Colombia celebró el pasado domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Como era esperado, ningún candidato logró el 50% para vencer en el primer envite. El candidato del Centro Democrático, Iván Duque, obtuvo el 39,13% de los votos, mientras que el izquierdista Gustavo Preto quedó segundo con el 25,09%. Muy cerca se quedó la Coalición Colombia (a menos de 300 votos), liderada por el exalcalde de Medellín Sergio Fallardo, que de haberse unido con el Partido Liberal de Humberto de la Calle habría alcanzado la segunda vuelta.
Duque ha logrado imponerse tras mantener el apoyo de la población ya que, en 2016, fue su propuesta la que venció en el plebiscito sobre los acuerdos de paz. Por su parte, Petro es un exguerrillero del M-19 que fue alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015. Ha sido acusado por Duque de ser un peligro para Colombia porque la convertiría en "una segunda Venezuela".
En un escenario político tan fragmentado, lo único que queda claro es que va a haber una ruptura con la herencia del presidente saliente, Juan Manuel Santos, tanto en el ámbito económico como en la negociación de la paz con las guerrillas de las FARC.
Ahora, los colombianos deben decidir entre dos opciones radicalmente opuestas. Tanto Duque como Petro necesitan sumar apoyos y basar su discurso en torno al acuerdo de paz y la estabilidad económica.
Por último, el todavía presidente, Juan Manuel Santos, ha declarado que son unas "elecciones históricas" porque "hace décadas que esto no sucedía", en referencia a unas votaciones libres de la amenaza de las FARC. Además, la participación ha sido récord al lograrse un 53,31% de ciudadanos que acudieron a votar. Esta es una cifra reseñable en un país acostumbrado a no superar el 50%. De hecho, en las últimas presidenciales la participación fue del 40,65%.
