En las últimas horas, más allá de la boda, o incluso cuando se habla de esta, un nombre propio está ocupando gran parte de la conversación. Este no es ni el de Belén Esteban ni el de Miguel Marcos, sino el de Carmen Menéndez, la progenitora de la novia.
Y es que, tal y como su hija se ha encargado de proclamar a los cuatro vientos con la voz quebrada y los ojos llorosos, su madre no se encuentra precisamente atravesando su mejor momento. Al menos no en lo que hace referencia a su salud.
Es por eso que se desde que comentase que está “delicada de salud” se hayan desatado una serie de especulaciones con las que aquí queremos acabar. Porque la buena de Carmen, a pesar de lo que se viene diciendo, no padece ninguna enfermedad terminal ni está postrada en una cama a la espera del ocaso. Ni mucho menos.
El problema que esta mujer padece es el mismo que sufren miles de octogenarios en todo el mundo y se llama "el paso del tiempo" y el desgaste que este ofrece. De ahí que esté "pachuchilla" y "delicada". Aunque nos quieran vender más, no hay nada más.