Un portavoz del banco Mundial confesaba, hace 10 años, que la mafia albanesa controlaba el 35% de la economía de Europa, a través del tráfico de heroína, cocaína y marihuana; la prostitución, la trata de humanos, la venta de armas, la extorsión, falsificación de identidades, blanqueo de dinero, contrabando y los robos. Cada una de las innumerables células está especializada en uno de estos oficios y todas se desplazan allí donde les manda el jefe, generalmente un familiar al que rinden pleitesía, por mor del código de honor de Leke Dukagjini, que data del siglo XV.
A España, a robar
Mientras a Scotland Yard (Londres) le trae de cabeza el dominio de los mafiosos albaneses en la trata de mujeres para la prostitución, con un 75% de esclavizadas en el Soho (en Bruselas, el 50%); en Italia, Suiza, Austria, Alemania, Hungría, Noruega, Suecia, Polonia y Bélgica persiguen el tráfico de heroína, cocaína y marihuana. Aquí, en España, son los reyes del llegar, robar y largarse con el botín, para disfrutarlo en las playas del Mar Adriático, donde los jefes de los clanes tienes esos lujosos hoteles que tanto gustan a los turistas. En febrero, se produjeron 5 arrestos de albaneses en Madrid, a los que atribuyen 200 robos en chalés.
Corredor de coca
Pero no solo utilizan suelo español para desvalijarlo (casi siempre y cada célula en el plazo de un mes); las costas gallegas y mediterráneas son un corredor de entrada de la cocaína que llega de Brasil, Colombia y México; directamente en sus embarcaciones y a través de los puertos, camuflada en los millones de contenedores que se descargan y que, como asegura el personal portuario, es imposible de controlar. La única novedad, en los informes internacionales, es el uso del Puerto de Bilbao, donde también les funciona el método conocido como ‘gancho ciego’. En cuanto a la prostitución, aquí se baten el cobre con la mafia nigeriana, a la par que se distribuyen la supremacía del territorio a explotar con las italianas, rusas, vietnamitas, chinas…
Caso José Luis Moreno
De vuelta a los robos, uno de los casos más llamativos es el asalto en Madrid, al chalé del productor José Luis Moreno, al que aplicaron lo que más les gusta: la violencia extrema contra los moradores de los inmuebles que atacan cada noche. Al ventrílocuo le propinaron una tremenda paliza, cuyas secuelas aún soporta. Eso ocurrió en diciembre de 2007, hace 12 años; en julio de 2015 (8 años después de la agresión) se detiene a uno de los implicados, junto a otros dos compatriotas albaneses y una española (novia del cabecilla), a los que les vinculan con 20 asaltos en Madrid y Galicia; en octubre (2019), apresan al jefe del comando que actuó aquella fatídica noche en Boadilla del Monte, M.Z, en ese momento en compañía de S.Z y J.A, en una operación en que también cae el español que les compra las joyas robadas y las funde en lingotes, al estilo John Palmer.
Entrar y salir
Los rumores apuntan a que a este tal M.Z., ya le han engrilletado en 3 ocasiones, siempre acusado de robos, delitos por los que parece queda en libertad con cargos, para regresar a Albania, donde le facilitan nueva documentación, por el módico precio de 50 euros. Las células albanesas de ladrones saben muy bien cómo hacerlo, después de más de 30 años de práctica. Hacen la entrada y salida de la Península, con estancias programadas de un mes. A la segunda generación que comienza en el gremio (los vástagos de los capos) le caracteriza la violencia aprendida en sus casas y los videojuegos, pero ya no sigue tan fielmente el kanun de Dukagjini. Acostumbrados a la buena vida, las drogas, el dinero fácil y el sexo, su ley del silencio se resquebraja con la ostentación: viven en urbanizaciones de lujo y se pasean en coches de alta gama y gran cilindrada que, además, han robado y cambiado las matrículas.
Caso futbolistas
En la primavera de este año, saltó el caso futbolistas. Los albano kosovares han entrado en las viviendas de Álvaro Morata, Karin Benzema, Joaquín Sánchez, Jordi Alba y Gerard Piqué, entre otros. Las medidas de seguridad no les intimidan, demostrado en el caso Moreno, ni que el chalé esté habitado o no. El objetivo es entrar en dos o tres casas por noche y coger cuantos objetos de valor encuentran a su paso; luego, siguen el mismo ritual: almacenan la mercancía, venden aquí lo que pueden y el resto va camino de Tirana (capital de Albania), donde se asientan los capos, de Sarana y de Pristina (capital de Kosovo).
