Chelo García-Cortés está que trina y no es para menos. Sus propios compañeros, incluyendo al presentador del programa y a la dirección que lo permitió, han tratado de hundirla profesionalmente de la peor manera posible.
Los hechos ocurrían en el último programa cuando salió el tema de la filtración del hotel en el que se aloja Dulce cada vez que acude a la televisión en Madrid. Algo que, parece, le ha molestado y mucho a la andaluza.
Fue entonces cuando Kiko Hernández, convencido de que sabía quién era la traidora, se visitó de traidor rastreto para, haciendo creer a Chelo que se trataba de una conversación privada, sacarle que había sido ella la que había hecho pública esta dirección.
Una artimaña que deja clara su total ausencia de ética profesional y lo poco que valora su amistad a la que posteriormente se sumó una Belén Esteban que tampoco pudo sacar lo que Chelo no había hecho, a pesar de apretarla de mala manera al teléfono.
En definitiva, lo de ayer fue una escena bochornosa que retrata a todos los implicados y su afán por conseguir quedar por encima del resto a toda costa. La amistad ni existe cuando se trata de alimentar el ego.