Nuevas rondas de aranceles entre Estados Unidos y China han entrado en vigor pasadas las doce de la madrugada del 6 de julio. Washington comienza así una guerra comercial con China anunciada desde hace meses.
Las negociaciones que se han llevado a cabo no han fructificado. Ni la administración Trump ni los demócratas confían en la apertura del régimen chino, al que acusan de competencia desleal. Por ello, desde este viernes EEUU aplicará un arancel del 25% a una lista de 818 productos chinos, principalmente productos de maquinaria y robótica, lo que alcanzará una suma de 34 millones de dólares a las importaciones estadounidenses.
A las familias no les va a afectar en gran medida esta política, ya que se han excluído productos de uso común como teléfonos móviles o aparatos electrónicos, aunque sí repercutirá en la economía del país. Muchas fábricas, sobre todo automovilísitcas, reciben componenes chinos para sus procesos de producción.
La respuesta de China no se hizo esperar
Aunque el Gobierno chino no elevó ningún comunicado oficial acerca de las medidas a tomar tras la entrada en vigor de los aranceles en Estados Unidos, lo cierto es que según ciertas agencias del país asiático las tarifas se activaron un minuto después de las estadounidenses. Productos como el whisky, el cerdo o la soja entran en una lista de 545 productos que recibirán el mismo arancel aplicado por Trump, es decir, un 25%.
El Ministerio de Comercio chino acusa a la administración estadounidense de poner en riesgo la economía global y asegura que ellos no querían disparar primero. Sin embargo, se han visto forzados a responder para defender "los interes fundamentales del país y de la gente".