El avance chino en Occidente es imparable. El gigante asiático quiere penetrar en el mercado europeo y relajar las tensiones con EEUU. Y lo está haciendo. La estrategia de China pasa ahora por finiquitar el acuerdo con los americanos e irrumpir en la UE gracias a la Ruta de la Seda. Con un aliado sorpresa: Italia.
El objetivo es crear una alianza para que China pueda afianzarse en el mercado comunitario a través de una red de infraestructuras ferroviarias y marítimas que potencien las relaciones comerciales. El tratado está a punto de firmarse y se formalizará, previsiblemente, esta semana con la visita del presidente chino, Xi Jinping, a Italia, según avanzó hace unos días La Vanguardia.
La idea es invertir más en Europa para consolidarse en el continente vecino. El crecimiento ha sido enorme: en ocho años China ha pasado de invertir 800 millones de dólares en la UE a 42, según El País. De hecho, solo en España, las inversiones chinas han crecido un 162% en 2018, según el diario Expansión.
Está claro que le interesa. Pero, ¿y a Europa? De momento, no parece que le convenga. Al menos, por la estrategia que plantea. La Unión ha endurecido las críticas: en un documento comunitario que recoge también El País tacha a China de “rival sistémico”. Y eso se traduce en un giro en las tácticas políticas y diplomáticas. De hecho, en abril del año pasado ya endurecieron el control sobre las inversiones chinas.
El acuerdo entre EEUU y China, con el lazo ya puesto
Las negociaciones entre EEUU y China están ahora en manos de Robert Lighthizer, crítico con el gigante asiático. Es el encargado de establecer los equilibrios entre China y el propio Trump para rematar el acuerdo al que, previsiblemente, se le colocará el lazo a finales de marzo. Su tarea es complicada porque incluso el presidente muestra sus diferencias con él en público. A veces, son de matiz.
A finales de febrero, en una intervención pública en la Casa Blanca, tuvieron una breve discusión terminológica que recogió ayer El País. La idea era analizar la conveniencia de usar la palabra memorándum para referirse al acuerdo vinculante con China. Para Lighthizer era adecuado, para Trump no. El embajador acabó aceptando la propuesta de Trump.
Esta escena es bastante representativa porque muestra un factor importante en las negociaciones: la voluntad de Trump. De hecho, es el que las puede marcar. La tarea de Lighthizer ahora es contrarrestar el peso del presidente para encauzar las conversaciones y que lleguen a buen puerto. Pero no se puede dar nada por hecho aún.