Las energías renovables poco a poco están ganando la batalla en cuanto a rentabilidad cuando se las compara con las energías fósiles. Tanto es así, que los países más concienciados y que más investigación han desarrollado sobre las nuevas tecnologías renovables apuestan decididamente por un consumo más responsable y a la larga más económico.
Uno de los ejemplos más recientes es Francia. Esta misma semana, una de las compañías energéticas del país, Electricité de France o conocida como EDF, presentó un proyecto en el que va a desarrollar 10 gigavatios de almacenamiento de electricidad adicionales pensando en el año 2035 -dentro de 17 años-. La inversión que planifica es de 8 millones de euros. El objetivo de la compañía es convertir a la empresa eléctrica en líder de Francia y de Europa en el mercado de los clientes particulares gracias a una oferta de autoconsumo con un dispositivo que incluye baterías.
El grupo estatal eléctrico francés explicó en un comunicado que en los próximos doce meses va a desarrollar tres nuevos proyectos para la fabricación de baterías con los que respaldará el sistema eléctrico del país. Entre esos proyectos, la compañía ha anunciado que va a invertir entre 2018 y 2020 una cantidad multimillonaria en investigación, 70 millones de euros.
Francia, es uno de los ejemplos en Europa. En las últimas horas, otro país que ha dado el paso hacia las renovables ha sido Arabia Saudí, que acaba de hacer público desde Nueva York un acuerdo, financiado por SoftBank, para desarrollar un nuevo megaproyecto fotovoltaico sobre la arena del desierto.
El mayor productor de petróleo del mundo planifica la construcción de una planta solar en la que va a invertir 200 mil millones de dólares. Una inversión que va a colocar al país, por ejemplo, con una capacidad de producción eléctrica gracias a paneles solares que tendrá “¡40 veces! más que todos los instalados hoy en España”, según afirma Jorge Morales, experto español en energías renovables. A renglón seguido, el ingeniero madrileño lamenta que las inversiones españolas se limiten sólo a “las impuestas por Bruselas“. Y mientras tanto, Arabia Saudí sigue vendiendo petróleo y España comprándoselo.
Los árabes han tomado esta decisión ahora porque se adelantan con tiempo suficiente para cuando su país ya no pueda producir los pingües beneficios que le aporta el petróleo. Haya más o menos reservas de petróleo, Arabia Saudí apuesta también por una economía que no dependa exclusivamente de la energía fósil. Con 200 gigawatts, el proyecto que une a los árabes con Softbank, y que se ha presentado en Nueva York en las últimas horas, significa que en el desierto saudí habrá una planta fotovoltaica “100 veces más grande que el próximo proyecto más grande propuesto hasta ahota y un tercio más de lo que la industria fotovoltaica mundial suministró en todo el mundo el año pasado”, según Bloomberg New Energy Finance –BNEF-, que ha calculado el potencial de inversión que supone el reciente anuncio de los árabes con su socio financiero americano. Tanto es así, que el príncipe saudí Mohammed Bin Salman se refirió a este plan de inversión como “un gran paso en la historia de la humanidad. Es audaz, arriesgado y esperamos lograrlo”. Una vez construido, supondrá el triple de capacidad de generación de electricidad de Arabia Saudí, que en 2016 era de 77 gigavatios en 2016, según los mismos datos publicados por BNEF. Además, el proyecto supone una gran generación de empleo, unos cien mil puestos de trabajo, y un ahorro energético porque el cambio del consumo de energías fósiles por renovables, una vez puesta en marcha, reducirá los costos energéticos en 40 millones de dólares. El proyecto estará en marcha en 2030.
¿Por qué este cambio? ¿Por qué hasta países como Arabia Saudí tienen esta nueva visión?
En el caso del país árabe, el príncipe saudí lo ha manifestado con claridad. “El reino tiene una gran luz solar, un gran tamaño de terreno disponible y excelentes ingenieros, gran trabajo, pero lo más importante, la mejor y más grande visión”. Es la explicación que el japonés Massayoshi Son, presidente de Softbnak, una empresa especializada en el mundo de las telecomunicaciones e Internet, ha dado a los periodistas este martes en una conferencia de prensa para justificar por qué va a financiar el plan del príncipe saudí.
El mundo de la empresa sabe objetivamente, con datos comparativos, que invertir en renovables es ahora mucho más ventajoso que hace diez años, en donde las primeras tecnologías verdes se pusieron en entre dicho. El cambio energético no es sólo un gesto de respecto medioambiental, un gesto ecológico, o una reacción ante el cambio climático. El dinero ha encontrado en las renovables una forma de ganar mucho más dinero.
