El pasado 30 de Junio la Comisión Europea anunció acabar con el empleo de jaulas en la ganadería europea respondiendo así a la Iniciativa Ciudadana Europea firmada por 1,4 millones de ciudadanos en una campaña organizada desde la asociación Compassion in World Farming (CIWF), también participó ANDA. Este histórico paso adelante supondrá prohibir el uso de jaulas para más de 300 millones de gallinas, cerdas parideras, terneros, conejos, patos u ocas.
Desde la Comisión Europea se indicó asimismo que esta decisión alinea la producción ganadera europea con los compromisos establecidos por el Pacto Verde Europeo y la Estrategia llamada “De la Granja a la Mesa”, que pretenden caminar hacia un sistema productivo de alimentos de origen animal más sostenible.
Con el horizonte del 2027, tras los estudios de impacto de esta iniciativa, desde ANDA piensan: “que se abre un panorama absolutamente nuevo, lleno de oportunidades y de retos que habría que tener en cuenta si queremos aprovechar los beneficios, que son muchos, que el fin de las jaulas puede tener para los animales y el sistema productivo ganadero europeo”.
Se trata de mejorar el sistema de jaulas. Aunque la Comisión Europea indica que ésta es la idea general, en los tratados comerciales actualmente en discusión como MERCOSUR o el Acuerdo Comercial UE-Ucrania, no se está llevando acabo. El acceso al mercado europeo no puede estar vinculado a una promesa o compromiso más o menos verosímil de convergencia futura con la legislación de la UE sino a una puesta en vigor previa, real, efectiva y verificable de dicha legislación convergente en los países que pretendan exportar sus producciones a la UE.
Por otra parte la Comisión Europea ha prometido fondos para ayudar a los ganaderos en su transición hacia sistemas sin jaulas. Esto significa más fondos de la Política Agraria Común (PAC) hacia la gran producción intensiva que es la que actualmente mantiene a los animales en las jaulas. A más tamaño y más jaulas, más ayudas. Mientras, la pequeña producción rural y tradicional que siempre se ha mantenido al margen de las jaulas, también se quedará al margen de estas ayudas. Es incentivar, una vez más, la producción industrial e intensiva, ahora sin jaulas. Ahondamos en un modelo de producción de costes lo más bajos posibles y en el que el ganadero solo percibe de media un 18% del precio final del producto. Este modelo ya ha demostrado sus limitaciones en términos de despoblamiento rural y destapa el engaño del tan cacareado supuesto sentido “Verde” de la nueva PAC. Desde ANDA pensamos que las ayudas para acabar con las jaulas deben ir también vinculadas hacia un cambio en el modelo de producción ganadera.
Por último, desde ANDA valoramos positivamente que todos los animales se encuentren fuera de las jaulas en el año 2027. Sin embargo no se trata solo de abrir las jaulas sino, además, de garantizar que los animales fuera de ellas se encuentren en unas condiciones apropiadas que garanticen el disfrute de la nueva libertad. De lo contrario el remedio puede ser peor que la enfermedad. La uniformidad en imagen de “libertad” para todos los productos puede hacer aparentar que todo es lo mismo. Todo es “libre”. Nada más lejos de la realidad. Aún sin jaulas unos y otros, seguirán existiendo modelos intensivos/industriales y modelos extensivos tradicionales. Estos últimos son los auténticos depositarios de los valores de adaptación al medio y de desarrollo de nuestro entorno rural y corren el riesgo de verse ahogados por la uniformidad.
Por este motivo desde ANDA pensamos que la prohibición de jaulas debe ir necesariamente unida a un sistema de etiquetado obligatorio en niveles progresivos (del más bajo al más alto) en base a sistemas productivos que involucren niveles crecientes de sostenibilidad medioambiental, sostenibilidad económica y sostenibilidad social, no sólo parámetros de bienestar animal. De esta forma cada uno estará, y será reconocido, donde quiera estar y le corresponda estar, sin apropiaciones de valores indebidas e injustas.