Se denomina transexualidad a la situación que se da cuando el sexo que se le asignó a una persona al nacer, según sus genitales, no corresponde con su sexo sentido, es decir, con la percepción que tiene de sí mismo con respecto a su identidad sexual. Sin embargo, tras la definición de transexualidad existe una amplia realidad y muchos matices. Los expertos indican que a partir de los dos años, un niño o una niña puede ser capaz, a través del lenguaje, de expresar el sexo con el que se identifica y de reconocerse como chica o chico.
En el caso de los niños, niñas y jóvenes transexuales, si lo que expresan es escuchado, pueden comenzar un proceso de tránsito para vivir acorde a su sexo. Sin embargo, si su identidad sexual no es aceptada y acompañada, las consecuencias en el desarrollo de su identidad pueden ser nefastas, e incluso, pueden padecer situaciones de acoso, violencia, discriminación y exclusión, junto con el estigma social y escolar.
Un grupo de investigadores de la Universidad del País Vasco ha dado a conocer los datos de la primera parte de un estudio global que tiene como objetivo describir la realidad de menores que han hecho el tránsito, realidad que han analizado antes y después del mismo en la percepción del apoyo familiar y social, situación socio-emocional, identidad y cuerpo, para en consecuencia, diseñar formas de afrontamiento y estudiar el impacto de dicho tránsito en el desarrollo psicosocial.
Los investigadores han contado con la participación de 335 personas: 57 adolescentes, con una edad media de 14 años, 20 chicas y 37 chicos; 229 madres y padres, 71% madres de niñas, niños y jóvenes de entre 3 y 18 años; y 49 tutores escolares, 80% mujeres.
El estudio constata un mayor apoyo por parte de la madre, antes y después del tránsito, y un menor apoyo del padre, el cual, antes del tránsito, niega en mayor medida explícitamente la identidad de su hijo o hija. Sin embargo, los datos obtenidos avalan, que una vez hecho el tránsito, perciben un mayor apoyo familiar, y no se sienten tan enfadados con el padre. Así mismo, se sienten más apoyados por los amigos y el número de burlas disminuye. En el entorno escolar, también perciben un mayor apoyo y el acoso que sufren en la escuela disminuye, situación asociada a que el profesorado responde en mayor medida ante estos hechos.
Por otro lado, una vez hecho el tránsito, los menores no se sienten tan deprimidos y se muestran más seguros con ellos mismos, especialmente en el caso de las chicas. El estudio destaca una disminución en el número de menores que han intentado autolesionarse o suicidarse después del tránsito, también una disminución en los síntomas depresivos, en la ansiedad y en el retraimiento, lo que indica, la importancia que tiene para estas personas llevar a cabo el proceso de tránsito; ya que muestran una mayor autoestima. Así mismo, se reprimen menos a la hora de hacer actividades asociadas a su sexo sentido y usan en mayor medida ropa que socialmente se asocia a su sexo.
Por otro lado, tras el tránsito, los padres y madres muestran una menor angustia y miedo sobre el futuro de sus hijos y les ven con la identidad expresada y no la que se les asignó al nacer.