Hace años que esta forma de drogarse existe en las cárceles sudafricanas, pero no ha sido hasta ahora cuando se ha conocido su gran alcance y el gran uso que le dan los presos en dichas cárceles. ‘Bloodtooth’ es una acción muy peligrosa cuyo nombre es una composición de ‘Blood’, sangre, y Bluetooth, la tecnología usada en telefonía móvil para pasarse archivos entre terminales. Recibe este nombre porque el hecho consiste en que una persona se inyecta la dosis de droga que sea, y posteriormente, otra persona le extrae sangre a la primera y se la inyecta en su propio cuerpo. Las consecuencias que provoca van desde la transmisión de enfermedades graves hasta la muerte, además en no mucho tiempo, pues el contacto de la sangre es directo entre las personas.
Según advierte la doctora Jackie Thomson, del Servicio Nacional de Sangre Sudafricano (SANBS), “puede provocar ataques al sistema inmunológico y una coagulación sanguínea severa, lo que puede causar el colapso del sistema circulatorio, el fallo de los órganos y la muerte”.
Esta forma de drogarse, se creó hace años con el objetivo de abaratar costes entre los presos, aunque a la persona que se le extrae la sangre hay que pagarle cierta cantidad, es mucho menor que lo que vale en sí la droga. “Yo mismo lo utilicé, era consciente de los riesgos, pero como tenía mono no me importaba”, asegura Thulani, un joven que se encuentra en estos momentos en el programa de rehabilitación creado en el centro de tratamiento Second Chance, en Mamelodi, Pretoria.
La alarma sobre esta forma de drogarse ha llegado hasta el parlamente sudafricano, donde la oposición ha alertado al Gobierno de la necesidad de tener más control al respecto y ha propuesta la creación de un grupo especializado dentro del cuerpo de Policía para combatir dicho hábito dentro de las prisiones.