Muchos conocen que el Día Internacional de la Mujer se celebra cada 8 de marzo como un día para visibilizar la desigualdad entre hombres y mujeres, se reivindica el papel de la mujer en la sociedad y reclama la igualdad para la mujer trabajadora. Pero pocos conocen por qué se decidió por este día en concreto y la historia que tiene detrás.
Aunque esta celebración se lleva a cabo desde 1911 en muchos países del mundo, no fue hasta 1975 cuando desde la Asamblea General de las Naciones Unidas lo establecieron como Día Internacional de la Mujer, o de la Mujer Trabajadora.
Concretamente en 1910, se celebró en Copenhague la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas para promover la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, incluyendo el tema del sufragio universal. Ese mismo día, y debido a los antecedentes de huelgas que se habían llevado a cabo en años diferentes pero siempre el 8 de marzo, la destacada activista alemana, Clara Zetkin, propuso que fuera ese día y finalmente se aprobó, hasta hoy en día.
La historia que encontramos detrás
Existen dos hechos que llevaron a la elección de este día. Por orden cronológico, hablaremos primero del que tuvo lugar en el año 1857, en el marco de la revolución industrial. En dicho año, un grupo de mujeres salió a protestar a las calles por las terribles condiciones en las que trabajaban en el sector textil, concretamente en la compañía Lower East Side. Sus jornadas de trabajo eran de 12 horas diarias, con un salario muy bajo, más incluso del ya precario que tenían los hombres. Era entre un 60% y un 70% inferior. La huelga no llegó a hacerse oír demasiado, pues la policía cargo contra la marcha y fueron dispersadas todas las mujeres, impidiéndoles seguir con sus reivindicaciones.
Por otro lado, y el que es el hecho que se considera como precursor de este día, es el que tuvo lugar en 1908, ya que fue promovido por muchísimas más mujeres. Cerca de 40 trabajadoras de las empresas costureras estadounidenses se declararon en huelga el 8 de marzo de ese año, para reclamar la igualdad de derechos con los hombres, una reducción de jornada, el derecho a unirse a los sindicatos y pidiendo el cese de la explotación infantil.
Esta última huelga, al ir formada por varias trabajadoras de distintas empresas, fue haciéndose cada vez más grande y creando una marcha que terminó en la ya famosa por dicho acto, Cotton Textil Factory, en Washington Square (Nueva York). Una vez llegaron las mujeres, lo que se supone que ocurrió fue que los dueños de la fabrica las encerraron en el interior y una vez cerradas puertas y ventanas, se declaró un incendio en el edificio, lo que provocó que todas las mujeres sin excepción murieran en su interior. Fueron un total de 120 mujeres.