Tras más de dos meses de protestas, la situación en Nicaragua se vuelve cada día más insostenible. Así lo denuncian numerosos ciudadanos nicaragüenses, que aseguran tener miedo a salir de casa, por temor a ser ejecutados por las milicias progubernamentales y la Policía.
Según estos ciudadanos, el Gobierno de Daniel Ortega está detrás de numerosos asesinatos de un número aún desconocido de personas, que habrían sido ejecutadas por participar en las movilizaciones y protestas en contra del Ejecutivo. El número de muertos no se puede determinar, entre otras cosas, porque hay muchas personas desaparecidas, que podrían haber sido secuestradas, y porque los medios de comunicación están controlados por el Gobierno.
Los enfrentamientos se han recrudecido especialente en la ciudad de Malaya. Esta localidad está siendo especialmente combativa contra las milicias de Ortega y, precisamente ese carácter es el que podría haber llevado al Gobierno a, según denuncian los ciudadanos, fumigar la ciudad con herbicidas, provocando numerosos casos de intoxicación.
Pero este no el único ataque químico del que hablan los nicaragüenses. Y es que existen sospechas de que el Gobierno de Nicaragua podría estar contaminando el agua, con el objetivo de enfermar y amedrentar a la población.
Los ciudadanos aseguran que, detrás de todos estos ataques, se esconde una lista negra en la que figuran aquellas personas que se han mostrado abiértamente contrarias al Gobierno de Daniel Ortega. Esta lista estaría siendo elaborada gracias a la colaboración de los chivatos, vecinos de distintos barrios encargados de identificar y señalar a los "rebeldes".
Mientras todo esto ocurre, el Ejecutivo ha encontrado en la Iglesia Católica un fuerte opositor. El Papa Francisco ya ha pedido en numerosas ocasiones el cese de la represión por parte de las milicias progubernamentales, mientras que la Iglesia de Nicaragua ha ofrecido sus templos como refugio para los manifestantes. Además, los sacerdotes están actuando contra la censura informativa, siendo ellos los que denuncian ante los medios muchos de los asesinatos.
Sin embargo, ni la intervención de la Iglesia ni las incesantes protestas han conseguido que Ortega de un paso atrás y cese en la represión. Tras retirar la reforma de las pensiones que originó la revuelta, el Presidente nicaragüense sigue enfrentado a la población y acusa a los estudiantes de estar detrás de los crímenes cometidos.