En los últimos tiempos, los coches de la mayoría de fabricantes del mundo incluyen en su equipamiento sistemas de infoentretenimiento y de conectividad cada vez más sofisticados, que tienen como objeto, en teoría, facilitar la vida a bordo de los ocupantes. Hay casos en los que podemos pedir auxilio, buscar una determinada localización o llamar por teléfono a un familiar con sólo un gesto o mediante una orden por voz. Sin embargo, estos dispositivos también podrían actuar en perjuicio de los pasajeros y de manera muy negativa.
Según la última filtración de Wikileaks, en la que han visto la luz más de 8.700 documentos, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense estaría planeando desde 2014 intervenir en los sistemas operativos de los automóviles, con el objeto de provocar accidentes mortales, aparentemente fortuitos, y así ejecutar asesinatos “a distancia” sin poder ser detectados. Para llevar a cabo esta siniestra acción, primero la víctima sería localizada a través del sistema de geolocalización de un Smartphone y luego actuaría en el sistema operativo del vehículo para provocar el accidente “fortuito”.
Según los documentos filtrados, la CIA podría hackear el sistema operativo de Appel, Android y Windows. Y aunque una información así pueda parecer poco creíble, ya en 2015 pudo ser controlado remotamente el sistema Uconnect de un Jeep Cherokee, lo que provocó que el Grupo FIAT-Chrysler llamara a revisión a un millón y medio de vehículos para revisar el sistema de infoentretenimiento.
De momento, la agencia de inteligencia norteamericana no confirma, pero tampoco desmiente el contenido de los documentos secretos filtrados por Wikileaks y afirma que el único objetivo es proteger a los ciudadanos estadounidenses. La clásica escena de las películas, en la que un agente secreto manipula los frenos del “malo” para provocar un accidente, parece que podría ser sustituida por métodos más sofisticados e imposibles de detectar.
Bromas aparte, es cierto que acciones de este tipo no estarían dirigidas a ciudadanos comunes, sino a personas sospechosas de cometer algún acto delictivo. Pero el hecho de que cualquier coche pueda sufrir ciberataques desde el ordenador de un despacho de la CIA o desde un simple teléfono móvil, no deja de ser inquietante. Una información que nubla el aparente beneficio de la abundante tecnología presente en los coches actuales.