negociación con Europa (que acaba el 29 de marzo) mediante la extensión del artículo 50.
Esta votación resulta muy importante por su dimensión política y no tanto por la jurídica. El hecho de que algunos conservadores se hayan unido a los laboristas en la negativa de un Brexit duro deja en evidencia al ejecutivo de May.
De hecho, la rumorología dejó caer que May y su gobierno votarían a favor de la enmienda para evitar la clara derrota que esta votación iba a suponer. Sin embargo, esto supondría una contradicción en la hoja de ruta de la primera ministra, firme defensora de su acuerdo para evitar el "caos".