Sin estar al corriente que estaba ya salvada de la eliminación, Noemí se dirigía al confesionario donde pudo ver, por fin, un vídeo de la celebración de cumpleaños de su nina. La concursante no pudo aguantar las lágrimas al ver las primeras fotografías y, sin tiempo de recuperarse, aparecía en el confesionario Antón, su marido.
“¡Qué alegría, qué guapo!”, decía mientras le abrazaba y sin poder cesar de lagrimear. “Esto es muy crudo, no es como lo imaginaba”, continuaba mientras él la tranquilizaba y le daba muchos ánimos. “Todo el mundo está muy bien fuera, no te preocupes, todos están muy orgullosos de ti”, le decía Antón.