El estudio más reciente de BNEF sobre los costos comparativos en todo el mundo muestra una mejora del 18% en la competitividad de la energía eólica terrestre y solar en el último año, y nuevos roles de baterías que se están desarrollando con mucha rapidez. Como consecuencia, el carbón y el gas se están enfrentando ya a una amenaza real y cada vez más creciente. Producir energía a través de placas solares o con aero generadores se ha abaratado drásticamente. En paralelo, la fabricación de baterías de almacenamiento con mayor capacidad y autonomía está creando un mercado que cambiará los intereses energéticos de los países. La carrera por estar en la vanguardia de las tecnologías renovables tendrá dos impactos directos en la economía: los costes de producción descenderán considerablemente, no sólo de producción y distribución de la energía, sino los productos manufacturados y, por supuesto, un descenso del impacto medioambiental que resulta del consumo del petróleo.
El último informe de BNEF ha demostrado con los datos recogidos en los últimos meses que el liderazgo en cuanto a los costos de las diversas formas de producir energía eléctrica han cambiado, de forma que las energías de combustibles fósiles se enfrenta a un desafío sin precedentes.
Por ejemplo, uno de los factores decisivos para la reducción de los costes es el de la generación a granel. La energía eólica y solar fotovoltaica han reducido sus LCO, es decir, el coste teórico de generar energía eléctrica. Se ha podido comprobar cómo estas dos energías, en el último año, gracias a la caída de los costos de capital, la mejora de la eficiencia y la expansión de subastas competitivas en todo el mundo, se han convertido en una amenaza para las energías derivadas del petróleo, el gas y el carbón.
Otro de los factores es el de la potencia despachable, es decir, la capacidad de responder a las solicitudes de la red para aumentar o disminuir la generación de electricidad en cualquier momento del día. En este caso, el desafío para el nuevo carbón y gas proviene del emparejamiento de almacenamiento de la batería con energía eólica y solar. Esta capacidad para almacenar energía permite suavizar la producción, y si es necesario, cambiar el horario de suministro.
El tercer factor que influye en el cálculo de los costes energéticos es la flexibilidad, o sea, la capacidad de poder encender y apagar una tecnología en funciono de las demanda, para responder a fallas y a excedentes de electricidad de la red durante períodos de horas. Las baterías autónomas son cada vez más rentables y están empezando a competir en precio con las plantas de gas de ciclo abierto y con otras opciones como bombeo hidráulico.
Por eso, teniendo en cuanta la flexibilidad, la potencia despachable y la generación de energía a granel, para Elena Giannakopoulou, directora de economía energética en BNEF, los beneficios económicos de las energías renovables son ya imparables. Estas tecnologías mejoran año a año su rentabilidad y capacidad ya que están en pleno y constante proceso de investigación para sacar una mayor eficacia de las energías solar y eólica. Nuestro equipo ha observado el impacto de la disminución del 79% en los costos de la batería de iones de litio desde 2010 en la economía de esta tecnología de almacenamiento en diferentes partes del sistema eléctrico. Las conclusiones son escalofriantes para el sector de los combustibles fósiles. Algunas centrales eléctricas de carbón y gas, con costos de capital hundidos, continuarán desempeñando un papel durante muchos años, haciendo una combinación de generación a granel y equilibrio, a medida que aumenta la penetración eólica y solar”, sostiene la experta en costes energéticos.
En la primera mitad de 2018, el coste global de referencia para la energía eólica terrestre es de $ 55 por megavatio-hora, un 18% menos que en los primeros seis meses del año pasado, mientras que el equivalente de la energía solar fotovoltaica es de $ 70 por MWh., es decir, también un 18% más bajo. El análisis de BNEF también ha evaluado que los costos de electricidad especialmente más bajos para la energía eólica terrestre se sitúan en India, Brasil, Suecia y Australia, y, en cuanto a la generación de energía fotovoltaica los países con menor coste son Chile, India, Australia y Jordania.
Este nuevo escenario del mercado eléctrico para Seb Henbest, responsable en Europa, Medio Oriente y África para BNEF, supone que “las subastas de energías renovables han obligado a los desarrolladores, proveedores de equipos y financieros a reducir los diferentes costos de establecer proyectos eólicos y solares. Gracias a esto y a una tecnología progresivamente más eficiente, estamos viendo precios mínimos récord para energía eólica y solar, y luego esos registros se rompen una y otra vez de manera regular. lo cual está teniendo un poderoso efecto porque está cambiando las percepciones”, concluye.
BNEF ha analizado las cifras de los costos de la electricidad desde 2009. En base a sus registros, en este período de nueve años, el índice de referencia mundial para energía solar fotovoltaica se ha derrumbado en un 77%, y el del viento terrestre en un 38%. En cambio, los costes de las fuentes energéticas tradicionales o más antiguas como el carbón, el gas, la energía nuclear y las grandes hidroeléctricas, sólo han reducido sus costes de forma muy modesta. En algunos países, incluso no sólo no ha bajado sino que en realidad han aumentado.