Este domingo tendrán lugar elecciones generales en Venezuela. Pero, sorprendentemente, la Unión Europea ha tomado una decisión polémica como “observadora neutral de plena garantía”, puede desplegar sus Misiones de Observación Electoral (MOE) por todo el mundo, pero en esta ocasión no estarán en los comicios del país latinoamericano, pero sí en las que tendrán lugar el próximo lunes en Ghana.
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¿Para qué se utilizan? ¿Por qué se ha tomado una decisión tan diferente? ¿Es cierto que la Unión Europea está preparando el siguiente paso que sería, según varios medios de comunicación, no aceptar los resultados electorales en Venezuela?
Las MOE son “una forma de apoyar la democracia” y su función principal es “cooperar”, según Javier Nart, observador jefe de la MOE que sí se ha desplegado en Ghana para sus elecciones generales que tendrán lugar el próximo 7 de diciembre.
El eurodiputado español ha explicado que la Unión Europea es una “institución garante de las condiciones de las que se han celebrado las elecciones para que sea una observadora neutral de plena garantía que determine con fiabilidad absoluta qué entiende como correcto y señale los defectos que se pueden producir”.
“Las misiones de la UE se piden (…) en algunas ocasiones no se va porque se entiende que no hay condiciones mínimas democráticas”. A pesar de que la Eurocámara ha pedido que se creen, en el país latinoamericano, las condiciones más adecuadas para poder llevar a cabo la celebración de unas elecciones “libres, transparentes y creíbles” en Venezuela; el miércoles pasado, el Parlamento Europeo confirmó que ningún eurodiputado será mandado como observador ni se observan los comicios.
Una vez se considere que existen garantías “para que las elecciones sean limpias”, la Unión Europea enviará observadores “de larga duración”, que se encargan de trabajar durante un período pre y post electoral, que puede llegar a prolongarse durante un período de 6-8 semanas, según Nart. Durante ese tiempo, “se trabaja con la sociedad civil, con las instituciones administrativas, estatales y políticas y con el consejo electoral”.
Su objetivo es identificar “las condiciones tanto sociales, como políticas, además de las libertades de prensa, de la comisión o consejo electoral y del propio Gobierno”, para poder llevar a cabo un análisis completo de la estructura y las condiciones y que el día de la cita electoral “no sea un teatro, sino un auténtico pacto electoral (..) Determinar si su comportamiento es neutral y si tienen a su disposición instrumentos para garantizar esa neutralidad” además de vigilar la elaboración de listas electorales gracias a la inclusión o exclusión de los candidatos.
También se debe garantizar que el censo esté actualizado “que no influya “paracaidistas, es decir, personas que no existen o se duplican para inflarlo (…) El acto de poner el voto en la urna es importante, pero lo es más el proceso”. A lo largo de sus veinte años de trayectoria como observador, Nart lo ha hecho en ocasiones como “observador de corta duración”, o sea, aquellos que observan no solo el proceso de votación, también el recuento y la consolidación de los resultados.
Eso sí, el día de los comicios el trabajo está limitado a decir: “si hay matones en los colegios, si la prensa estaba fuertemente mediatizada o si se eliminaron candidatos” y es fundamental conocer el contexto, que exige bastante más preparación y profundizar.
Según Javier Nart, la misión de un observador jefe es entrevistarse con los líderes de los partidos que se presentan, “los más representativos”, así como con el presidente de la comisión electoral independiente, el jefe del Estado y otras personalidades que puedan facilitar información importante. También tendrán contacto con organizaciones de la sociedad civil, con la prensa y con observadores locales… Tras elaborar una panorámica del contexto político-social y de lo que rodea los comicios electorales y transcurrido un mes, se presentará un informe final que “se entregará al Gobierno y se hará público”.
Nart insiste en que ellos “no opinamos durante el proceso electoral (…) lo que hacemos es ver, oír y callar, nuestra misión no es interferir, ni siquiera diciendo la verdad durante el proceso, sino observar (…) Si se puede, en caso de que haya indicios, advertir de que hay violencia o fraude, entonces, no reconoceremos las elecciones”.
Por eso es importante la presencia de la UE en estos comicios, pues “implica que no se reconoce el Gobierno y que las relaciones políticas y económicas entran en congelación”.
