Un año más, y pese a los escándalos que han rodeado a Juan Carlos I, Felipe VI ha evitado hacer una referencia concreta a la situación por la que atraviesa el rey emérito en su tradicional discurso de Nochebuena. El jefe de Estado ha vuelto a hacer una reflexión genérica sobre la necesidad de que los representantes de las instituciones cumplan con las leyes y sean “un ejemplo de integridad pública y moral”.
Estas palabras llegan después de que la Fiscalía suiza haya archivado la investigación sobre la fortuna de su padre, al no lograr un "vínculo suficiente" entre la donación de 65 millones de euros de Arabia Saudí y los trabajos del AVE a La Meca, pero después de haber demostrado que, durante años, el monarca anterior retiró grandes cantidades de la cuenta donde escondió ese dinero y que una fundación bajo sospecha le pagó viajes de placer o que recibió grandes cantidades de dinero en maletines de líderes internacionales cuando estaba en el trono.
En España, la Fiscalía también está a punto de cerrar sin quejas la triple investigación que mantiene sobre las finanzas del rey emérito a pesar de haber tenido claro que defraudó a Hacienda y tras aceptar sus regularizaciones fiscales cuando Juan Carlos I ya sabía que estaba bajo la lupa de la Agencia Tributaria y del Ministerio Público.
“Debemos tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos, sus inquietudes, estar permanentemente a su servicio y atender sus problemas. Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que nos hemos encomendado, respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral”, dijo, ajeno a todas las controversias, el actual monarca en su discurso navideño.
Esa es toda referencia que, entre líneas, se puede inferir sobre la situación del rey emérito, cuyo rastro ha desaparecido casi por completo de la Casa Real desde que dejó la actividad pública en 2019, primero, y se quedará sin dotación presupuestaria un año, después para trascender el escándalo sobre su opaca fortuna.
La figura de Juan Carlos de Borbón, que periódicamente envía mensajes a través de emisarios sobre su deseo de regresar a España desde los Emiratos Árabes Unidos, incomoda al Gobierno. Pedro Sánchez, que actúa como cortafuegos para intentar que el emérito no dañe la imagen de Felipe VI, insiste en que el exjefe de Estado debe dar explicaciones a los españoles y defiende los esfuerzos de “transparencia y ejemplaridad” de su hijo, pese a el hecho de que el silencio es la regla general en los asuntos de la Zarzuela.
En un momento de máxima tensión política, Felipe VI ha hecho un llamamiento a favor del “entendimiento y colaboración” como “actitudes necesarias que dignifiquen las instituciones” y “las fortalezcan porque generan la confianza de la ciudadanía”. En ese sentido, ha defendido los pactos. “Las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den a las familias la necesaria tranquilidad sobre su futuro”, dijo.
Los “grandes acuerdos” son, para el monarca, junto a la “generosidad”, el “sentido de la historia”, la “responsabilidad” y la “visión de futuro”, que han permitido el “cambio profundo” de España en “estos más de cuatro décadas de democracia y libertad”. Felipe VI ha aprovechado para exigir “respeto, reconocimiento y lealtad” a la Constitución, que “ha sido y es el eje principal que ha favorecido” el “progreso” y la “convivencia”. Para el Jefe de Estado, el “espíritu” de la Carta Magna llama a los españoles a “la unidad ante la división, el diálogo y no el enfrentamiento, el respeto ante el rencor, el espíritu integrador ante la exclusión”. “Nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y libre”, agregó.