Alarma internacional
El poder internacional que se le atribuye a la mafia albanesa, en constante crecimiento desde el final de los años 90 (s XX), mantiene en alerta a las policías de medio mundo, incluías la CIA, el FBI y la DEA (EE UU). Porque los ex guerrilleros de Los Balcanes, han saltado las fronteras europeas, gracias a las alianzas con el cartel de Sinaloa (México), los narcos colombianos (ahora sin estructura cartelaria), los traficantes brasileños, sus amigos italianos de la Cosa Nostra (Sicilia), [se sospecha que también con la Camorra (Campania), la 'Ndrangheta (Calabria) y la Sacra Corona Unita (Apulia)]; y, por supuesto, con los turcos y kurdos, por la cuestión de la heroína. Con esta situación y mientras que, por ejemplo, hace una semana los carabinieri intervinieron una embarcación con 450 kilos de coca, y se extrema la vigilancia en Londres, Ámsterdam, Bruselas y Fráncfort; el Gobierno albanés pide formar parte de la Unión Europea, por ahora, sin éxito.
Libre circulación
Tener libre circulación por tan vasto y estratégico territorio es una meta que el Primer Ministro de la República de Albania, Edi Rama, se ha propuesto alcanzar y que ha prometido a sus conciudadanos, hermanados con los países fronterizos de Montenegro, Kosovo y Macedonia. Pero el obstáculo que se lo impide está en su mismo país, conocido como el primer narco Estado de Europa (primero en producción de hachís); y en las acusaciones de la ciudadanía que pesan sobre él, de tener muchos amigos entre los clanes mafiosos. Para acallar a la multitud que se manifiesta en las calles de Tirana, al grito de “queremos una Albania europea”, Edi Rama, ha provocado la entrega del capo supremo Klement Balili, en enero de este año, a quien el jefe de la Policía albanesa recogió en la ciudad de Finiq y escoltó hasta la capital.
Las apariencias engañan
El caso de Klement Balili es una muestra de la dificultad que Albania tiene para entrar en la UE. El jefe de uno de los 20 clanes de origen albano, acusado de narcotráfico, blanqueo de capitales, falsedad documental y sospechoso de otra media docena de delitos, tenía una orden de búsqueda emitida por Grecia, desde 2016, que parece nadie en Albania se tomaba en serio. Ballili, con fuerte inversiones hoteleras en la costa adriática de Saranda, vivía en su residencia de lujo y seguía con la administración de sus empresas, lo que enfadó a las autoridades griegas, quienes parece que pidieron ayuda a los norteamericanos, para que empujaran al Gobierno albanés al arresto del perseguido. Tras largas negociaciones, Klement Balili entró en prisión hace 9 meses. El que fuera director de Transporte de Carreteras de Saranda, (dicen que el cargo se lo dio el actual presidente, ahora lo ostenta un sobrino), llegó a un acuerdo con todos, para someterse a un juicio rápido y, en mayo, el tribunal le condenó a 10 años de cárcel, de los que pocos cumplirá pero sí lo hará con comodidad.
Poder y cifras
En 2009, el periodista de investigación, Frank Furet, informaba en wordpress.com, de que la mafia albanesa controla más del 70 % de la heroína en Suiza, Austria, Alemania y países escandinavos; tiene a millares de prostitutas en régimen de semiesclavitud; de España a Suecia, despliega a decenas de comandos de ladrones profesionalizados; en Inglaterra le dan al chantaje, las armas y trata de humanos. Manejan el narcotráfico: heroína (por la carretera de los Balcanes, desde Turquía) en Suiza, Austria, Alemania, Hungría, República Checa, Noruega, Suecia, Polonia y Bélgica; cocaína y marihuana de producción propia; el contrabando de cigarrillos; la prostitución de menores secuestradas en campos de refugiados, el tráfico de armas; la extorsión a refugiados kosovares y la diásporas albanesas, y el transporte de inmigrantes ilegales hacia la Unión Europea. Solo con la trata de mujeres en el Soho de Londres, ganan más de 18 de euros al año. En Bruselas la mitad de las prostitutas son albanesas que venden, por entre 1 y 2.500 dólares, para trabajar en Londres, Hamburgo y París (Xavier Raufer, ‘La Mafia albanaise. Une menace pour l’Europe’).