La historia de los tatuajes data de más de 5000 años atrás, siendo encontrados las primeras muestras de ello en momias desenterradas en Italia. Desde entonces los tatuajes ha ocupado distintos sitios en la historia, pasando de ser considerados como un símbolo de pertenencia a un grupo religioso, de estatus social o como lo hacían los japones que utilizaban esta técnica para marcar a los criminales. De ahí que por muchos años se asociara la tinta sobre la piel con la administración de un crimen.
Un poco más cerca, hablando de los 60’s y hasta apenas una década atrás, los tatuajes fueron por muchos años también símbolo de la contracultura; todo aquel que poseía un tatuaje era visto como una persona rebelde y en contra de las convenciones establecidas por el sistema. Hoy, con azoro los tatuajes han perdido esa categoría icónica para convertirse en algo común, situación que nos tendría que poner a reflexionar seriamente sobre una generación que hizo del arte sobre el cuerpo un lugar común.
Afortunadamente aún quedan por el mundo casos de artistas que consiguen resignificar el acto de llevar la piel grabada con tinta, y de que forma. Jenia Sachar es una tatuadora Rusa que ha puesto su talento al servicio de las mujeres maltratadas en su país. En su estudio recibe a víctimas de violencia de genero para cubrir con tinta las marcas que sus parejas les hubieron dejado sobre el cuerpo. Usando principalmente flores, Jenia ha cubierto desde golpes y puñaladas sobre la piel, hasta cicatrices por el impacto de una escopeta.
Pero Jenia fue más allá: organizó un concierto con bandas locales en un pequeño bar del sur de Rusia, para recordar fondos y viajar en moto por todo su país y atender a las mujeres, inspirada, primero por las cientos de llamadas que recibía de mujeres violentadas y luego, porque en su país se aprobó una ley que establece que todo aquel hombre que agreda a una mujer por primera vez, no podrá ser enjuiciado.
El nombre del proyecto de Jenia es Transformación, y es que en cada sesión la mujer dedica tiempo y atención empática a cada mujer que tatúa. Les pregunta: ¿estás nerviosa o tienes miedo?, y ellas responden: no puedo sufrir más de lo que ya he sufrido. La motivación principal dice Jenia, no es ayudar a las mujeres sino mostrar que hacer algo bueno es posible y no es difícil, ya que retomando el asunto del parlamento ruso que aprobó la ley que permite golpear a una mujer, este esta conformado mayormente por mujeres.
Entre las muchas asignaturas pendientes del país dirigido por el mandatario Vladimir Putín, se encuentra la de la violencia de género, pues, como se puede ver en el documento ofrecido por la DW en español es una práctica normalizada como lo ha sido por muchos años el rechazo a las minorias, el encarcelamiento de la comunidad LGBT plus y otras atrocidades de tipo social en aquel país helado.
En México,por ejemplo, país latinoamericano con uno de los incides más altos de violencia de génnero en el continente, cada día 11 mujeres son asesinadas de acuerdo con la ONU. Además, aproximadamente 4 mujeres por minuto están siendo agredidas en nuestro país, resaltando que en muchos de los casos, el principal factor de riesgo se encuentra principalmente dentro de casa.