El director onubense Fernando Arroyo ha creado el documental ‘La Gran Ola’ con el fin de dar a conocer a la sociedad el alto riesgo que existe en las costas españolas sobre la posibilidad de un tsunami.
Con más de 40 entrevistas a expertos en la materia, científicos, funcionarios, cargos públicos, ONGs y profesionales de los servicios de emergencia, entre otros, de todas partes del mundo, el documental tiene una duración de poco más de una hora y entre los testimonios que se destacan se encuentra el de la turista María Belón, quien sufrió el tsunami de 2004 en el Índico cuando veraneaba junto a su familia e inspiró la película de ‘Lo imposible’.
Entre España y Portugal
El documental ha sido rodado entre las costas de España y Portugal, sobre todo en las costas andaluzas, donde se ha considerado que el riesgo de tsunamis es mayor, según los estudios científicos que se han llevado a cabo.
Su grabación se ha llevado a cabo utilizando los mejores métodos tecnológicos, como el formato 4k, para conseguir el mejor grado de calidad, puesto que los efectos visuales han sido realizados por los mismos profesionales que en su momento construyeron las imágenes de las películas 'Gravity' o 'La Vida de Pi', muy reconocidas por su calidad de imagen y proyección.
Una realidad de la que pocos hablan
Durante la gran expectación creada por el documental en el Festival de Cine de Málaga el pasado día 18, su director Fernando Arroyo, remarcó la necesidad de realizar este reportaje puesto que habla de un hecho que tiene un alto riesgo de ocurrir pero “que a todos da miedo escuchar”, ya que “si lo que plantea la comunidad científica ocurre, estaremos ante una de las mayores catástrofes de la historia”.
[Sumario]
Arroyo destaca también el tsunami ocurrido en 1755, conocido como el Terremoto de Lisboa, que causó la muerte de entre 60 y 100 personas según los datos que se han podido conseguir después de tantos años, y que en la actualidad, según la escala de Richter sería aproximadamente de una magnitud de 9 grados, y eso que su epicentro, aunque se desconoce el punto exacto, estuvo a unos 300 kilómetros de Lisboa, en algún punto recóndito del océano Atlántico. Y lo relaciona con la situación geográfica que nos encontramos en la actualidad, asegurando que si se repitiera “penetraría kilómetros allá donde no hubiera obstáculos en tan solo 20 minutos”, “afectando a cientos de miles de personas, generado pérdidas elevadísimas de dinero y dejando sin luz eléctrica ni comunicación a grandes áreas de población que no podrían ser evacuadas”.
Su intención pues, es la de crear conciencia entre la población, pero sobretodo entre las fuerzas políticas para que se creen los recursos necesarios y se prepare a la gran cantidad de profesionales cualificados que existen en nuestro país, pero que no están preparados, para que cuando ocurra, no los pille de sorpresa. Arroyo destaca por ello también la labor de prevención que se realizó en Japón en los años anteriores al tsunami de 2011, en los que a pesar de la organización, prevención y proyecto creado para tales fines, murieron 23 personas, pero “que hubieran sido 300 sin preparación”.