El periodista Jaime Peñafiel ha desvelado detalles hasta ahora desconocidos de uno de los hechos más luctuosos que le ha tocado vivir a la Familia Real española en los últimos tiempos. A raiz del sucidio la pasada Navidad de Ari Behn, ex marido de la princesa Marta Luisa de Noruega, Peñafiel ha sacado a relucir en su columna de LOC, el suplemento rosa de El Mundo, la muerte de Érika Ortiz Rocasolano, la hermana pequeña de la reina Letizia, que decidió acabar con su vida el 6 de febrero de 2007.
En su artículo, el experto en casas reales asegura que Érika estaba "angustiada por la presión mediática" que suponía "ser la hermana de Letizia". A sus 31 años y separada del padre de su hija, la joven se veía incapaz de encarrilar su vida. "La situación se está yendo de madre… Me han dejado sola, me siento sola", dice Peñafiel que confesó a su primo David poco antes de suicidarse en su casa de Valdebernardo, la misma donde había vivido la Reina hasta convertirse en la consorte del entonces Príncipe de Asturias.
Al parecer, y siempre según el relato de Jaime Peñafiel, cuando Letizia supo que su hermana menor se había quitado la vida, "actuó con rapidez". Estaba embarazada de seis meses de la infanta Sofía y recibió la noticia en La Zarzuela. "Sin esperar a Felipe, se dirigió a su antiguo piso, donde ya estaban su madre y el novio de Érika, que descubrió el cadáver junto a tres cartas". Cuenta el periodista que a su hija Carla "la había dejado la noche anterior en casa de una vecina".
La autopsia determinó que Érika Ortiz, que trabajaba como interiorista y diseñadora gráfica de la productora Globomedia, murió por consumo masivo de pastillas. Fue el día más triste hasta el momento para la esposa de Felipe VI.
La única hija de Jaime Peñafiel también falleció por sobredosis. Adicta a la heroína, fue la droga lo que acabó con su vida. "Yo fui un cobarde. Me negué a verla porque tenía pánico a ver su cadáver", confesó el periodista a Pepa Bueno en 2015.