Puede que muchos españoles estén teniendo una situación de déjà vu estos días con la stiaución que se vivió en 2015 cuando ni Mariano Rajoy ni Pedro Sánchez pudieron reunir los apoyos suficientes para sacar adelante uyn gobierno más o menos estable, cuya consecuencia fue una nueva convocatoria electoral en junio de 2016. Esta situación parece cada vez más cercana en la actualidad: Sánchez no consigue que su socio preferente, Unidas Podemos, le dé sus 42 votos para tener un colchón amplio en la sesión de investidura del próximo 22 y 23 de julio. Hoy, ambos líderes se han reunido en el Congreso de los Diputados por quinta vez para intentar desbloquear la situación de las negociaciones entre ambos partidos e intentar acercar posturas, pero no ha sido posible. Según fuentes cercanas a sendas formaciones, no se ha llegado a ningún acuerdo.
El punto de partida del desencuentro ha sido, de nuevo, la presencia de miembros morados o independientes cercanos a Unidas Podemos en el Consejo de Ministros. Sánchez ha defendido un "gobierno monocolor" mientras que Iglesias le ha exigido la Vicepresiencia del Gobierno, por lo que ha habido pocos puntos en común. Sin embargo, el presidente del Gobierno en funciones ya le ha avisado: no habrá investidura en septiembre. Es todo o nada: o le apoyan en julio o habrá elecciones el próximo 10 de noviembre.
Según fuentes cercanas a La Moncloa, las negociaciones "han saltado por los aires". Es el único punto en común de las dos versiones. Mientras que el PSOE afirma que Unidas Podemos no quiere "sentarse a negociar un programa", los de Princesa aseguran que el único objetivo de Sánchez es forzar un adelanto electoral. Una versión que la portavoz de los socialistas en el Congreso, Adriana Lastra, ha negado porque "el presidente en funciones no ha dicho esa frase" a pesar de que "no habrá cambios" en la oferta que Sánchez le pone encima de la mesa a Iglesias entre julio y septiembre. "Les aseguro que eso no es cierto", ha reafirmado.