La Generalitat de Cataluña vive unas vacaciones atípicas. Los despachos del Palau de la Generalitat son estos últimos días un ir y venir de personas a las que recurre el president, Quim Torra, para estudiar la fecha que más beneficie al independentismo catalán y, en particular, a JxCAT. Según informaba el pasado martes el diario La Razón y varias fuentes cercanas al Govern, el 15 de noviembre sería una fecha más que probable para que los catalanes fueran llamados a las urnas.
La decisión de disolver las cortes catalanas reside en el propio presidente autonómico con el refrendo del presidente del Parlament, Roger Torrent. Las negociaciones entre JxCAT y ERC para consensuar una fecha se mantienen hasta el momento, pero todavía no hay acuerdo. El propio Torra recibió en su despacho, en una reunión privada y discreta, a Oriol Junqueras cuando disfrutaba del tercer grado el pasado mes.
Las elecciones se celebrarían el 15 de noviembre, pero se anunciarían el 18 de septiembre. Esta fecha no es casualidad. El 16 de septiembre se celebraría en el Parlament de Cataluña el debate sobre política general de Cataluña; el 17, se revisaría en el Tribunal Supremo la situación jurídica de Torra, que se enfrenta a una inhabilitación de año y medio. Además, esta fecha es cercana a la aprobación de las denominadas leyes de desconexión del 6 y 7 de septiembre de 2017, previas al referéndum ilegal del 1 de octubre del mismo año y a la huelga general catalana del 3 de octubre ante lo que se consideró una "represión del Estado".
El presidente catalán anunciaría la fecha de las elecciones durante la última jornada de dicho debate. Simplemente sería dar la noticia, porque habría margen para convocarlas días después. ERC no estaría del todo de acuerdo con esta estrategia del líder autonómico que, claramente, intenta beneficiar a su propio proyecto político. Pere Aragonès habría recriminado en repetidas ocasiones a Torra que no cuente con su socio para favorecer la ruptura con el Estado.
En un primer momento, Torra sopesó convocar los comicios el 4 de octubre. Sin embargo, la crisis sanitaria del coronavirus y los rebrotes que se están registrando en Cataluña retrasaron, sine die, las elecciones.
Torra no militará en el nuevo partido de su antecesor y mentor político, Carles Puigdemont. El líder del Ejecutivo, que pertenecía a la coalición de partidos JxCAT durante la actual legislatura, ha decidido dar un paso al lado y no militar en el nuevo proyecto político de Puigdemont aunque participó en su acto inaugural. De esta manera, se encuentra en un paradigma digno de análisis: ni Artur Mas, que no se ha pronunciado sobre el nuevo partido independentista dentro del espectro político catalán, ni el propio Torra estarán apoyando al expresident. Ambos le habían mostrado su apoyo hasta el momento.