Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la UPV/EHU, junto con la psicóloga Cristina Guerricaechevarría, ha publicado recientemente una obra que aborda, además del proceso terapéutico con niños que han sufrido abusos sexuales y la familia, la intervención terapéutica con los abusadores de menores que incluyen una serie de casos clínicos reales-reflejo de la experiencia clínica de los autores-, referidos al tratamiento de las víctimas y de los agresores sexuales.
El abuso infantil es uno de los temas más polémicos de nuestra sociedad. Es una de las peores formas de violencia que existe contra la infancia, cuyas secuelas, si no reciben un tratamiento psicológico adecuado, pueden afectar de por vida a la víctima en su etapa adulta. En la actualidad se producen nuevos fenómenos que han traído consigo la necesidad de nuevas soluciones. “Así, por ejemplo- comenta Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco-, las agresiones sexuales en grupo o la irrupción de las nuevas tecnologías han inducido nuevas formas de abuso sexual a menores a través de los dispositivos digitales, como el sexting o el online grooming. Por otra parte, ha habido cambios importantes en el mundo judicial para evitar la victimización secundaria de los menores que han podido ser víctimas de abuso sexual y han presentado una denuncia por ello. La prueba preconstituida y, en general, las buenas prácticas en el tratamiento judicial de los menores que han sufrido un abuso se han desarrollado considerablemente en estas dos últimas décadas. Asimismo, se han modificado la edad mínima de consentimiento sexual, que ha pasado de los 13 a los 16 años, así como el plazo de prescripción de los delitos”.
Otro fenómeno de gran interés psicológico, en opinión del profesor Enrique Echeburúa, es la revelación tardía de los abusos sexuales sufridos en la infancia, “en el caso, por ejemplo, de los adultos que sufrieron abusos por parte de sus profesores, monitores o sacerdotes cuando eran menores de edad. Este fenómeno requiere, desde una perspectiva psicológica, una explicación adecuada y, desde una perspectiva judicial, una reconsideración de la prescripción del delito o la búsqueda de otras alternativas compensatorias para las víctimas, basadas en los procesos mediacionales y en la justicia restaurativa”.
Estas nuevas perspectivas clínicas y judiciales son el hilo conductor de la obra ‘Abuso sexual en la infancia. Nuevas perspectivas clínicas y forenses’ (editorial Arel, 2021), publicada recientemente por el profesor Enrique Echeburua, junto con la psicóloga Cristina Guerricaechevarría. Los autores abordan el proceso terapéutico con los niños y niñas y la familia, así como, la intervención terapéutica con los abusadores de menores que incluyen una serie de casos clínicos reales-reflejo de la experiencia clínica de los autores- referidos tanto a la terapia de las víctimas como de los agresores sexuales. “La mayoría de los menores que han sufrido abusos sexuales se muestran afectados negativamente por la experiencia. Y, lo que es más importante, el malestar generado suele continuar en la edad adulta si no reciben un tratamiento psicológico adecuado. En estos casos, lo mejor es actuar terapéuticamente con la víctima y la familia al mismo tiempo. De este modo, la intervención con los niños se emplea, por regla general, en conjunción con los esfuerzos para reformar al agresor y potenciar la capacidad de la familia para apoyar al menor”, subraya el profesor Echeburúa.
Como un reto de futuro, los autores abogan por profundizar en el conocimiento de las consecuencias psicopatológicas del abuso sexual y en el papel mediador de los factores de vulnerabilidad y de protección. “Se trata de señalar algo tan obvio como que no hay un perfil único de víctima, que las diferencias individuales están presentes y que no hay una respuesta invariable a una situación traumática. Se trata de dar con las claves que facilitan la resiliencia del menor ante una situación traumática. También es importante reseñar los esfuerzos que se han llevado a cabo en algunos países por desarrollar programas preventivos tempranos con los abusadores sexuales, tanto para evitar la victimización de los menores como para detectar las fantasías desviadas de tipo pedofílico en adolescentes varones que aún no están implicados en conductas de abuso”, concluyen.