Jorge Javier Vázquez se mueve siempre entre una dualidad desconcertante, por un lado nos muestra sin pudor sus fotos más personales disfrutando de un merecido descanso veraniego en la paradisíaca Cerdeña en compañía de su ex novio, reconvertido ahora en enfermero y acompañante a tiempo completo y por otro, cada vez que se sienta frente al ordenador le da el bajón y nos pone al borde del llanto.
Las elucubraciones de un presentador en vacaciones
Parece, a tenor de lo que escribe, que tener tiempo libre no es lo que mejor le sienta, porque esta semana en su blog de Lecturas, nos filosofa sobre la vida, el tiempo que pasa y lo frágil que resulta la existencia propia y ajena.
El ictus que sufrió probablemente haya cambiado sus parámetros: ‘En diciembre le contaba a Bertín Osborne que estaba viviendo uno de los momentos más felices de mi vida y en marzo sufro un revés de salud. Poco tiempo después, mi mejor amiga está a punto de morir, uno de mis mejores amigos lucha contra una terrible enfermedad tras ser operado de urgencia, y otra persona muy querida tres cuartos de lo mismo’.
Al presentador estrella de Telecinco, recien cumplidos los 49 años y muy cerca ya del medio siglo de vida, parece que la locución latina ‘Tempus fugit’, le ha caído encima como una losa: ‘Me cuesta aceptarlo porque todo ha venido de sopetón. No me esperaba que de la noche a la mañana todo pudiera derribarse tan fácilmente’. A este paso, Lecturas tendrá que regalar un paquete de pañuelos desechables con cada número.
Como diría mi abuela: ‘el niño se nos ha hecho mayor’. ¿Pero qué le pasa a Jorge Javier? ¿De verdad ha descubierto todo esto a los 49 años? Pues que se considere afortunado. La mayoría de los mortales han vivido la enfermedad de seres queridos y amigos y la de ellos mismos mucho antes, incluso en la infancia y la adolescencia.
Afortunadamente, Jorge Javier hasta cuando filosofa, no se olvida de que hay que hacer show y que tras el arrebato lacrimógeno lo mejor es un final feliz: ‘Intuyo que después de esta época de transición que estoy viviendo, aparecerá otra llena de luz y color. A los 49 me he dado cuenta más que nunca de que la vida es una tómbola’. Y a uno le entran ganas de añadir ‘tom, tom, tómbola. De luz y de color, oh, oh, oh….’