La explosión de casos de la nueva variante ómicron del coronavirus hizo mella entre los presentadores de las Campanadas de Fin de Año de este 2021. Paz Padilla, que despidió el año en Telecinco desde la localidad gaditana de Vejer de la Frontera, se contagió de covid por segunda vez, aunque se curó a tiempo para dar la bienvenida a 2022 junto a Carlos Sobera. María del Monte tuvo como compañero en Ronda para recibir el Año Nuevo a través de Canal Sur a Pepe Da Rosa, ya que Modesto Barragán se infectó horas antes. En el País Vasco, Ana Urrutia sustituyó a África Baeta, también positiva, en las Campanadas de EiTB.
Lo mismo le ocurrió a Ana Obregón. El 29 de diciembre se conocía que la actriz no podría estar en la Puerta del Sol debido a su positivo en Covid-19. El año pasado, con toda la valentía del mundo, la bióloga más famosa de España se atrevió a aparecer en TVE para despedir ese 2020 tan complicado para ella. La pérdida de su único hijo, Álex Lequio, ha hecho que la presentadora pierda las ganas de todo. A estas alturas, sigue sin consuelo. Pero desde la Nochevieja pasada intenta poner buena cara cuando la llaman para participar en algún especial televisivo.
Al saberse que se perdía las Campanadas, Obregón recibió millones de muestras de cariño tanto por parte de personas anónimas como de rostros conocidos. "Beso infinito, compañera, estarás presente en nuestro corazón y pensamiento. ¡Te queremos mucho!", escribía en las redes sociales la que iba a ser de nuevo su acompañante, Anne Igartiburu, que finalmente se comió las uvas junto al catalán Jacob Petrus. Ana estuvo de lo más agradecida por tantas palabas de apoyo y, para compensarlas, quiso corresponder con un vídeo recopilatorio de todos los Fines de Año que ha rentransmitido desde la Puerta del Sol.
"No se me ocurre mejor forma de agradecer todos los mensajes de cariño que he recibido estos días que compartir con vosotros algunos de los momentos que he vivido despidiendo el año desde la Puerta del Sol en @rtve", comenzaba escribiendo en Instagram la protagonista de 'Ana y los 7'. Para ella, todos los días son muy duros desde que su hijo y su madre ya no están en este mundo, pero más complicadas se hacen fechas tan señaladas.
"Me encuentro bien, no puedo negar que muy triste y sola. Pero todo eso no es culpa del COVID, es la vida que a veces te castiga demasiado. Y sin embargo no pierdo la esperanza. A fin de cuentas 'la esperanza es lo único que nos queda cuando hemos perdido TODO'", confesaba Obregón, que en una reciente entrevista ha revelado que todavía no ha "derramado ni una lágrima" por su progenitora. "Sigo en fase de negación", ha afirmado.
En una charla en exclusiva para la revista Mujer Hoy, Ana cuenta que estas Fiestas su vida ha sido pura contradicción. "En Nochebuena estaba con toda España gracias al programa 'Telepasión', y una semana después [iba a estar] en las Campanadas, pero yo no celebro la Navidad. No tengo nada que celebrar. Ni los cumpleaños, ni los premios, ni nada. Así que pasé una semana en un retiro espiritual. Sola. Abrazando el silencio", reconoce la artista.
Ana Obregón tambien desvela lo que le ocurrió durante los ensayos del programa de TVE que se emitió el 24 de diciembre justo después del discurso del Rey, en el que junto a Boris Izaguirre ejercía de conductora de un espacio lleno de baile, canciones y alegría. "En una canción, tenía que decir: 'No me puedo explicar que tanta felicidad haya llegado hasta mí'. ¿Cómo iba a cantar yo eso? Me pasé la noche llorando. Pero llegaba al set y lo hacía. El director, Juan Luis Iborra, que me conoce bien, me decía: 'Nunca te he visto con la energía tan alta'. Otra contradicción. Será porque tengo ayuda por todas partes…", asegura.
Además de su hijo Álex, fallecido a los 27 años el 13 de mayo de 2020 tras luchar dos años contra el cáncer, la otra "ayuda" le viene de su madre, Ana María, que se marchó el pasado 22 de mayo a los 85 años: "No he derramado ni una lágrima por ella. La primera fase del duelo es la negación, así que para mí, mi madre está". Mientras, su padre, Antonio, a sus 95 años, mantiene una salud precaria y sigue preguntando por su esposa.
"Cuando se lo contamos, a los diez minutos se le olvidó y, desde entonces, cuando pregunta por ella le decimos que está en el hospital, que se acaba de ir… ¿Para qué le vamos a hacer pasar el duelo 20 veces al día? Un mes después de morir, él y mi madre iban a hacer 68 años de casados", lamenta Ana Obregón que, seguro, muy pronto despertará de esta pesadilla y volverá tan divertida y fantástica como siempre.
Normalmente, sus días consisten en meditar, ir a ver a su padre, leer, ver series e ir al Cementerio de La Paz, en Alcobendas, donde descansan Álex y su madre: "Sé que ellos no están ahí, que está solo el cuerpo y su alma está en otra dimensión, pero a mí me reconforta ir. Así me acuerdo de lo que ha pasado, porque no lo quiero borrar".
Ana admite que casi no duerme: "Me meto en la cama a las doce y me pongo a ver series para anestesiar el cerebro". Ahora solo viste de negro y blanco, el color del luto en el budismo: "No entro en mi clóset desde hace años". Tampoco quiere pastillas ni psicólogos. El chocolate –"tomo media tableta cada noche y antes ni lo probaba; dicen que genera endorfinas"– y la meditación se han convertido en su tabla de salvación.