La menopausia ocurre porque, a medida que se envejece, los ovarios dejan de producir estrógenos y progesterona. Durante los años anteriores a la menopausia, la producción de estrógenos y progesterona comienza a disminuir y los periodos menstruales y la ovulación se producen con menos frecuencia. Finalmente, los periodos menstruales y la ovulación cesan de forma permanente y el embarazo ya no es posible de forma natural. El último periodo solo puede identificarse posteriormente, después de no haber tenido la menstruación durante al menos 1 año (las mujeres que no desean quedarse embarazadas deben utilizar un método anticonceptivo hasta 1 año después de su último periodo menstrual), es un proceso fisiológico en la vida de la mujer. Entre los 45 y 55 años disminuye de forma natural la producción de estrógenos en los ovarios. Esto puede provocar síntomas más o menos molestos, como sofocos, insomnio, irritabilidad o sequedad.
Las tres fases de la menopausia
La peri-menopausia: Es el periodo que comprende los años previos y el año posterior al último periodo menstrual. El número de años de peri-menopausia que preceden al último periodo menstrual es muy variable. Durante la peri-menopausia, los estrógenos y la progesterona fluctúan ampliamente. Se cree que estas fluctuaciones causan los síntomas menopáusicos experimentados por muchas a partir de los 40 años de edad.
La transición a la menopausia: Es la parte de la peri-menopausia que conduce al último periodo menstrual. Se caracteriza por los cambios en el patrón de los períodos menstruales. La transición a la menopausia dura de 4 a 8 años. Dura más en mujeres que fuman y en mujeres que eran más jóvenes cuando comenzó.
La posmenopausia: Hace referencia al periodo de tiempo posterior al último periodo menstrual.
Síntomas de la menopausia
Los síntomas más característicos son la aparición de sofocos, referidos típicamente como una sensación de calor que surge en el pecho y se irradia hacia el cuello y cara y que pueden acompañarse de intensa sudoración. Normalmente vienen a durar unos minutos, aunque pueden ser más prolongados.
Otros síntomas que pueden asociarse a corto plazo son la sequedad vaginal, la quemazón en los genitales, y una mayor frecuencia de infecciones urinarias.También es característica la pérdida de la elasticidad de la piel y los cambios en la textura, el tamaño y la consistencia de las mamas. Muchas mujeres refieren episodios de ansiedad, depresión, irritabilidad, pérdida de memoria e insomnio.
Por qué es importante saber sobre la menopausia
Todas las mujeres nacen con cerca de medio millón de óvulos dentro de sus ovarios, pero sólo utilizan unos quinientos durante las tres o cuatro décadas de su vida reproductiva; cada mes, durante el ciclo menstrual un óvulo madura y es liberado por el ovario. Esta secuencia se repite automáticamente mes con mes, año con año. Para finales de los treinta y principios de los cuarenta años, las mujeres cuentan con menos óvulos y pueden dejar de ovular ocasionalmente, con lo que resulta difícil un embarazo durante estos años. Aproximadamente a los cincuenta, la menstruación presenta irregularidades hasta llegar a la menopausia, que es cuando cesa totalmente y el ciclo de fertilidad llega a su fin. Todas las mujeres y personas que tienen un ciclo, y envejecen naturalmente, experimentan estas etapas de la vida. Sin embargo, estas etapas no cuentan con suficiente representación en la cultura y la investigación.
PARA ASEGURAR UNA COMPLETA PROTECCIÓN DE LOS HUESOS ES RECOMENDABLE LA INGESTA DE 4 UNIDADES DE LÁCTEOS DIARIAS
La llegada de la menopausia supone un descenso en la secreción de los estrógenos que hasta este momento estaban en un número elevado y venían realizando una labor de protección sobre los huesos. Es por ello que cuando dejan de producirse en tanta cantidad se incremente el riesgo de pérdida de masa ósea y con ello la aparición de osteopenia y osteoporosis. A través de la nutrición se debe evitar al máximo la pérdida ósea mediante una serie de pautas sencillas. Hay que asegurar la toma diaria de al menos 4 raciones de lácteos al día, preferentemente desnatados y enriquecidos en calcio y en vitamina D, y teniendo en cuenta que una ración de lácteo equivale a 1 vaso de leche, 2 yogures naturales o 40 g de queso fresco. El calcio presente en la leche de vaca es el que mejor se absorbe y se fija a los huesos, pero otra fuente de calcio también interesante y con la que lo podemos complementar es el presente en el tofu, la col, el brócoli, las legumbres, frutas como la naranja o frutos secos como las nueces. Hay que intentar reducir al máximo la ingesta de sal con las comidas ya que su exceso favorece la pérdida de calcio a través de la orina como también se deben reducir las bebidas carbonatadas, el azúcar o la cafeína que se comportan como agentes descalcificantes. Y para que el calcio que tomamos se fije correctamente en los huesos hay que asegurar un buen aporte de vitamina D, tanto a través de la alimentación (huevos, pescado azul, lácteos, setas) como por medio de la exposición a la luz del sol (20 minutos al día y sin crema de protección solar, debiendo tomar para ello el sol de 1º hora de la mañana que es el menos dañino para una piel sin protección solar).
Se trata de afrontar esta nueva etapa con energía y vitalidad contribuyendo con nuestros hábitos y cambios en las rutinas habituales a poderla disfrutar plenamente tanto físicamente como en lo mental.