Graciela Díaz formó parte del Ciudad de los Adelantados en el curso 2014/15, justo el año en el que nació la entidad deportiva tinerfeña. De esta forma, compitió en el club presidido por Claudio García del Catillo en la Liga Femenina 2.
La jugadora de baloncesto ha querido enviar una carta abierta en exclusiva a Columna Cero, relatando su experiencia en el equipo entrenado por Claudio García. Deja claro que, en ningún momento, pretende atacar al club o a su técnico. Su objetivo se limita a dar su versión sobre su estancia en el conjunto de La Laguna.
La pívot ha dado su visión tras las declaraciones de Laura Chahrour (quien, a su vez, confesó a este periódico digital, en una entrevista, que se desvinculó del club tras no tener entendimiento con el entrenador), la carta mandada por Sara Djassi (en la que acusa al entrenador de una serie de tratos vejatorios) y el vídeo de Kayla Woodward publicado en YouTube (en el que comparte algunos detalles de su estancia en el Clarinos y brinda su apoyo a la jugadora portuguesa).
A continuación, publicamos la carta, de forma íntegra, escrita por Graciela Díaz:
«Todos saben quién es Claudio García. Todos saben que lo que hace no está bien, pero bajan la cabeza y justifican su comportamiento: “Claudio es así, ya sabes cómo es, no va a cambiar, mejor que no le hagas caso, pasa de él, mejor que no le lleves la contraria, si la coge contigo te castiga sin jugar, etc.”
¡BASTA YA DE NORMALIZAR COMPORTAMIENTOS QUE NO SON APROPIADOS!
Y claro que hay jugadoras que han tenido buenas experiencias con él, pero esas mismas jugadoras son las que han sido testigo del comportamiento inapropiado que ha tenido siempre. Yo vi como sí lo hizo con mis compañeras, pero claro seguimos callando y maquillando algo que está visible a los ojos de todos: CLAUDIO NO ESTÁ CAPACITADO PARA SER ENTRENADOR DE BALONCESTO FEMENINO.
Y no por falta de conocimientos en términos de baloncesto, sino por el tema personal. No está preparado. No sabe lo que es tratar con respeto a una jugadora, no sabe identificar qué tipo de trato necesita desarrollar para sacar lo mejor de ti. OJO, eso no quiere decir que no quiera lo mejor para su equipo, que no sea una persona que ame el baloncesto, que no quiera competir o que en niveles tácticos no esté a la altura, no me malinterpreten.
Claudio es un entrenador competitivo, siempre quiere y trabaja para ganar, le importa su equipo porque lo he visto con mis propios ojos. Y también tiene sus días buenos. Pero le queda demasiado grande el puesto de entrenador femenino.
Lo que escribió Sara Djassi no es un ataque, es un acto de valentía. Para nadie es fácil alzar la voz y decir lo que siente, no es fácil admitir que en algún punto de su vida ha querido dejar de estar en ella, que ha perdido la fe y la confianza en ella. Porque admitir que no estás bien duele. No porque no hayas hecho todo lo que tenías en tus manos para conseguir tus objetivos, mejorar y ser al menos feliz con lo que haces: es porque algo no está bajo tu control, te mata por dentro lentamente la ilusión y el propósito de la mayor parte de tu vida, es decir, el baloncesto.
Todos sabemos lo que pasó el día que me tiró del pelo en medio del entrenamiento y lo enfrenté, el día que le prohibió a la americana venir a defenderme cuando no solo me tiró del pelo sino me hizo creer que no era para tanto. Todos saben que ese año las que se fueron no lo hicieron por “motivos personales”.
Claudio me hizo creer que no era lo suficientemente buena ni importante, me creó inseguridades como jugadora y como mujer. No sólo me humilló a mí, sino a mi trabajo y esfuerzo delante de todas mis compañeras y el cuerpo técnico.
En parte, me creó inseguridades. Siempre se metía con mi físico y me decía que tenía ese culo tan grande tenía que usarse para algo más que follar, como empotrar a la defensa debajo de la zona. «Chúpame los huevos» era la frase estrella.
