Estaba claro que Raquel Bollo, toda ella sonrisas forzadas esta semana en Ven a cenar conmigo: Summer Edition, estaba esperando el momento propicio para atacar a quien por lo visto no goza de su aprobación y en este caso ha sido el cómico Ángel Garó, a quien ya le puso sobre aviso que Raquel no le mirase a los ojos en ningún momento.
Cuando descubres que #monja es #jamón al revés #VenACenarBollo https://t.co/8bKXt49Yje pic.twitter.com/Oht2yFSYep
— Ven a cenar conmigo (@VenACenarTV) 26 de juliol de 2018
Ángel, a quien Sálvame quiso desprestigiar por activa y por pasiva hace unos meses, tiene una casa de ensueño en la que recibió a sus invitados el primer día de la semana: Melody, Olivia Valére, Raquel Bollo y Agustín Bravo.
La cena de Ángel fue digna de un concurso de altura. Excelente producto, excelente realización y presentación adecuada. Todos estuvieron de acuerdo en que tanto la cena como el fin de fiesta en una terraza transformada en Jaima, fue espectacular.
Tanto es así que a pesar de que la mayoría puntuó a la baja (teniendo en cuenta lo bien que habían cenado y lo excelente del anfitrión que dejó totalmente de lado los aspectos más histriónicos de su personalidad, para agasajarlos con todo el cariño) Ángel Garó obtuvo unos magníficos 32 puntos.
La cena en casa de Melody sin estar a la altura también gustó a casi todos, excepto a Agustín Bravo que no dejaba de actuar en plan divo. Le tocó el turno a la gran Olivia Valère, que en todo momento demostró su educación exquisita en otro chalet de ensueño, pero que en lo que a cena se refiere, hizo unos platos muy sencillos aunque deliciosos y eso sí, servidos en vajilla de Cristian Dior.
Raquel Bollo y su chalet adosado ‘de paso’
Todos hemos visto la decoración espectacular de la auténtica casa de Raquel en Sevilla, que al parecer ahora ocupa su hijo Manuel. Raquel se trasladó a un lujoso cortijo del que su nuevo novio no era el dueño, sino un simple arrendatario y en el que han residido unos pocos meses, antes de ser presuntamente desahuciados.
El chalet adosado donde recibió a sus invitados era de una austeridad extrema en su decoración y la sensación que daba es de que puede haber sido alquilado con muebles.
En la cocina, pequeña y muy sencilla se utiliza gas butano para cocinar, nada de vitrocerámica ni de modernismos a excepción de un robot de cocina. Todo en general daba la sensación de alguien que está de paso.
La cena en honor a su madre no estaba mal, excepto porque es verano y el plato principal de carne era claramente típico de invierno. El fin de fiesta, cómo no, fue a mayor gloria de su hijo cantante, al que Raquel promociona siempre que tiene ocasión, ya que el joven no acaba de despegar.
Tanto Raquel como sus dos compañeras de concurso empataban en la clasificación con 29 puntos.
Agustín Bravo: un divo que no acepta una crítica
Pues sí, Agustín tiene un chalet de lujo, una piscina estupenda y una cocina moderna, pero también un gran divismo y visto lo visto, poco encaje para las críticas. No en vano la realización introducía a cada momento su voz diciendo. “Es que soy el número uno”.
Su entrante fue tan pobre, que no merece la pena ni comentarlo. El segundo plato que era la primera vez que realizaba y para el que tuvo que contar con la ayuda telefónica de su mujer, poco dada al romanticismo que el derrochaba, consistía en un costillar de cerdo al horno
Todo iba bien hasta que lo embadurnó de salsa barbacoa y lo introdujo de nuevo en el horno sin bajar, por lo visto, la temperatura. Resultado: la alarma anti incendios sonó y el costillar quedó churruscadito.
Mientras Olivia acudía al quite en la cocina. A Ángel se le ocurrió comentar que no entendía como profesionales como Agustín Bravo no estaban en el candelero televisivo, mientras ‘cuatro mierdas’ lo copaban.
La Bollo saltó como un resorte dando por supuesto que hablaba de Telecinco, donde están sus amigos y donde vuelve a colaborar, ahora con Toñi Moreno.
Raquel estuvo grosera y desafortunada, acusando a Ángel de vender su vida (Melody avergonzada miraba para otro lado) algo que él negó, diciendo que se había defendido cuando Sálvame se había empeñado en hundirlo. Raquel había tomado carrerilla y el cómico optó por levantarse y salir del comedor.
Cuando no eres dueño de tus esfínteres y se escapa un cuesquillo en el lugar menos indicado ?? ¡En 25 minutos cenamos con @gusbravoabreu y conoceremos al ganador de la semana en #VenACenarBravo! pic.twitter.com/Udm42q33kr
— Ven a cenar conmigo (@VenACenarTV) 27 de juliol de 2018
Al volver le dijo que había estado muy grosera y ella a voz en grito contestó: ‘“El que has sido grosero has sido tú, y deja ya el Yo, Yo, Yo, que quieres ser el protagonista y el protagonista es Agustín“. Si Ángel le replica se arma la mundial, pero el malagueño optó por seguir quedando como un señor y se calló.
Olivia ya le había dicho a Agustín en la cocina que las costillas se habían quemado, pero él lo negaba diciendo que era la ‘costra’ que les daba sabor. Resultado: todos optaron por evitar comentarios, menos Ángel que muy correcto dio su opinión diciendo que sí se le había ido la mano con el fuego. El gesto torcido del presentador no presagiaba nada bueno.
Las votaciones de la revancha
Olivia Valére hizo su predicción mientras tomaban el aperitivo junto a la piscina del casoplón de Agustín Bravo, antes de la cena. El ganador era Ángel Garó y lo hubiese sido, pero pudo más el revanchismo de Raquel y de Agustín, o eso es lo que traspasó la pantalla.
Ambos cambiaron su voto y mientras Agustín le daba un punto más a Olivia, Raquel le subió de un 6 a un 9.
Estaba claro que el objetivo de ambos era que Ángel no ganase. Y así fue. Por solamente un punto, ganó Olivia que no lo esperaba para nada y que muy elegantemente lo donó a la ‘Asociación Pequeño Deseo’.
