Ciudadanos no frena su sangría ya no solo en las encuestas sino también en sus filas. Muchas de las relaciones políticas surgidas a raíz de gobiernos bipartitos entre los naranjas y el PP están propiciando una relación individual con cada diputado de Inés Arrimadas que está generando una relación de tal confianza que podría provocar el paso de dichos parlamentarios de Ciudadanos a Génova 13.
La descomposición de Ciudadanos, que se dilata ya desde hace un año, ha provocado que los de Pablo Casado estén tendiendo puentes, uno por uno, a los diputados de Ciudadanos. Tras la moción de censura de Murcia el pasado marzo, dos diputados y siete senadores dimitieron, lo que dejó a Inés Arrimadas sin grupo propio en el Senado porque el número mínimo de parlamentarios son seis. Si las aguas parecían bajar tranquilas en los últimos meses, ahora se están enturbiando de nuevo con las elecciones municipales y autonómicas en un año y medio, con una dirección desnortada -Arrimadas está embarazada de su segundo hijo y, cuando esté de baja por maternidad, se podría reabrir el fuego enemigo- y con una oposición dentro del partido que podría herir de muerte, ahora sí, a los liberales españoles. A esto se suma la integración del líder de Ciudadanos en el País Vasco a las filas populares.
Arrimadas ha perdido el control de las delegaciones autonómicas de Ciudadanos. Los líderes regionales no controlan las estructuras de sus propios partidos. Todo esto provoca que el PP empiece atacando a la presidenta naranja no por la dirección, sino fagocitando poco a poco las bases del partido para que, una vez sin pilares, Ciudadanos caiga como una torre de naipes.
Mientras tanto, Casado sueña con ganar unas elecciones generales con la suficiente ventaja sobre Vox como para gobernar en solitario y contar con el apoyo exterior de los de Santiago Abascal, como el modelo de la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso. En esta ecuación ya no cuentan con Arrimadas porque dan por hecho que, para el tercer trimestre de 2023 -si no hay un adelanto electoral-, Ciudadanos no existirá como partido. Sin embargo, hay otras citas importantes antes de unos comicios generales: Castilla y León o Andalucía podrían marcar el paso de las decisiones que tomen en la planta siete de Génova 13. De sus resultados dependerá buena parte del rumbo de los populares.
Génova, otro punto a cambiar
El PP pretende abandonar su sede nacional, en la histórica calle de Génova 13 de Madrid, antes de las próximas elecciones generales. Los de Pablo Casado buscan evitar el argumento de la corrupción por parte de la oposición, y la única manera posible es cambiar de sede, según anunció el líder conservador el pasado febrero: "No podemos seguir en un edificio cuya reforma está siendo investigada por los tribunales”. Sin embargo, no ha habido movimientos desde este anuncio.
Desde fuera de la Junta Directiva Nacional, hay barones que se muestran escépticos sobre la funcionalidad real de la medida y otros se muestras con recelo. Algunas fuentes aseguran que podría suponer la ruina económica para el partido en el caso de llevar a cabo una mala gestión, mientras que otras aseguran que los expresidentes del PP y del Gobierno José María Aznar y Mariano Rajoy se molestarían porque sería una enmienda a su gestión. No obstante, desde el círculo más cercano al actual presidente del partido lanzan un mensaje inequívoco: "La sede es demasiado grande y cara".