Tenía la costumbre de hacer la “broma” de pasarse la mano por la lengua y golpearte la frente. Pero lo que para él era una broma, para mí era una falta de respeto. Cuando nos tocaba viajar, yo me pasaba la noche anterior sin dormir para estar lo suficientemente cansada para quedarme dormida en el avión y que no me molestara.
Se metía en mi vida personal sin haberle dado información alguna de la misma para picarme en los entrenamientos. Era una continua falta de respeto, contaba cosas de una a otra para que crear grupos: las que se llevaban bien con Claudio y las que no le reían las gracias. Yo era de la del segundo grupo. Aunque sinceramente me costó muy caro.
En las entrevistas siempre decía que apostaba por la cantera. Sin embargo, me dio oportunidades de juego cuando no le quedaba otra alternativa, cuando necesitaba que le sacara las castañas del fuego. Pero nunca me importó porque siempre he salido a dar la cara por el equipo sin importar cuánto tiempo tenga en la cancha. Y cuando mejor estaba, jugando, decidió fichar a una jugadora en mi puesto y para justificarlo me repetía en cada entrenamiento que se me había subido a la cabeza.
Dejé de ir a clase para poder ir a todos los entrenamientos específicos posibles con Luca Villena, iba al gimnasio un día más del exigido. Estaba completamente frustrada porque consiguió hacerme sentir insegura, incapaz y abatida.
Muchas veces quise quedarme en casa una semana y no volver. Siempre estaba nerviosa porque nunca sabía por dónde iba a salir. Me incomodaba que me hablara cerca de la cara cuando se cabreaba. Cuando escuchó que me quería ir de España a jugar a Estados Unidos, me dijo que allá no iba a jugar, que me quedaba muy grande, que lo mejor es que quedara.
Muchas veces quise dejarlo, pero la única razón por la que aguanté toda la temporada fue por mis compañeras. De hecho, en una entrevista en 2015 lo dije: “Quiero demostrar que puedo ocupar cualquier rol en el equipo, sea de sexta, séptima jugadora o entrando de titular, gracias a la confianza que mis compañeras ponen en mí en cada entrenamiento”.
ELLAS, Juanlu, Airam, Luca y Roberto fueron mi único apoyo.
Quiero aclarar que esto no es un ataque sino una manifestación de cómo me sentí. Y que experiencias así no se olvidan de un día para otro. A mí me costó años entender que no lo merecía. De hecho, tarde tres años en aceptar que necesitaba ayuda. En 2017 me puse en manos de profesionales y fui diagnosticada con depresión. Experiencias así no solo te hacen perder la confianza como mujer sino como jugadora y también crean el fin de la carrera de muchas deportistas.
De hecho, mis compañeras Chenise Miller, Stephanie Jensen y Kaydine Bent no volvieron a jugar al baloncesto desde entonces.
No me arrepiento de haber jugado para el Clarinos porque representar a mi isla es un orgullo para mí, porque me siento feliz de que la isla tenga un equipo en la élite. Incluso, en su momento lo dije en público porque sé lo que ha costado sacar este proyecto adelante. Pero me arrepiento de haberle dado la oportunidad a Claudio de haber sido mi entrenador. Razón por la cual este verano 2019, ni siquiera me senté a tener una conversación con él cuando mi agente me llamó y me dijo que el Clarinos de Liga Femenina Endesa estaba interesado en ficharme.
Y vuelvo y repito, eso no quiere decir que Claudio sea mala persona, tendrá sus cosas buenas también, pero es una persona que necesita ayuda para entender el valor de las palabras respeto y profesionalidad si quiere continuar siendo líder de un grupo de jugadoras que representan la élite de nuestro baloncesto.
Quería aprovechar la oportunidad para decir que pedir ayuda no te hace más débil. Admitir que no estás bien no es algo malo. Es bueno, a veces, no estar bien. Quiero decir que, si alguna persona al leerme se ha sentido igual o ha experimentado algo similar, me he encargado de dejar mis datos de contacto al periódico digital “Columna Cero” para cualquier persona que necesite alguien con quien hablar.
