Construir el muro para el que Donald Trump firmó ayer la orden ejecutiva no será tan fácil como parece. Antes, debe pasar por el Congreso, encontrar los 20 millones que costaría hacerlo y superar los dolores de cabeza logísticos del mismo ya que, por ejemplo, atravesaría propiedades privadas. Expertos como William C. Banks, profesor de derecho de la Universidad de Syracuse, afirman que el presidente puede anunciar los planes que quiera pero puede quedarse en una ilusión si el Congreso no lo tramita. Algo similar le pasó a Obama cuando ordenó cerrar Guantánamo: “Esta es una orden ejecutiva que pone la esperanza por delante de la realidad”, afirmaba un legislado republicano. Además, si el proceso fracasa, siempre puede decir que él ”hizo su parte”.
La aplicación de la política no es tan fácil como firmar un documento. “No funciona así”, afirma Banks. Pero, ¿realmente la orden ejecutiva del presidente americano carece de sentido? No completamente. Hay dos leyes, una de 1932 y otra de 1799 que le permitirían a Trump evitar el Congreso. Al menos, en teoría. La ‘The Feed and Forage Act’, de 1799, permitía a los líderes militares gastar dinero en ropa esencial y suministros médicos. Pero los presidentes han utilizado ese poder ampliamente. El ex presidente George H. W. Bush inició la primera guerra del golfo bajo esa autoridad, dijo Banks.
En teoría, el Sr. Trump podría “ordenar a los militares que gasten más dinero para proteger la seguridad nacional, y luego cambiar la financiación dentro de la burocracia para pagar un muro construido por el Departamento de Seguridad Nacional”, dijo Banks. Pero ese truco de contabilidad nunca se ha utilizado para recorrer el Congreso a una escala tan grande. “Las demandas serían inevitables. Sería mucho más fácil simplemente pedirle al Congreso el dinero”.
Reabrir las cárceles de la CIA
Trump está preparando una nueva orden ejecutiva que serviría para despejar el camino para que la Agencia Central de Inteligencia reabra las prisiones en el extranjero. Según un borrador de la orden, el presidente de Estados Unidos también tiene la intención de revisar el ya desaparecido programa de interrogatorio de la CIA, con el que los interrogadores torturaron a algunos sospechosos de terrorismo a través de la subida de agua y la privación de sueño.