Según contaba hace unos días el diario Periodista Digital, la extrema delgadez del rey Juan Carlos es un asunto que preocupa muchísimo en la Casa Real. Y la noticia debe ser cierta a juzgar por cómo se ha visto al monarca emérito en sus últimas apariciones públicas.
Este lunes, junto a doña Sofía, encabezó, claramente desmejorado, la despedida al empresario Plácido Arango. Representantes de la vida social y política acudieron también a la capilla ardiente del fundador del Grupo Vips, fallecido a los 88 años.
Lo mismo ocurrió a finales de enero en el funeral de su hermana mayor, la infanta Pilar de Borbón. El anterior Jefe del Estado estaría atravesando por un delicado estado de salud, algo que se pudo comprobar en el servicio religioso celebrado en El Escorial, donde el padre de Felipe VI estaba visiblemente afectado psicológicamente y presentaba un físico muy deteriorado, excesivamente delgado y con el rostro demacrado.
Hay quien dice que no se llegó a quitar el abrigo negro que llevaba para intentar ocultar su evidente pérdida de peso. A la periodista Pilar Eyre, especializada en los asuntos de la Familia Real, le llamó la atención "el rostro desencajado y la delgadez" de don Juan Carlos, "que bailaba dentro de su abrigo". Cree que la "tremenda pérdida de peso" puede deberse "a que ya no toma cortisona”.
Eyre asegura que el Rey Emérito hizo todo lo posible para que su hijo saludara a la infanta Cristina en ese funeral. Pero no lo consiguió. Al parecer, el ex monarca está intentado por todos los medios que el rey Felipe se reconcilie con su hermana.
El motivo que aduce la columnista encaja con la inquietud extrema que hay en Zarzuela por los problemas de salud de Juan Carlos I. Pilar Eyre afirma que, "viendo cómo se acerca el final", el antiguo Rey "quiere dejar a su hija Cristina amparada y a la familia unida".