No le guardo ningún rencor a Claudio. Incluso me sigo alegrando por los logros del club del que una vez formé parte. En cierto modo, le doy las gracias por haberme enseñado con esta experiencia a ser una mujer más fuerte y experimentada para entender que ningún hombre puede apagar nuestro brillo, aunque me hubiera gustado aprenderlo de otra manera.
¡Gracias a Sara Djassi, por tu acto de valentía y sinceridad! También a todas las personas de aquella época que me han estado escribiendo dándome fuerzas para dar el paso de hablar.
Por último, quería pedir perdón a mi familia por no haberles contado nunca nada. Y porque, probablemente, se vayan a enterar leyendo este artículo. Pero espero que entiendan que guardaba silencio para no crear más preocupaciones de las que había en casa.
Gracias, Graciela Díaz».
Díaz y García durante un partido. Detrás, Roberto Marrero (exvicepresidente del club) | Javier Fernández/Basket Insular
Graciela Díaz se formó en el Uni Tenerife, club en que empezó a practicar el baloncesto y debutó en la Liga Femenina 2. En la temporada 2012/13, siendo jugadora júnior de segundo año, se incorporó al Tenerife Isla Única. Cabe destacar que fue seleccionada para participar en una concentración de la Selección Española U18 y disputó diversos Campeonatos de España, donde se convirtió en una de las máximas reboteadoras. También recibió una llamada para unirse a la U20, al estar entre las 20 mejores de su generación.
La campaña 14/15 jugó en Liga Femenina 2 con el Ciudad de los Adelantados (actualmente, denominado Ciudad de La Laguna Tenerife). Mediante una nota de prensa, el entrenador morado valoró su fichaje de la siguiente forma: “Es una jugadora de proyección para el club, con una muy buena actitud de trabajo que viene con muchas ganas de irse ganando minutos con su esfuerzo. Su ambición de futuro, que hace que sea una de las incorporaciones más importantes del club”.
De esta forma, la pívot chicharrera disputó un total de 20 partidos, con una media sobre el terreno de juego de 11:31 minutos en el combinado dirigido por Claudio García. Firmó un promedio de 3.5 puntos, 3.9 rebotes y 0.3 asistencias para obtener un crédito de valoración de 3.9. Esto no impidió el descenso del conjunto lagunero, aunque posteriormente la Federación Española de Baloncesto permitiría al cuadro lagunero militar el curso siguiente en la segunda categoría del baloncesto femenino español.
La temporada siguiente dio el salto a Estados Unidos para unirse al Cowley College de Arkansas. No solo demostró sus cualidades como jugadora: también se proclamó campeona de la Región.
El ejercicio 2016/17 jugó en las filas del Memorial Sea-Hawks de Canadá, donde llegó a protagonizar en un fin de semana dos doble-doble. La canaria anotó 12 puntos, capturó 13 rebotes y repartió 4 asistencias en el encuentro ante las StFX X-Women, siendo clave para alcanzar el triunfo. Posteriormente, decidió tomarse un tiempo de descanso fuera de las pistas.
Acto seguido, defendió la elástica del Rainbow Catania Basket de Sicilia en el 2018/19, que jugaba en la Serie B de Italia. Con este conjunto luchó por el ascenso, pero finalmente no fue posible. En el último partido Graciela Díaz firmó 13 puntos, capturó 13 rebotes, repartió 1 asistencia y recuperó el balón hasta en 3 ocasiones.
El último curso, la jugadora formó parte del Club Baloncesto Adareva Tenerife para disputar la Primera Autonómica. En este contexto, recordamos que el club presidido por Santiago Luque consiguió ascender a Liga Femenina 2. La Federación Española de Baloncesto (FEB) aceptó la decisión y dictaminó que habrá un total de 16 equipos en esta categoría la próxima temporada 2020/21. También regresó a Italia a competir. Actualmente, Graciela Díaz ha fichado por el club holandés Jolly Jumpers, cuyo entrenador es Mart Kieftenbeld.
¡Así juega Díaz!