Tanto la renta variable (-13 %) como la fija se depreciaron durante el pasado año, y este hecho ha propiciado a que buena parte de los inversores busquen una mayor seguridad en sus operaciones en detrimento de otras consideraciones.
En estos momentos garantizarse una rentabilidad fija todos los años es mucho más complicado que nunca, debido a las especiales características que presentan, tanto los mercados financieros como los productos destinados al ahorro. De todas formas, a través de una serie de propuestas muy puntuales en el sector del dinero podrán conseguirse estos anhelados objetivos, con la obtención de unos retornos sobre los ahorros de hasta el 8 %. En todos los casos se fomenta el ahorro, a través de una estrategia dirigida a reducir los riesgos de estos productos financieros.
Una estrategia que también es aplicable a las apuestas en juegos para tratar de limitar o anular las pérdidas a través de las ofertas promocionales de las que se pueden beneficiar los usuarios. Para entender como funcionan los bonos sin deposito es fundamental priorizar cuál es la rentabilidad que los apostantes desean generar en sus operaciones.
En este sentido, los bonos sin depósito se conforman como una potente herramienta para no poner en riesgo su dinero. Esta herramienta permitirá a los clientes jugar gratis sin una exposición directa a la cuenta de resultados ya que generará un mayor aprendizaje sin que se produzcan variaciones en el saldo. Esta misma ventaja se presenta en buena parte de las plataformas financieras de inversión y trading, que proporcionan esta prestación para que los usuarios vayan conociendo y aprendiendo estos modelos de inversión sin perder un euro.
Depósitos bancarios a plazo fijo
Este es un producto en el que sus titulares no asumen ninguna clase de riesgos ya que ofrece una rentabilidad fija y garantizada que se conoce en el mismo momento de su contratación. Genera un tipo de interés anual que oscila entre el 0,15 % y 2,25 %, en función del modelo contratado y que irá a parar al saldo de la cuenta corriente de sus titulares cuando llegue su vencimiento. En ningún escenario pueden generarse recortes o la anulación de la remuneración anunciada por los bancos.
La seguridad de las imposiciones a plazo fijo se deriva del hecho de que cuenta con la protección del denominado Fondo de Garantía de Depósito (FGD), que cubre el dinero depositado en las entidades bancarias hasta un máximo de 100 euros por titular y producto. Se trata de una garantía ante cualquier incidencia que pueda desarrollar el banco en donde esté depositada la imposición, como por ejemplo su quiebra.
Fondos garantizados
La única solución para garantizar una retribución fija dentro de estos productos es contratando esta clase de fondos de inversión. Su estructura se basa en que aseguran, como mínimo, la totalidad o parte de la inversión inicial. En la mayoría de los casos va acompañada de una rentabilidad que garantiza un interés que oscila entre el 2 % y 5 %.
El único requisito para aceptar este modelo de contratación consiste en respetar los plazos de permanencia a los que van dirigidos. Es decir, habrá que tener inmovilizado los ahorros invertidos en 12, 24, 36 o los meses en los que estén estipulados sus vencimientos. Sin que en ningún momento puedan ser cancelados anticipadamente ni realizar rescates parciales o totales.
Pagarés bancarios
La estructura de este producto es prácticamente la misma que en los depósitos a plazo fijo. Con una excepción: no están cubiertos con un fondo de garantía de depósito. Se trata de un producto de renta fija que es emitido por una entidad bancaria, que se compromete a proporcionar una rentabilidad concreta a su vencimiento.
Una de sus ventajas es que se constituye en un formato de inversión muy flexible. Esto quiere decir que puede ser suscrito a 1, 3, 6, 12 y 18 meses. A partir de importes superiores a 1 euros y que no podrá cancelarse con anticipación a su vencimiento. Generando un tipo de interés que será más elevado a medida que el plazo de permanencia sea mayor. Destacando, por otra parte, porque está exento de comisiones y otros gastos en su gestión o mantenimiento.
Dividendos en bolsa
La última estrategia para no arriesgar el capital invertido se materializa a través de este pago a los accionistas. Los dividendos ofrecen una rentabilidad anual y fija, pase lo que pase en los mercados de renta variable. Con un interés que va del 3 % y hasta el 8 % en función de la política retributiva de cada compañía que cotiza en bolsa e independientemente de cuál sea su evolución en bolsa.
Los pagos se suelen ejecutar con diferente periodicidad: trimestral, semestral o anualmente. Configurándose, en cualquier caso, como el modelo de inversión más rentable sin arriesgar las aportaciones económicas. Se trata de un formato muy innovador para crear una cartera de renta fija dentro de la variable y que podrá durar cuantos años desee el propio inversor. Para que se pueda crear una bolsa de ahorro estable y de esta manera no recurrir a préstamos que esconden condiciones muy exigentes y que pueden elevar el nivel de endeudamiento por parte de sus titulares.