La erupción del volcán Cumbre Vieja de La Palma se viene preparando desde hace cuatro años, como sugiere un análisis preliminar de los datos, escribe el vulcanólogo del New York Queens College, Marc-Antoine Longpré en un artículo publicado hoy por la revista ‘Science’.
Se han revisado los hechos antes y desde que estalló explosivamente el 19 de septiembre, demostrando “un comportamiento contrario al de los volcanes basálticos, datos que ofrecen “lecciones valiosas” para el pronóstico de erupciones, la evaluación de peligros y la gestión de riesgos en Canarias y otras islas volcánicas similares.
Longpré escribe que “Con el desastre vienen las oportunidades” y considera que “identificar y diseccionar” esta erupción, que se produce luego de cincuenta años, “tiene un valor enorme”.
El análisis preliminar de los datos esbozados por el experto "sugiere que la erupción había estado en proceso durante cuatro años", comenzando con un enjambre sísmico en octubre de 2017.
Posteriormente, "la agitación se aceleró hasta el punto en que parecía probable una erupción solo ocho días antes de que el magma saliera a la superficie".
Explosividad "sorprendente"
Longpré señala que la “explosividad significativa” de la erupción es algo “sorprendente”, porque el alcance de este comportamiento no estaba claro en los registros históricos de las erupciones anteriores en Canarias.
La erupción actual es un "ejemplo revelador" de cómo los volcanes de basalto pueden producir simultáneamente flujos de lava y una actividad explosiva considerable, presentando una oportunidad para reevaluar erupciones pasadas en Canarias, junto con los peligros relacionados.
En su artículo, el vulcanólogo considera que la reactivación y comportamiento del volcán, luego de cincuenta años sin actividad, requiere un replanteamiento de pronósticos y riesgos.
La catástrofe no ha cobrado vidas humanas directamente, lo que atribuye “a la respuesta coordinada de emergencia de las autoridades locales, que estaban bien preparadas”, habiendo ganado experiencia en el manejo de crisis volcánicas durante la erupción submarina de 2011 a 2012 cerca de la vecina isla de El Hierro. La oportuna intervención de las autoridades gubernamentales contribuyó a evitar pérdidas humanas, especialmente tras la evacuaciones masivas de los residentes cercanos a los indetenibles derrames de lava.
Para Longpré, “Otra luz brillante en las oscuras nubes de ceniza” es el esfuerzo de cooperación científica internacional, coordinado en gran medida por el Instituto Vulcanológico de Canarias (Involcan), con equipos multidisciplinares, dentro y fuera del suelo, compartiendo datos casi en tiempo real.
La erupción, dice, actualmente no muestra signos de disminuir, "lo que se espera", porque las erupciones históricas han durado entre tres semanas y tres meses.
Cuando termine la erupción, “los resilientes habitantes de La Palma se recuperarán y reconstruirán sus comunidades. Pero algún día, quizás en un futuro lo suficientemente lejano como para desafiar la memoria colectiva, el volcán entrará en erupción nuevamente, en un lugar diferente”, agrega.
A juicio de Longpré, se propone “un dilema social similar al descrito en el volcán Kilauea (Hawaii): ¿Los actores harán la planificación necesaria a largo plazo para reducir permanentemente el riesgo asociado al desarrollo urbano en los flancos de Cumbre Vieja? "