Todo por la fama… o por el dinero que ella conlleva. Esa es, al menos, la impresión que da viendo cómo desde que su cuota de popularidad ha empezado a caer en picado, Belén Esteban no deja de buscar titulares al precio que sean en lo que muchos consideran los últimos coletazos de fama de la de San Blas.
Después de perder gran parte de los apoyos que venía cosechando hace ahora poco más de un año de la mano de la revelación de la conversación privada que esta mantuvo con María José Campanario -estando la castellonenses enferma por aquel entonces- muchos de sus correlativos han dejado de verla igual.
La sensación de que todo valía con tal de mantener en lo más alto del candelero se extendía hasta ver cómo, después de anunciar su boda sin el éxito esperado ni en televisión ni en las revistas, la rubia más famosa de España decidía acortar por el callejón más peligroso: El de la escatología.
Esta, después de hablar con menos propiedad que más sobre esto y aquello, no se cortaba a la hora de permitir que la grabasen haciendo sus necesidades en el baño de Telecinco. Un movimiento tan desagradable como pasto para todos los zapping del planeta. Su nombre, bajo el pretexto 'la gracia', volvía a sonar con fuerza.
Su imagen no deja de caer. Su final parece más cerca que nunca tras tantos años como reina del corazón. Parece que su ocaso solo se está retrasando hasta que el corazón sea capaz de encontrarle sustituta. Todo muy triste.